Susurros de mariposa / Riaru-sensei

#comedia, #drama, #romance

SINOPSIS:

El dolor deja cicatrices invisibles, y Masao Nishimura lleva las suyas a flor de piel. Traicionado y marcado por un pasado que prefiere olvidar, ha aprendido a mantenerse al
margen…
Hasta que conoce a Fujioka Annaisha.
Con una mirada llena de secretos y un peso en el corazón que nadie más nota, ella despierta en Masao algo que creía perdido: el deseo de ayudar a alguien más. Pero para avanzar, deberá enfrentar las heridas del ayer.
Una historia sobre el dolor, las segundas oportunidades y los lazos que pueden salvarnos.

Prólogo  

"Lo siento"

Fueron las palabras que enunció aquella chica con tristeza, para luego dar media vuelta y alejarse lentamente de mi. Aquella chica, tan importante para mí… y en un solo instante, fue capaz de mandar todo al carajo sin importarle nada más. Recuerdo que luego de aquellas palabras mi mente había quedado en blanco, bloqueando incluso las lágrimas a punto de brotar.

Solo podía ver, como en una cadena de recuerdos rápidos, las imágenes de todo lo ocurrido y las cosas que me negué a ver por miedo. Miedo a enfrentar la realidad…

Aunque más que miedo, más bien diría… cobardía.

Recuerdo que solo quería cerrar los ojos y dormir, en un intento inútil de que todo lo ocurrido hubiera sido un sueño… Sin embargo, no fue lo peor que ocurrió aquel maldito día. Estaba consciente que esas palabras solo marcaban el principio de un final...

Lánguidamente comencé abrir los ojos para ser cegado por un momento por la luz brillante de la mañana y me percaté que ya no estaba en aquel mirador lejano a las afueras de la ciudad, en cambio me encontraba en lo que parecía ser un vagón de tren, sentado y recostando mi cabeza en el respaldo de mi asiento. 

Me había quedado dormido. 

«Ha pasado un buen tiempo desde la última vez que soñé con ella...»

Pensé, a la vez que me incorporaba hacia adelante mientras de a poco mis sentidos comenzaban a despejarse y me sentaba como una persona normal y no desparramado en el aquel asiento.

Llevé mi mano derecha a mi rostro y me restregué los ojos tratando de sacarme esas imágenes, aquellos restos de aquel sueño que de nada me servían y traté de enfocarme en el presente.

«Ese tipo no existe, ahora soy otra persona» Me dije a mi mismo, en un intento de validar mi actuar y mis pensamientos pesimistas.

Me propuse a enderezar mi postura en el asiento, que era de color azul monótono como el blanco deslavado del tren. Una especie de oda a nuestra lamentable e individualista sociedad Japonesa.

Iba camino a la preparatoria y me dí cuenta que el vagón estaba extrañamente vacío para ser un día lunes en la mañana, ya que por lo general a esa hora era costumbre encontrarlo repleto. Momento en el que me relajé por fin, pensando que tenía el vagón completo para mí.

Ví en la ventana de enfrente un lamentable reflejo de mi mismo, un reflejo de un chico de cabello azabache, algo desordenado tapando con sus mechones obstinados parte de su frente, junto a unos ojos azules los cuales solo mostraban cansancio. 

Traté de ordenar mi negra cabellera.

«Desordenado como siempre… no importa cuando lo ordene, creo que a este punto mi cabellera tiene vida propia»

Mientras terminaba de divagar sobre mi cabello, me dí cuenta que no estaba tan solo como pensaba y es que una mariposa blanca me estaba haciendo compañía y revoloteaba cerca mío quizás desde cuándo.

«Esta mariposa, siento que la he visto antes… ¿Cómo llegó aquí? Se ve tan tranquila y ajena a todo que la envidio»

Me dí cuenta que además de la pequeña alada, sentada a unos dos puestos de mí, a mi derecha había una chica de cabello castaño con ligeros tintes rojizos, ligeramente corto, casi llegando a la base de su cuello, y de una suave tez blanca. Nunca la había visto y sin embargo, llevaba el mismo uniforme de chicas de mi preparatoria, es decir, una sobria chaqueta azul marino, camisa blanca, una adorable cinta roja alrededor de su cuello y una hermosa falda escocesa de color rojo. 

Estaba durmiendo plácidamente y sin percatarse de nada, se veía cansada y, al igual que la mariposa, ajena a todo.

Observándola me dí cuenta que la mariposa decidió ir a hacerle compañía, revoloteando cerca de ella hasta que decidió posarse sobre la nariz de la dormida, en contraparte, la chica no se inmutó para nada, al parecer estaba tan profundamente dormida que ni sintió aquel insecto. Lo que, por alguna extraña razón, me molestaba, quería hacer algo para alejar a la mariposa y que dejara dormir a la chica, puesto que en realidad a mí tampoco me gustaría que me despertara un insecto mientras tomo mi siesta matutina pre-estudios.

Me acerqué lenta y cuidadosamente e intenté alejarla de su nariz con mi mano derecha, fue cuando el tren llegó a una curva para dejar el sol a nuestra espalda y junto con el movimiento, mi mano pasó peligrosamente cerca de ella.

«Si por culpa del movimiento del tren la golpeo con mi mano, me lanzo del tren»

Fue cuando consideré buena idea aplicar un cambio de táctica, y acercarme un poco más, para así utilizar mi boca para espantarla de un soplido. 

En retrospectiva, considero que fue culpa de mi somnolencia y estupidez. Más lo segundo que lo primero.

Y así continuaba, tratando de espantar la mariposa con un soplido, pero por más que lo intentaba, esta no se alejaba. Estaba comenzando a enfadarme, ya que quería volver a mi asiento antes de que alguien súbitamente ingresara por la puerta de cambio de vagón, además el tren estaba a punto de llegar a una estación, ya que comenzaba a detener su recorrido, por lo que tomé aire e insistí y al segundo intento la pequeña mariposa se retiró, como si advirtiera lo que iba a ocurrir...

Cuando terminé de soplar y ver como la mariposa se retiraba tranquilamente de la nariz de la chica, me percaté que estaba peligrosamente cerca de ella; mi insistencia y el movimiento del tren me había acercado lo suficiente como para que mi boca quedara a unos cinco centímetros de la de ella.

En la misma posición, levanté la vista hacia el rostro de ella y vi que la chica había despertado, pero no se había movido de donde estaba, sus ojos verdes se mostraron sorpresa, confusión y algo de incredulidad, no obstante ella no hacía ningún ruido ni expresión. En mi caso, apenas me percate de ello salté lejos e iba a hacer la legendaria técnica "disculpa de rodillas" cuando de pronto el tren se detuvo y pasado un par de segundos, las puertas de los vagones se abrieron y con ello comenzó a ingresar una gran cantidad de gente, y entre oficinistas y estudiantes repletaron el vagón. Rápidamente me coloqué de pie para ir a recoger mi bolso que había quedado en mi asiento y volver a sentarme en él, intenté dar un último vistazo a la chica entre la multitud y me percaté que ella estába mirándome de reojo sentada donde mismo y aunque lo que acaba de pasar podría ser considerado como acoso sexual, su mirada no mostraba rencor alguno y mucho menos temor, era una mirada de... ¿Curiosidad tal vez? luego volvió a mirar hacia adelante con una ligera y tímida sonrisa.

Las puertas del tren comenzaron a cerrarse y lentamente volvió a ponerse en marcha, mientras sentía como una gota de sudor frío corría por mi sien derecha.

«¿En qué demonios estaba pensando?? ella va en mi misma preparatoria, de seguro les contará a todos que soy un acosador sexual o algo así… lo peor de todo es que no la culpo»

Pero la vida le encanta contradecirme, y esto solo era el principio de algo mucho más importante…

   Capítulo 1: Coincidencia sin sentido

“En la vida no hay experiencias emocionales positivas sin las negativas. Quien no está dispuesto a sentir y aceptar el dolor, poco a poco va perdiendo la capacidad para experimentar felicidad y alegría”

No sabría decir, a ciencia cierta, si aquellas palabras que había leído anteriormente en un libro de psicología básica fueran realmente ciertas, y si es verdad que uno es capaz de dejar de sentir aquellas emociones. 

Pero si al menos puedo decir que comencé a cuestionarlas, o al menos, al punto de no saber reconocerlas. 

Por otra parte, mi vida en la nueva preparatoria era simple: en el almuerzo comía solo en mi mesa que estaba a un par de puestos de la del profesor, junto a una ventana y sin que nadie me molestara, de vez en cuando luchaba en la cafetería por algún pan de Yakisoba, uno de nuestros clásicos bocadillos japoneses que se asemeja a algún “hot-dog” americano solo que en lugar de salchicha tiene unos tallarines fritos junto con pollo y algunas verduras, algo simple y útil, sobre todo cuando olvidaba cocinar el día anterior o derechamente me daba pereza. En las clases de educación física solía esconderme en el armario de balones o en un baño, cuando era necesario intentaba pasar desapercibido cada vez que el profesor hacía una pregunta a la clase. Por lo general todos en la clase me ignoraban, pero lo que no sabían es que en realidad yo los ignoraba a ellos.

Al menos es lo que me gusta pensar.

Pero... ¿Por qué pasar por tantas molestias? 

Lo cierto es que aquellos casi 18 años debo decir que en mi vida habían pasado ciertas cosas... unas por las cuales hubiera intentado evitar aunque me costara mi propia vida.

Debido a eso, había llegado a la conclusión que nada bueno se puede sacar de las relaciones con las personas... Cada una más complicada que la anterior, cada una con sus problemas y por lo mismo desde entonces que había tratado de alejarme de todos… 

Recuerdo que alguna vez leí por ahí: "la vida es un enemigo el cual no se puede vencer, sólo puedes ver cuántos golpes eres capaz aguantar"

El problema es que como dije, la vida se encarga de darme por donde más duele y más de una vez he tenido que arreglármelas para poder soportar las piedras que la vida me lanza. Pero aquella vez algo era distinto…

Las decisiones que tomé a partir de entonces, fueron las que me llevaron donde estoy ahora…

Supongo que lo mejor que puedo hacer por ahora es continuar con aquella historia que comenzó con un accidentado encuentro en un tren y una mariposa… una extraña mariposa. 

Y donde más si no, que en la preparatoria donde las personas que conocí en ese entonces marcaron mi vida para siempre. 


Las clases de la mañana habían transcurrido sin ningún problema, a pesar de que en el fondo estaba preocupado por lo ocurrido aquella mañana, durante el transcurso de las clases comencé a olvidarlo.

Y así la hora del almuerzo, había terminado de almorzar tranquilamente en mi asiento para comenzar a beber de un jugo de naranja que había traído, me estaba dando sueño y mis ojos cada tanto se cerraban, por lo que apoye mi rostro en mi mano derecha que estaba apoyado con mi codo en la mesa. Pero mi tranquilidad solo duró hasta que los mismos de siempre, que estaban en un sector del salón de clases comenzaron a platicar sobre lo bien que se llevan, y para variar el más alto y con apariencia de rockstar había alzado la voz sobre los demás.

—...Y le dije que sin importar lo que él creyera, su estúpida melodía estaba completamente fuera de tono. ¡Sonaba tan mal que parecía una marcha fúnebre! —El tipo en cuestión era el más alto del grupo, tenía el cabello rubio algo desordenado, pero con la rebeldía suficiente como para que unos flequillos salieran por su frente, el resto quedara hacia atrás y un mechón un poco más largo hiciera aparición por el lado derecho de su cabeza, además de unos ojos verdes que miraban de manera risueña a sus amigos.

—Je, je… Eso fue fuerte, incluso para alguien como tú, Aki... —comentó sonriente una chica junto a él.

Aquella chica estaba sujetada con ambas manos de un brazo del rubio, era una chica con su cabellera de un rojo intenso, de un color rojo vino algo diluido… es extraño, aunque a decir verdad, se veía bastante bien con su cabello peinado hacia un costado, tapando parte de su frente y dejando caer parte de su cabello por un lado de su rostro, además de llevar una coleta de caballo con la que sujetaba parte de él, eso junto a unos ojos azules que contrastan con su tez pálida, le daba un aire de una chica muy moderna, era pequeña en comparación a los dos tipos que estaban junto a ella, pero bastante bonita a mi parecer.

De hecho… tenía cierto aire a…

—Hayashi, era broma, pero créeme que se lo merecía, yo estuve ahí cuando comenzó a improvisar pensando que sería el nuevo single del grupo o algo así... —agregó el otro chico, solo que este último era un poco más cabizbajo y también un poco más bajo que el "Rockstar", pero más alto que la chica, ojos negros y de cabello ídem, con esos peinados hacia adelante tapándole por completo la frente, se parecía a uno de esos cantantes de J-pop o algo así. Estaba frente a los dos anteriores apoyado sobre la silla vacía del asiento delantero al puesto de los otros dos.

Honestamente contrastaba tanto con la pareja, que si los hubiera visto por separado, no sabría decir si eran amigos realmente. 

Por otra parte, no sabía cuál era el afán del rubio a quien apodé despectivamente "rock star" por querer hablar fuerte en un lugar en que si hablabas de manera normal se escuchaba perfectamente, sin embargo, me percaté que el resto de la clase, a pesar de que estaban en sus asuntos, de vez en cuando le prestaban atención y se reían de sus chistes o comentarios, sobre todo del rubio, que por lo que me fijé, le gustaba ese hecho.

«Menos mal que no estoy en un grupo así, creo que no soportaría ser adorno de la clase por más de 2 minutos»

Pensaba en eso cuando de pronto, alguien entró al salón por la puerta posterior. El primero en acercarse fue el cantante de J-Pop:

—¡Fujioka-san! Nos estábamos preocupando por ti, pensé que te había pasado algo camino a la preparatoria.

—¿Estás bien? tienes la cara algo pálida... —preguntó la pelirroja mientras también se acercaba a ella.

—Si... Solo tuve una mala noche… —respondió la chica llevándose su mano derecha a su frente.

—¿Algún novio escondido no te dejo dormir? je, je... —preguntó burlescamente el rockstar, no hizo falta mirar la reacción del resto, pero hasta yo consideré eso una falta de respeto.

La réplica no tardó en llegar cuando me di cuenta que la pelirroja le propinó una mirada asesina, una de esas que sólo las mujeres son capaces de hacer.

—Me refiero a que quizás… este… ¡Pasaste la noche estudiando con él y por eso no descansaste! Je, je... —agregó luego, pero la respuesta del rubio fue lo suficientemente falsa como para que dejaran de prestarle atención.

—¡Estoy bien, en serio! Sólo necesitaba descansar y por eso fui a la enfermería cuando llegué, pero Kobayashi-sensei me dijo que me quedara ahí hasta que me sintiera mejor y creo que me quedé dormida hasta hace poco.

Su voz sonaba suave y casi tímida, pero lo suficientemente firme como para hacerse respetar a pesar de su apariencia tranquil...

«¡MIERDA!»

Pensé y de paso casi tiré el jugo que tenía en mi boca. Alejé la mirada de ella cuando me percaté que justo miraba en mi dirección.

No me había dado cuenta antes porque había dejado de mirarlos directamente, pero solo comencé a mirarlos de reojo cuando llegó la última chica.

«¡Es la chica del tren! ¡¿Demonios, iba a la misma clase que yo?! ¡¿Cómo no me percate de ello antes?! ¡Además al parecer es amiga de esos tres, es imposible no darse cuenta de ello!»

Pero lo había hecho, del par de meses que llevaba en esa preparatoria, había sido testigo inevitablemente de cómo esos tres siempre estaban juntos, pero no sabía que había una cuarta persona cuya presencia era tan débil que no la había notado. Y además es la misma chica que acosé en el tren...

Es decir, no la acosé, solo fue un error... aunque desde su punto de vista no podría decir lo mismo.

«Maldita coincidencia... ¿Cómo es posible que de todas las chicas de la preparatoria sea justamente una compañera de clases? ¿Qué es esto? ¿Acaso el destino me la ha jugado a propósito?»

Intenté mantener la calma y tratar de no reaccionar demasiado, aunque estaba nervioso, si algo he aprendido del tiempo que llevaba allí, es que para pasar desapercibido, es necesario no hacer movimientos bruscos y sobre todo no hacer ruidos demasiado llamativos.

«Debo salir de aquí al menos hasta que comiencen nuevamente las clases, así podré pensar en algo más mientras la evito...¡Lo tengo, iré a la la azotea! No, a la azotea no... Ahora mismo están las parejas y lo que menos necesito es más gente y menos si están en pleno romance... Al baño entonces...»

Luego de haber llegado a esa brillante idea, me levanté lentamente y sin hacer ruido, también levanté la silla para que esta no se arrastrara... Un sudor frío recorría mi espalda mientras lo hacía y además, por el nerviosismo, comenzaron a sudarme las las manos.

«Siento que la silla resbala de mis manos. ¡En cualquier momento se cae dejando al descubierto mi presencia!»

La logré mover la silla finalmente y sin ruido, comencé a moverme y así por fin, salir del salón.

«¡Éxito!»

Fue cuando en un descuido y también en una especie de castigo por celebrar antes de tiempo, cuando mi pie derecho se atascó en una de las patas de la mesa y junto con ello me precipité al suelo.

Levanté mi rostro del piso y miré de reojo a mi alrededor, todos fueron testigos del triste espectáculo, incluso logré  escuchar una risa ahogada por un lado, aun así, trate de seguir con mi plan.

—O-- oye... ¿Te encuentras bien?

Escuché una voz femenina detrás de mí, no hacía falta saber quién era, ya que la reconocí de inmediato: La chica del tren. 

Helado al darme cuenta quien era y sin mirarla directamente, intente ponerme de pie, ignorándola por completo.

Por lo que aun dándole la espalda, me levanté lo más rápido que pude y ágilmente me dirigí a la salida del salón sin mirar atrás, caminé por el pasillo de la preparatoria rápidamente, pero sin correr hasta finalmente llegar al baño de hombres más cercano,  y una vez en él me senté en el retrete y cerré el picaporte de la puerta.

«Estoy muerto, de seguro estará diciéndoles que soy el pervertido del tren y con ello mi vida se irá al demonio... Más todavía»

No es que me importara demasiado, pero si se esparcía un rumor así, debería volver a cambiar de preparatoria y a esas alturas del año, casi llegando a noviembre, era bastante molesto.

Además, no creo que mis padres me hubieran aguantado algo así. 

No sé por cuánto tiempo estuve divagando sobre mi futuro, pero cuando logré salir del baño, ya era tarde y no había nadie en los pasillos. Decidí ir al salón de clases con mucho cuidado, y esperando que tampoco hubiera nadie, pero para alivio mío así fue, al ir a buscar mis cosas que, por supuesto esperaba que estas se hubieran desparramado por el suelo con mi aterrizaje, en su lugar me las encontré totalmente ordenadas en mi escritorio.

«Sea quien sea el que ordenó esto, se lo agradezco»

Así que tomé mis cosas y me retiré de la preparatoria como un soldado que sobrevivió a una guerra. Caminé entonces fuera de ésta en dirección hacia la puesta de sol pensando en cómo demonios haré para asistir a clases sin que se den cuenta que era yo.

En realidad nunca había tenido ese tipo de problemas así que mi mente estaba en blanco.

Capítulo 2: petición a cuestas

Había logrado ir a casa, pero durante el trayecto solo pude pensar en cómo pasó que, justamente esa chica a quien pensé que no volvería a ver, había aparecido justo en el mismo salón de clases que yo. Así que, gracias a eso, tuve una noche horrible, preocupado por lo que ocurriría al día siguiente y las consecuencias de mi impulso de idiotez. Pero nada podía hacer salvo afrontar lo ocurrido y simplemente esperar que nada más grave ocurriera.

Aunque desde que me fuí de mi anterior preparatoria que tenía problemas de sueño, por lo que no toda la culpa la tenía aquel problema.

Era temprano en la mañana del día siguiente, pero ahí estaba yo, frente a la preparatoria, mirándola como un desafío, algún calabozo de un juego de aventuras al debía superar. Así que me preparé, respiré profundo y me encaminé a mi destino.

Me apresuré al salón de clases, pasando de todos y sin mirar a nadie, al abrir la puerta corrediza, me encontré con un panorama bastante distinto de lo habitual, la misma gente sí, pero esa vez cuando abrí la puerta logré ver fácilmente que todos me miraban curiosos y algunos extrañados, en ese momento caí en la cuenta de que mis días de pasar en bajo perfil habían llegado a su fin. 

Resignado me dirigí a mi asiento, pensando en que quizás con el tiempo se olvidarían de mí y así volver a ser invisible. Por otra parte, al entrar me percaté que no estaba por ningún lado la chica del tren.

«¿me salvé por ahora?»

Las clases transcurrieron extrañamente tranquilas y sin problema, así como también el resto del día... Hasta que llegó la hora de la salida y la chica no apareció...

—¿Quién puede llevarle las notas de la clase a Fujioka-san? Esta clase fue importante para el examen —preguntó una chica de lentes y de cabello castaño claro hasta la cintura.

La chica en cuestión tiene el cabello castaño claro ligeramente ondulado, es muy largo de hecho y en conjunto con sus lentes redondos es bastante interesante de ver, además de poseedora de una figura de una belleza única.

«¿Cómo no me fijé antes?»

Parecía ser la delegada de la clase, pero su pregunta quedó en el aire, miré alrededor para saber si alguien más la había escuchado, fue cuando dirigí la vista hacia atrás, donde estaban los de siempre:

—Hayashi... ¿Por qué no vas tú? —preguntó el cantante de J-pop a la pelirroja.

—No puedo, sabes que tengo cosas que hacer después de clases… —replicó la pelirroja, algo frustrada, para luego mirar al rubio.

—A mí no me miren, yo tengo mi grupo y tú te vienes conmigo, Hamasaki-kun tenemos un single que sacar —argumentó el rockstar, apoyando su mano derecha sobre el hombro de su amigo, quien solo se limitó a mirar a la pelirroja.

«¿Ninguno quiere ir a dejarle las notas? y se dicen así mismos amigos...» pensé a la vez que me daba cuenta que la delegada miraba preocupada a la clase al ver que nadie levantaba la mano para ofrecerse a ayudar.

«Por eso detesto la gente, en el momento que más se necesita ayuda, ellos huyen y se esconden como las cucarachas...»

El panorama no cambiaba y la delegada continuaba mirando a la clase esperando alguna respuesta.

«Bien... De todos modos no podría esconderme eternamente...»

Comencé a levantar mi mano derecha lentamente, pero al momento en que la iba a levantar por completo, un pensamiento se me viene a la mente:

«¿Qué estás haciendo? ¿porqué tendrías que ir al encuentro de la chica de la que te estabas escondiendo todo este tiempo?! ¡Sería un suicidio social!»

—¿Puedes ir, Nishimura- kun? ¡En serio, eres muy amable! 

—¿Ah? —reaccioné confundido

La delegada me miraba con una enorme sonrisa y aquellos hermosos ojos marrón rojizos, llenos de esperanza, pero era de esperarse, ya que mi mano derecha continuaba arriba, por lo que al darme cuenta de ello, la bajé inmediatamente.

—No, lo siento, yo...

Sin embargo, mi delegada de clases continuaba mirándome a través de sus lentes redondos con amabilidad, pero vi como aquella sonrisa de a poco desaparecía al ver que de nuevo se quedaba sin un voluntario. 

—Bien, yo me encargo... —resoplé resignado. En serio, a veces detesto tener sentimientos.

—¿De verdad? ¡Excelente! permíteme anotar la dirección de Fujioka-san y dártela —contestó nuevamente con su hermosa sonrisa, creo que adoraré esa sonrisa.

Acto seguido me pasó la dirección en una hoja de cuaderno que había sacado de su bolso escolar y me la pasó en mis manos mientras la sostenía con ambas suyas, noté cuando se acercó que tenía un suave olor a flores.

Estaba embobado cuando nuevamente miré de reojo al trío de siempre, los cuales me miraban con extrañeza y recelo. 

«¿Ustedes que me miran? si ninguno quiso ir...»

Capítulo 3: Tristeza oculta e inocencia al descubierto

Al término de las clases, me dispuse a dejar las notas a la chica.

Así que luego de un pequeño viaje en tren y detenerme en una estación no muy lejos de mi casa, logré llegar por fin a la dirección que la hermosa delegada me había anotado en el papel, fue en ese momento cuando caí en la cuenta del error que había cometido y estando en frente de la puerta de aquella casa, pensé:

«¡¿Cómo demonios voy a hablar a la chica que accidentalmente acosé en tren?!»

No vi algún buzón o algo así para poder dejar las notas, se me cruzó por la cabeza dejar las notas de la clase por debajo de la puerta, pero un cuaderno así no cabría por allí.

Sin otra opción, me acerqué resignadamente a la reja del antejardín de la casa, la cual era de paredes blancas y con detalles de madera por los marcos de la ventana. El ante jardín tenía unas ligustrinas a ambos lados de la entrada, algo secas, aunque tomando en cuenta la época del año en que estábamos, es decir casi llegando a invierno, era normal que se vieran así.

La casa además tenía a un costado de la puerta un ventanal de vidrio que impedía ver hacia adentro con claridad, por otra parte, la casa parecía ser al parecer de un piso, pero amplia hacia atrás, era estilo occidental como todas las del lugar.

«Se ve bastante bonita»

Un pequeño gato blanco con manchas negras salió de la nada y se posó en la muralla de la reja a la altura de mi hombro derecho y me miró con curiosidad.

—Tranquilo, no vengo a invadir tu territorio —el gato bostezó desinteresadamente, de seguro le parecía aburrido.

Abrí la reja para entrar al ante jardín, luego me acerqué a la puerta de madera fina y me dispuse entonces a sacar el cuaderno de notas

Fue cuando sin darme cuenta de ello, levanté la mirada al sentir como dicha puerta súbitamente se abría para encontrarme con una chica vestida con delantal blanco. Me miraba algo sorprendida, pero con curiosidad mientras yo quedaba helado ante ella, sin saber cómo reaccionar.

—¡¿Acosador-san?! ¿Qué haces aquí? —reaccionó sorprendida.

—¡¿Acosador-san?! Espera, yo no soy ningún acosa... —me interrumpí colocando la palma de mi mano derecha en mi rostro para poder re-ordenar mis ideas.

—¿Pero no intentaste besarme en el tren? —preguntó con una tranquilidad que me desesperaba.

—¡No! —repliqué con enojo.

—Si no querías besarme... ¿Qué hacía acosador-san tan cerca de mí? ¿Acaso se dio cuenta que estaba mal lo que hacía o… que no soy de su gusto? —agregó inclinándose un poco a la vez que me sonreía ligeramente.

«¡¿Esta chica está hablando en serio?!» Pensé para luego intentar replicar.

—¡No! Es decir, no es que no seas de mi gusto o algo así es solo que...

«¡¿Espera que estoy diciendo?!»

Fue en ese instante cuando me percaté que me estaba mirando con una tierna pero burlesca sonrisa.

—Lo haces a propósito, ¿No?

—Si —respondió conservando su sonrisa.

—Mira, solo vine a dejarte esto... La delegada de clase me pidió que te lo trajera, al parecer ninguno de tus amigos lo podía hacer, así que me ofrecí... —dije mientras le entregaba el cuaderno de notas.

Ella acercó su mano al cuaderno azul y al recibirlo, noté como su semblante alegre cambiaba.

—Ya veo... —contestó algo triste.

Sabía cuál era esa mirada, era una mirada de soledad…

La miré por un segundo al darme cuenta de ello, hasta que volví en mí al saber que no sacaba nada:

—Debo irme, se supone que esas notas son importantes para el examen así que por eso las traje... Emm… Adiós —me disponía a retirar, cuando una voz de una niña se escuchó desde el interior de la casa.

—Anna nee-chan, ¿quién es?

—Es un compañero de la preparatoria, vino a dejarme las notas de la clase de hoy —contestó la chica volviendo a su sonrisa de antes.

Fue cuando una pequeña cabeza de una niña con el mismo color de cabello y de ojos que la chica se asomó por el costado derecho de ella, para luego salir completamente, por la altura deduje que tendría unos seis años.

—¿Un compañero de clases? ¿Cómo se llama? —preguntó la pequeña.

—Acosador-san —respondió Fujioka normalmente.

—¿Acosador-san? ¡Qué nombre tan raro! ¡Hola acosador onii-chan! —saludó la pequeña niña de manera alegre levantando su pequeña mano.

—¡Que no soy un acosador! —repliqué molesto a su hermana mayor—, Me acerque porque una mariposa estaba posada sobre tu nariz mientras estabas dormida ¡Eso es todo! —explique y aunque sonaba bastante irreal, es lo que ocurrió.

—Mmm… —Gesticuló la chica mirándome con una sonrisa confiada. estaba seguro que no me creía—. Eso suena bastante inventado... 

Llevé mi mano derecha a mis ojos, para tratar de apaciguar el creciente dolor de cabeza que me estaba atormentando.

«Y tiene toda la razón... ¿A quién se le ocurriría hacer algo así?»

—¿Una mariposa? ¿Tienes una mariposa Anna nee-chan? —preguntó la pequeña curiosa.

—No, no tengo ninguna mariposa ahora, Emiko.

—Ooh... —respondió tristemente la pequeña, mientras bajaba los hombros decepcionada.

—Era blanca y de este tamaño... —agregué, mientras indicaba con mis dedos índice y pulgar de mi mano derecha el tamaño de la mariposa—. Y revoloteaba cerca mío hasta que se posó en la nariz de tu hermana, ella no se percató porque estaba dormida, así que intente quitarla... soplando...

«Una idea genial, de seguro...»

—¡Ooh! ¡No sabía que había mariposas en los trenes! ¡Yo quiero ir a ver mariposas como dijo Acosador onii-chan! —señaló sonriente la pequeña.

—Nishimura, Nishimura Masao, ese es mi nombre, no "Acosador-san" —repliqué, volviendo a mirar a Fujioka-san, quien solo se limitó a sonreír.

—Pero ahora suena mucho más serio que Acosador onii-chan… —objetó decepcionada.

—Emiko, Nishimura-san te dijo su nombre ¿Qué debemos responder? —preguntó Fujioka-san a la pequeña.

—¡Oh! ¡Mi nombre es Fujioka Emiko! —saludó moviendo su mano izquierda alegremente.

—Fujioka Annaisha, mucho gusto Nishimura-kun y gracias por traerme las notas, se aprecia mucho —agradeció Fujioka-san, con una pequeña reverencia—.  Siempre te veía solo en clases y... Nunca me atreví a saludarte ¡Pero me alegra saber que eres más agradable de lo que pensaba! —respondió sonriente y con un ligero rubor en sus mejillas..

«¿Agradable? ¿Que siempre me veía? ¿Es decir que nunca pase desapercibido?»

Luego caí en la cuenta que la delegada de clases también sabía quién era, si no me notara no habría sabido mi apellido. 

«Me siento estafado…»

—¿Estás bien Nishimura-kun? —preguntó Fujioka-san, algo preocupada.

—Sí, sólo pensaba en que a veces uno cree tener todo bajo control y resulta lo contrario... —respondí desilusionado.

—¿Qué quieres decir? ¿Pasó algo?

—No, nada. Será mejor que me vaya —respondí con una falsa sonrisa.

—¿Ya te vas? —preguntó Fujioka-san—. ¿No quieres un poco de té? Por las molestias, digo…

—Tranquila, aun tengo un trecho algo largo para llegar a casa y estoy algo cansado...

—¿Te veremos otra vez, Acosador onii-chan? —preguntó la pequeña con interés.

—Claro... —respondí, aunque dudaba que eso ocurriera.

—Bueno… ¡Nos vemos en clases entonces! —asintió Fujioka-san alegremente.

—Supongo… —dije mientras daba media vuelta para retirarme del lugar.

—Emiko, Nishimura-san se va, así que despidámonos ¿si? 

—¡Si, adiós Acosador onii-chan! —se despedía Emiko-chan enérgicamente con su mano derecha.

—¡Hasta mañana, Nishimura-kun y gracias nuevamente! —se despedía Fujioka-san con una amable sonrisa.

Hice un gesto con la mano para despedirme, mientras abría la reja del antejardín y me retiraba de la casa en dirección a la estación de trenes.

«Eso fue extraño... ¡¿Acosador- san?! ¡¿QUE DEMONIOS?!»

  Capítulo 4: Ángel sin alas

Desde un punto en concreto de mi vida, comencé a ver a las personas de dos formas: las que son importantes y las que no. Las que son importantes tienen color, forma y detalles; las que no, comencé a verlas sin detalles y sin color, como un NPC (No Playable Character = personaje no jugable) de esos que abundan en los videojuegos y que solo están ahí para adornar, para dar la falsa sensación de vida y de que el mundo que te rodea es "auténtico".

Sé que es una manera de pensar muy pesimista, demasiado pragmática, quizás y algo pedante. Sin embargo, debo decir que antes si creía en las personas, pero mis experiencias en mi anterior preparatoria se encargaron de demostrar lo contrario...

Eso y porque también soy corto de vista, en mi vida escolar uso lentes de contactos, cuando era pequeño siempre se metían conmigo y al parecer era una sola razón: mis gafas, las cuales ahora solo uso cuando estoy en casa. El problema es que ciertas personas comenzaron a tomar forma y color por sí solas y sin que yo me diera cuenta, empezaba a preocuparme por esas personas…

Luego de entregar las notas a Fujioka-san, había quedado pensando en lo extraña que es y también su reacción despreocupada ante lo ocurrido, otra persona hubiera reaccionado de manera mucho más recelosa y no tan confiada, pero pareciera que me estuviera esperando, o algo así. 

Quizás esperaba que me disculpara por lo ocurrido en el tren, pero todo pasó tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar a nada más. Así que luego de despedirme, me dirigí rápidamente a la estación y concentrarme en llegar a casa, y una vez allí, comí la cena preparada que había comprado camino a casa;  El clásico Katsudon, aquel cuenco de arroz cubierto de una chuleta de cerdo con huevo frito y otras cosas, aquel plato, proveniente de la tienda de conveniencia que está cerca de casa, me salvaba más de una vez. Por lo que era útil si quería concentrarme para lo que venía en la clase del día siguiente.

Sin embargo, aunque intenté descansar luego, creo que fue en vano, no podía quitarme de la cabeza a esa chica, así que luego de tomar una ducha me fui a dormir y esperar que el sueño me ayudara a olvidar el mal rato.

Un par de días pasaron, aburridos y sin contratiempos. Estaba feliz con ese hecho, sin embargo un día mientras estaba sentado mirando el atardecer al final de las clases, esperando que dieran el aviso que indicaba el final de estas, algo me estaba molestando, no sé qué era pero no podía concentrarme, además los de siempre, aquel grupo de atrás, habían comenzado con las suyas. Aunque intentaba no prestarles atención era imposible, más que nada porque salió un nombre que me llamó la atención.

—¿Han sabido algo de Fujioka? —preguntó la pelirroja, quien estaba sentada en su puesto y había comenzado a guardar sus cosas. Parecía estar verdaderamente preocupada.

—No, no he sabido nada de ella, la última vez que vino, me saludó, entró a clases y no volvió a hablarme... —respondió el chico J-pop, mirando su cuaderno, luego alzó la vista para mirar a su amiga continuó—. Espero que esté bien…

No siempre estaba al tanto de lo que hablaban, pero cuando mencionaron a la chica del tren, automáticamente y sin saber porqué, presté atención a lo que hablaban.

—Sabes que siempre está ocupada en sus cosas, quizás de verdad tiene novio y no le ha dicho a nadie, ¡Eso sería divertido de ver! ¡Ja,já! —agregó el rock-star mientras reía fuertemente.

—¿Qué tiene divertido si tiene novio o no? ¿acaso no puede? —replicó la pelirroja algo molesta.

«Si estas tan preocupada por qué no la llamas o vas a visitarla, se supone que son amigas, ¿no?»

—Creo que la llamaré para saber cómo está... —comentó la pelirroja, mientras tomaba su teléfono y salía del salón.

«Eh... ¿proyecté mis pensamientos»

—Tch... —Resopló mientras miraba molesto a quien, al parecer, era su novia, para luego tomar su bolso y se disponía a guardar sus cosas.

«¿Y eso por qué?» Pensé mientras los miraba de reojo.

En eso sentí que alguien se acercaba, un aroma a flores hizo que me olvidara de ellos y volviera a mí mismo.

—¿Nishimura- kun, Puedo… ¿platicar algo contigo? —era la delegada quien estaba de pie al costado izquierdo mío y con ambas manos en su espalda.

«Por ti puedo subir al Everest y volver»

Claro... —respondí con indiferencia.

Ambos salimos del salón de clases, la seguí mientras caminaba casi hipnotizado por su larga cabellera, sin darme cuenta me llevó a unas escaleras que estaban algo lejos del salón de clases, eran unas escaleras situadas casi llegando al 3er piso, por lo general ahí no pasaba nadie a esa hora, por lo que, si lo que quería era privacidad, era lógico que quisiera platicar allí.

—Dime, Nishimura-kun... Cuando fuiste a ver a Fujioka-san, ¿notaste algo raro en ella? —dijo una vez habíamos llegado, mientras se daba media vuelta para mirarme.

Bajo sus lentes redondos se ven unos ojos de color marrón y un toque rojizo... eran hermosos, así como extraños, ya que si bien mostraban preocupación, también mostraban cierta curiosidad.

—¿Nishimura-kun? ¿Por-- por qué me miras así? —Sin darme cuenta la miraba fijamente y quizás eso la había puesto algo nerviosa, pero no estaba apenada.

—¿Eh?... ¡No, nada, disculpa! Es que tu pregunta me dejó pensando un poco... Sólo quería saber si tu pregunta era real o no —contesté algo nervioso, olvidaba que es de mala educación mirar directamente a los ojos por mucho tiempo, sobre todo cuando no son cercanas.

—¿Real? ¿Por qué mi pregunta no sería real? ¿Una pregunta puede ser falsa? 

«Esas preguntas son interesantes, de hecho» pensé para luego concentrarme a lo que me llamó

—No te preocupes, respecto a Fujioka-san, sólo noté que estaba cansada ¿por qué preguntas?

—Bueno, es que.... Últimamente, Fujioka-san ha faltado mucho a clases y eso me preocupa y a los profesores también. Ella es una buena estudiante y temen que sus constantes inasistencias afecten su rendimiento académico, además temo esté pasando por algo malo —señaló mientras bajaba la mirada y sus manos se mantenían en su pecho.

—Ya veo... Pero ¿por qué no se lo preguntas a alguien más? yo no soy muy cercano a ella que digamos.

—Eres la primera persona de la escuela que va a su casa, necesitaba información más cercana que alguien que sólo la ve en la escuela —respondió algo desilusionada.

«¿Primera? Creí que ella y la pelirroja eran suficientemente cercanas como para visitarse...»

¿Y la preparatoria? Ellos deberían estar al tanto de sus problemas, si es que es algo grave... Supongo. —pregunto algo dudoso.

—Precisamente eso es lo que no ha quedado claro, según ella todo está bien... Pero me da la impresión que algo más está ocultando... —comentó mi delegada mirando hacia un costado, mientras comenzaba a jugar con un mechón de su larga cabellera. Luego de unos segundos volvió a mirarme esperanzada y se acercó peligrosamente:

—¿Puedo pedirte un último favor, Nishimura-kun? —preguntó acortando la distancia entre nosotros, y esa vez quien me miraba a los ojos era ella.

—¿Dime...? «Esos ojos, definitivamente me sacaran el corazón»

—¿Podrías hablar con ella? —preguntó con los ojos brillantes.

—¿Eso no deberías hacerlo tú? ¡tú eres la delegada de la clase! —contesté desafiante.

—Lo haría, pero lo cierto es... Que soy muy tímida... —respondió avergonzada, mientras volvía a desviar la mirada.

«¿Qué? ¿En serio?»

Luego caí en la cuenta que, cuando pidió a la clase si alguien podía ir a dejar las notas, creo que habló demasiado bajo y esa era una de las razones por las que nadie se ofreció.

—Y si eres tímida ¿Cómo es que estás hablándome normalmente? «¿acaso no merezco algo de tu timidez

—Es que... No sé por qué, pero contigo siento más confianza, creo que ambos somos tímidos así que... ¡Creo que eso me dio valor! —contestaba con una amable sonrisa.

Genial, confundió mi indiferencia con la gente con timidez, aunque desde el punto de vista de ella o de cualquiera tenía sentido. No hablaba con nadie, no almorzaba con nadie y eso a sus ojos era alguien tímido. 

Un suspiro de resignación salió de mi.

—Bien... No creo que pueda lograr mucho, pero haré lo que pueda... —respondí por fin.

—¡¿En serio?! ¡Nishimura-kun eres genial! por favor si sabes algo en que podamos ayudar a Fujioka-san, por favor dímelo, ¿sí? —exclamaba mientras se despedía subiendo las escaleras... Su falda es realmente corta.

«Son de color rosa, adorable como ella... ¿Qué demonios estoy haciendo...?»

—¡No me has dicho tu nombre! —pregunté alzando un poco la voz.

Mi delegada de clases se volteó y exclamó:

—¡Oh! ¡Qué falta de educación de mi parte! —entonces comenzó a bajar nuevamente las escaleras hasta donde estaba, juntó ambas manos delante de ella además de una pequeña reverencia—. Mi nombre es Yukimura Manami ¡Mucho gusto Nishimura-kun! 

—Mucho gusto, Yukimura-san —le respondí, sin mucho entusiasmo.

—Esto... Se que es muy repentino, pero… ¿Podrías llamarme Yuki?

—¡¿Ah?!

—¡No es nada raro! —se excusaba mientras ponía ambas manos frente a ella disculpándose—. Es que... ya que estamos en esta especie de “misión secreta” me gustaría que al menos tuviéramos cierta confianza...

«¿Misión secreta? ¿Esta chica está hablando en serio? Bueno... Realmente no encuentro nada de malo, pero aun así es muy pronto...»

Pensé y mientras lo miraba  me di cuenta que de nuevo me miraba con esos ojos que me carcomía el corazón... si, definitivamente detesto tener sentimientos....

—Bien, qué más da... Yuki... san —sus ojos brillaron cuando terminé la frase.

—¡Muchas gracias Nishi-kun! —responde feliz con otra reverencia.

—¡Oye espera! —no alcancé a decir nada más cuando, ignorándome por completo, subí las escaleras animadamente.

Luego se detuvo un par de escalones más arriba y volteo un poco para despedirse con la mano.

—¡Cuento contigo, Nishi-kun! —Finalizó alegre.

Capítulo 5: Indicios encontrados

La delegada Yukimura posee una sinceridad que se demuestra en sus ojos, una que raramente se encuentra hoy en día. Además, había algo más que esconde en su manera de ser, una que lograré averiguar en un futuro...

Quizás fue eso lo que me motivó a ayudarla... 

Y porque también es realmente hermosa y no, no estoy enamorado de ella o algo así, solo me considero un mero admirador de la belleza femenina.

Luego de pasar parte de la noche pensando y cuestionando mis motivos para ayudarla, y además de idear un plan para acercarme a ella sin parecer acosador.

 Otra vez....

Me encontraba ya en clases nuevamente y ese día Fujioka-san llegó normalmente a ellas, compartió con sus amigos y luego se dedicó a estudiar como normalmente lo haría. Y así llegó la hora del almuerzo el cual el mío iba a consistir en un pan de yakisoba nuevamente, y digo “iba” porque fue interrumpido precisamente por ella.

—¿Puedo? —preguntó con una amable sonrisa.

Y sin esperar respuesta vi como acercaba una silla y se sentaba frente a mí, y mientras la miraba algo consternado por su igualmente extraña visita, vi como me acercaba una pequeña caja de color verde que, al abrirla, observé que era un Hinomaru bentô, el cual contenía el clasico y bien recibido arroz blanco, con su igualmente clasico umeboshi rojo en el centro, y unas porciones de pescado ahumado, todo preparado de manera muy cuidadosa. Debo decir que se me hizo agua la boca al ver tal hermosura de bentô.

—Para ti —me dijo con una amable sonrisa mientras me lo acercaba—, en agradecimiento por haberme llevado las notas a casa, no había tenido la oportunidad de hacerlo antes ¡Lo siento! —dijo mientras juntaba las puntas de los dedos de ambas manos frente a ella, en una señal de disculpa.

La miré impresionado por un pequeño momento.

—No era necesario esto, en serio —respondí de manera fría y cortante, cuando de pronto caí en la cuenta:

«Espera estás perdiendo la oportunidad de averiguar que pasa»

—Lo siento es que... No estoy acostumbrado... —agregué luego, cambiando el tono a uno más amable.

—Porque siempre almuerzas solo... Quizás te guste estar solo, a mí también me gusta la soledad de vez en cuando, es bueno para despejar la mente... —decía mientras su mirada se perdía en la nada.

—Fujioka-san, te veo cansada y distraída hace bastante ¿Te encuentras bien? —mi pregunta es recibida con una cara de sorpresa y era de esperarse, pregunté algo que a todas luces era entrometerse en la vida privada de alguien más.

—Me.. ¿me estabas viendo? —preguntó ligeramente sorprendida, para luego continuar—.  No sé a qué te refieres... Estoy bien en serio —finalizó con una falsa sonrisa y algo cabizbaja.

Fue cuando alguien más llegó a nuestro lado:

—¿Fujioka, qué haces? ¿No se supone que me ayudarías con la preparación para el examen que viene? —era pelirroja y más que petición parecía una orden.

—¡Es verdad! Lo siento Nishimura-kun, otro día conversamos —Fujioka-san se disponía a retirar sus cosas cuando en eso la interrumpí.

—Fujioka-san ¿Sabes por casualidad quien ordenó mis cosas cuando tropecé con mi mesa un día antes de que fuera a tu casa? No he tenido la oportunidad de agradecerle...

Aquella pregunta al parecer sorprendió a la pelirroja que me miraba extrañada y algo molesta.

—No hace falta Nishimura-kun... —respondió Fujioka-san con la misma amable sonrisa.

«Así que fuiste tu...»

Cuando ambas se alejaron de mi mesa, vi como Fujioka-san me miraba por última vez, para luego dirigirse a la salida del salón de clases, de nuevo con aquella mirada perdida…

                    Capítulo 6: Paradero desconocido

Las clases habían acabado, estaba en la salida de la preparatoria a un costado de la reja principal y apoyado en la pared roja de esta. Con mis manos en los bolsillos del pantalón, veía los últimos rayos del sol... Aquel arrebol del cielo me trajo recuerdos, unos con los cuáles debo aprender a vivir…

Fue cuando de pronto vi a alguien salir apresurada de la preparatoria, su cabello castaño oscuro, rojizo y corto, se balanceaba a su andar y sus ojos verdes mostraban preocupación y apuro.

Decidido a seguirla, pero sin que se dé cuenta, acorté la distancia entre nosotros. Necesitaba saber a dónde iba con tanto apremio.

Y así luego de verla correr por varias calles, se detuvo en una tienda de conveniencia para luego salir de ella con sus compras en una bolsa de plástico y continuar su camino a pesar de que se notaba que estaba cansada. Afortunadamente no se dio cuenta de mi presencia, lo malo es que a pesar de que mis intenciones no eran malas, el hecho que la siguiera de esa manera no daría buena imagen de mi, pero era lo mejor que se me ocurrió. 

Podría simplemente haberle preguntado, pero estaba seguro que si lo hacía se negaría.

«Ahora si parezco acosador y es justo lo contrario de lo que quería...» pensé, luego de ver que se detuvo en el hospital.

«Ya veo... Toca esperar»

Y así, luego de una hora, el sol ya se había ido para dar paso a una fría noche de finales del otoño. 

Fujioka-san volvió a aparecer. Solo que esta vez se le veía algo triste, trató de correr, pero no podía, se le notaba el cansancio.

Sin embargo, continúo a paso acelerado, y me llevó hasta la estación de tren, por lo que decidí subir el mismo tren, eso sí en otro vagón para evitar que me viera llegar.

Ya arriba hice lo posible para poder llegar hasta donde está ella, había  demasiada gente, por lo que comencé a buscarla entre la gente sin llamar demasiado la atención, hasta que por fin la encontré viajando de pie, sujetada de uno de los pasamanos del tren y entre un par de oficinistas que se subieron en la misma estación.

Ella continuaba mirando por la ventana con la mirada perdida en la oscuridad de la ciudad, sacó  su móvil y con la misma mano que lo sujeta, comenzó a revisarlo, se le nota lo preocupada. De pronto, el movimiento del tren hizo que perdiera un poco el equilibrio, lo cual hizo que tropezara con alguien más.

—Lo siento... —se disculpó sin mirar, pero inmediatamente después levantó la mirada sorprendida. 

—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —respondí a su reacción.

—¿Qué haces aquí, acosador-san? —preguntó, aún con sorpresa.

—¡No me llames así! —repliqué molesto y tratando de levantar demasiado la voz —. ¡Menos aquí!

—¿Por qué estás aquí? —preguntó, Fujioka-san, ignorando mi replica y con la misma tranquilidad de siempre.

—Este es mi camino a casa, ¿lo recuerdas? 

«En realidad desearía que lo olvidara...»

—¡Ah!, ¡la vez que intentaste besarme mientras dormía! —respondió alzando un poco la voz, lo que a la vez llama la atención de algunos pasajeros cercanos.

—¡¿Es lo único que siempre me sacarás en cara?! Además, ya te expliqué lo que pasó realmente —le contesté acercándome para evitar que se oyera más fuerte.

Me percaté que Fujioka-san apartó la mirada y estaba algo roja, no me había dado cuenta que estábamos muy cerca. Fujioka-san era más baja que yo, por lo que su cabeza estaba a la altura de mi pecho, casi llegando a mi barbilla.

No pude evitar sentir un ligero y suave aroma a cítricos

«Su cabello huele muy bien...»

Pensé mientras me di cuenta también que la situación no era la mejor, lo peor de todo es que no nos podíamos mover, había demasiada gente. Por otra parte, la oportunidad era perfecta:

—Estás preocupada por Emiko-chan ¿no?—pregunté de manera natural, mientras miraba hacia otro lado—. Es tarde, también debe estar preocupada por ti.

 —Si... Debo ir a buscarla a su escuela antes de ir a casa —me respondió con preocupación y llevando su mirada hacia la ventana.

—¿Está cerca de tu casa? si quieres te puedo ayudar...

Mi pregunta hizo que volviera a mirarme, es la misma mirada que vi durante el almuerzo, sin embargo, no duró mucho y terminó por apartarla nuevamente.

—No... Estoy bien, en serio Nishimura-kun...

Aquella reacción lo entendía; que un tipo que acabas de conocer te diga algo así… Sin embargo, continué:

—No te creo... —declaré firmemente, ella volvió a mirarme, luego frunció un poco el ceño y agregó:

—No te pido que lo hagas...

—Has estado esforzándote para ocultar algo, pero cada vez te cuesta más hacerlo...

—De qué estás hablando... Te digo que estoy bien, además no podría pedirle ayuda a un compañero de preparatoria y menos a un recién conocido… —contestó de manera evasiva, sin mirarme a los ojos.

—Tienes razón, soy un recién conocido —asentí, vi como dirigía su mirada hacia a mi nuevamente.

«Esa mirada... Maldición, cuanto la detesto»

Ambos nos quedamos en silencio unos segundos, mientras el tren seguía su camino a través de la noche. Tomé aire y me preparé para lo que seguía:

—Tienes a alguien enfermo ¿No es así? —pregunté sin mirarla directamente. 

 Fujioka-san me miró con los ojos abiertos, claramente acerté, además ella no se esperaba una pregunta tan directa y asertiva.

—¿De verdad me has estado siguiendo...? —preguntó sorprendida.

«Definitivamente después de esto seré el acosador de la clase» Pensé, pero ya no podía dejar las cosas así.

—Fue porque sabía que algo andaba mal...

—¿Acaso estabas preocupado por mi...? —preguntó Fujioka-san bajando la mirada, la cual se veía decepcionada.

«¿incluso ahora sigues pensando así»

Pensé, mientras pareciera que el tiempo se detuviera en ese instante.

—Sé que quieren decir esos ojos tuyos, Annaisha... —interrumpí el silencio mientras ella me miraba sorprendida.

«Esos ojos...»

—No puedes siempre estar protegiéndolos a todos sin importar lo que te pase a ti, no permitiré que...

«Solo piden que alguien...»

—...Te conviertas en alguien como yo.

«...Te escuche»

El tren se detuvo y las puertas del tren se abrieron, me dí cuenta que la mayoría de la gente se había ido, pero nosotros seguíamos cerca, solos en nuestro mundo gris. Ambos continuamos mirándonos, pero de pronto apartó la mirada rápidamente y salió corriendo por la puerta del tren.

«Por supuesto ¿Qué esperabas Masao, un abrazo?»

                      Capítulo 7: Confesión malograda

La soledad es algo que siempre odié, sin embargo, terminé acostumbrarme a ella e incluso necesitarla.

—Algo que siempre odié y ahora la busco... Es contradictorio...

Mencioné aquello mientras trataba de conciliar el sueño, la noche siempre hace el efecto contrario en mí y termino pensando más de la cuenta, al punto de pasar la noche entera simplemente pensando, analizando las decisiones tomadas en el día y las consecuencias de estas, pero esa noche algo más tenía entretenido mis pensamientos...

La noche anterior dormí poco gracias a que, mientras miraba al cielo de la habitación con mis manos en mi nuca, se me vino a la mente la petición de la delegada Yukimura-san y su preocupación por Fujioka-san. La primera impresión que tuve, y de lo que conocía de ella, fue de alguien que guardaba muchas cosas detrás de su sonrisa, por otra parte también es alguien muy preocupada por las personas que le rodean. Me di cuenta que ella siempre estaba al tanto de sus amigos, no así al revés, pues al parecer para ellos ella era alguien que si bien se preocupaban por ella, no lo demostraban cómo debía o estaban demasiado metidos en sus propios asuntos como para ser consciente de ello...

Es un pensamiento cruel, pero no me extrañaría que así fuera. Su preocupación es tal que es capaz de poner el bienestar de los demás por encima del suyo... Lo cual en esa noche me tenía... Molesto...

—Je... la delegada de la clase tiene razón... —susurré mientras otro pensamiento se me venía a la mente—. Su mirada me recuerda a unos meses atrás... Ella no se lo merece...


Una mano agarró la mía, esto me hizo volver al presente y fuera del tren, sorprendido y confundido ví a Fujioka-san que me estaba tomando la manga izquierda de donde me había jalado hacia afuera. Sus ojos estaban cubiertos por sus cabellos, mientras su aún respiraba agitadamente, al parecer si había corrido, pero por alguna razón volvió al tren y me jaló hacia afuera antes de que las puertas de este se cerraran.

Estaba estupefacto ante su actuar, me costó reaccionar, pero luego de unos segundos terminó por romper su silencio:

—Quise correr, huir de aquí, de tí... —declaró, con su voz algo quebradiza.

De pronto, ella lentamente alzó la vista, para mostrar aquellos hermosos ojos esmeralda, los cuales se llenaban de lágrimas a punto de salir, se veía que hacía un esfuerzo por no llorar. 

No sé si era la luz o la situación, pero parada ahí tan débil e indefensa, de verdad quise protegerla…

—Lo hecho, hecho está... —dije por fin, apartando la mirada y dejando a un lado aquella intención. 

—¿Cómo supiste todo? —me preguntó, con su mirada llena de dudas.

Dudé un poco en responder, ya que realmente no estaba seguro de lo que vi, pero al menos merecía saber mi teoría.

—La vez que fui a tu casa, no parecía haber nadie más salvo tu hermana, ella se veía feliz, en cambio tú te veías triste y cansada, aunque intentabas disimularlo, siempre con una amable sonrisa... Por otro lado, cuando estás con tus amigos pareces ser la única que siempre está al pendiente de ellos... —comenté pensativo, mirando hacia un costado, para luego volver a mirarla a los ojos—. No lo sé, pero pareciera que ellos siempre dependieran de ti, sé que no querías preocuparlos por que no se lo has comentado a nadie incluso a tu amiga más cercana...

—¿Eso es lo que piensas? ¿que me oculto de ellos? —preguntó, sin dejar de mirar el piso.

—Son solo conclusiones... sospechas, pero al parecer di en el clavo… ¿No?

—Je... es verdad —contestó Fujioka, mientras unas pequeñas lágrimas comenzaban a correr suavemente por sus mejillas rojas—. Soy una cobarde…

—No, espera, no es lo que quise decir...

—¡¿Pero qué más se suponía que debía hacer?! —gritó mientras alzaba la vista nuevamente y daba un paso hacia adelante, empuñando sus manos a sus costados—. ¡Es la única manera que conozco, no puedo simplemente depender de los demás para poder hacer las cosas, no puedo decirles lo que ocurre a nadie más porque no estoy segura de lo que piensen de mi! ¡He estado sola desde que todo esto comenzó, desde que mamá cayó en el hospital, no puedo depender de nadie más! 

—¡Fujioka, por eso estoy aquí! —exclamé tratando de tranquilizarla—. ¡Para escucharte!

—Y de pronto un chico con el que nunca había hablado antes, me pregunta si ocurre algo y me ofrece ayuda… ¡¿Qué se supone que debo hacer?!

Vi como entonces rompía en llanto, llevando sus manos temblorosas a sus ojos en un intento en vano de ocultar su llanto.

Aquella chica sonriente, bromista, tranquila y recatada, ya no estaba y a cambio estaba una chica que estaba mostrando sus miedos y frustraciones.

Esta demás decir que entendía su situación, en nuestra sociedad, es muy mal visto que alguien pierda la compostura de esa manera, y sobre todo, molestar a los demás con tus problemas personales, eso dejáselo a la almohada y buena suerte en ello…

Fujioka no podía parar de llorar, pareciera que acababa de explotar todo lo que tenía dentro de sí y llevaba aguantando por quizás cuanto tiempo, y aunque no sabía a ciencia cierta qué fue lo que gatilló todo, al menos sabía que parte del problema se debía a que su madre estaba enferma. Por otra parte, y respecto a su problema como tal, de alguna manera me imaginaba cómo se debía sentir, pero no se me ocurría nada para calmarla, no sabía qué hacer cuando alguien más lloraba, sólo sabía qué hacer cuando yo era el del llanto, pero ya hace mucho que no lo hacía.

Luego de unos minutos Fujioka logró calmarse, ambos estábamos solos, sentados en el pequeño paradero del tren, las luces lejanas y ruidos de la noche nos hacían compañía y hacían de ese momento algo muy onírico. Por otro lado, aún era temprano, pero para nosotros pareciera que hubiera sido una eternidad.

—Mis padres.... Se separaron hace un mes, todo comenzó cuando un día llegué a casa y vi a mi madre llorando en la cocina. Emiko estaba en su habitación y no se había dado cuenta... —me contaba Fujioka, ya un poco mejor mientras se secaba las lágrimas con las mangas de su chaqueta escolar—. Mi madre me contó que había visto a mi padre con otra mujer un día cuando le hizo una visita sorpresa al trabajo, eso la destrozó completamente. Sé que quería mucho a mi padre por lo que estaba segura que le dolió... Mi padre ese día no volvió a casa, sólo lo hizo una semana después para ir a buscar sus cosas, aquel día ellos no se hablaron. Sin embargo, mi padre, antes de irse, me regaló una sonrisa y le dijo a Emiko que se iba de un viaje de negocios, siempre lo hacía, así que Emiko lo entendió y le deseó un buen viaje mientras mi madre y yo lo veíamos alejarse hasta la puerta, ella fingió una sonrisa y se fue a su habitación, desde entonces que ella dejó de sonreír. Muchas veces la sorprendí llorando a solas sin que Emiko se diera cuenta... —ví como unas lágrimas furiosas amenazaban con querer salir nuevamente, pero Fujioka intentó mantener la calma, por lo que tomó un poco de aire y continuó:

—Hace una semana… mi madre enfermó y cayó al hospital, los médicos dijeron que estaba débil ya que no había comido nada durante unos dos o tres días, yo no me había dado cuenta porque me quedaba hasta tarde en la preparatoria ayudando a Hayashi en sus estudios siempre cuando ella podía, y también yendo a buscar a Emiko a su escuela y cuidando de ella. Desde entonces he intentado que mi madre mejore, pero no lo hace, no quiere comer y con suerte bebe algo...

Vi como Fujioka apretaba sus manos en su regazo y lágrimas volvían a hacer acto de presencia en sus ojos, luego dirigió su mirada hacia mí, quizás buscando una respuesta, una que en realidad no tenía.

—Sólo me queda... ¿Esperar? No quiero que mi madre también se vaya...

No supe qué decir, la miré sorprendido y algo confundido, no sé qué más pudo haber pasado para que ella llegará a ese estado. Pero luego de unos minutos, aparté la mirada hacia el frente y pensativo declaré:

—Mis padres también están separados... La diferencia es que ambos se odian, además ha pasado un tiempo así que tampoco es reciente, pero... Sé lo difícil que es ver como tu familia se cae a pedazos, aun así... —insistí mientras levantaba mi mirada hacia su ojos—. No es motivo para no querer ayudarte.

Ví que me vuelve a mirar buscando en mi alguna solución. Sin embargo, antes que dijera nada más continué:

—No estás sola aunque no creas, hay personas preocupadas por ti, Yukimura-san, por ejemplo. 

—¿Yukimura-san...? —Preguntó algo confundida.

—Así es, ella me pidió que hablara contigo porque sabía que algo estaba mal, si hay alguien que vió lo que nadie más, fue ella... —insistí, tratando de que al menos lograra escucharme.

Fujioka apartó la mirada algo decepcionada, no sabía porqué, pero luego volvió a mirarme y preguntó:

—¿Y estás aquí, porque ella te lo pidió?

—En un principio ese era el motivo principal, si —vi como sonreía algo decepcionada—. Pero…

Ella volvió a mirarme, interesada en lo que iba a decir, tomé aire y traté de sonar lo más seguro posible, aún tenía muchas dudas, pero no la quería decepcionar.

—Luego de escuchar todo lo que me has contado y también porque… «Me sentí identificado en cómo te sientes»...sería una falta de respeto abandonar el barco cuando ni siquiera ha zarpado. Así que aquí estoy, dispuesto a ayudarte.

Fujioka me miró algo sorprendida, ni yo mismo me creí lo que dije, sin embargo...

—Yo... Yo no quería causarle problemas a nadie y aunque intenté ocultarlo, en el fondo sólo quería que alguien se diera cuenta y… —me miró sonriente—. Me rescatara de esta... Mentira...

—Yo no soy nadie para rescatar a alguien… —comenté pensativo—. Me considero una horrible persona, pero aquí estoy, lo que significa que estoy de tu lado.

—¿Qué tiene de horrible intentar ser amable? —me respondió un poco más tranquila.

—No se trata de ser amable... Además, siendo sincero, es un mero capricho también, si lo hago... Es porque quiero.

—Un capricho... Eres extraño… —comentaba sonriente y pensativa—. Pero, llegado a este punto… lo acepto. Acepto tus caprichos.

—No sé muy bien cómo interpretar eso, pero... Creo que después de todo no podría echarme atrás ¿No? además tampoco podría decir que no a esos ojos —respondí un poco más relajado.

Ella me miró sorprendida e inmediatamente soltó una carcajada, lo que a su vez me sorprendió y caí en la cuenta:

—Dije eso último en voz alta ¿verdad?

—¡Se oyó perfectamente! —contestó, mientras se secaba las lágrimas de los ojos y reía tiernamente, algo que me alegró.

—Te ves mejor así, al menos a ti te queda —comenté algo molesto, mientras ella terminaba de secarse las mejillas.

—¿Qué cosa?

—Una sonrisa sincera… —conteste sin pensar.

Fujioka me miró con los ojos abiertos y roja de vergüenza 

«¿De verdad sus ojos eran así de verdes?»

—De- De acuerdo, quizás lo mejor será empezar de nuevo… —dije intentando cambiar de tema, por lo que me puse de pie, para tratar de formalizar la situación—. La última vez fue algo caótico… así que aquí voy de nuevo: Mi nombre es Nishimura Masao, prometo ayudarte en lo que pueda.

Ella me sonrió y también se puso de pié frente a mí, y junto con una ligera reverencia se presentó:

—Fujioka Annaisha, espero que cuides bien de mi.

Al incorporarse me sonrió amable y cálidamente. Logró ponerme nervioso incluso y sentí como un calor llenaba mi rostro.

—Se--- Será mejor apresurarnos Fujioka-san, tu hermana debe estar esperando —dije con algo de vergüenza y tratando de cambiar de tema, pero Fujioka no se movía y en cambio me miraba algo pensativa, como si estuviera recordando algo—.¿Fu...Fujioka-san? ¿Qué pasa?

—Annaisha —comentó con una extraña determinación—. Es Annaisha, pero puedes llamarme Anna.

—¡¿Ah?! No espera, no podría...

—Pero en el tren me llamaste por mi nombre, es la primera vez que un chico me llama por mi nombre, además te acabo de contar algo muy personal ¡Debes hacerte responsable de ello! —emplazó algo molesta.

«¡¿Hacerme responsable?!»

Pensaba mientras recordaba a qué se refería, otro aspecto, algo extraño para los que no crecieron aquí, es que el nombre de pila, su uso es solo exclusivo de personas cercanas muy cercanas, como la familia o algo más… Y fue cuando nuevamente caí en la cuenta: la había llamado por su nombre en el tren antes de que este se detuviera y tenía razón respecto a lo segundo ¡¿Pero hacerme responsable?!

—¡No digas esas cosas a la ligera, que se pueden malinterpretar! —repliqué algo enfadado.

Fujioka, soltó una risa demasiado adorable.

—Lo sé, sabes que lo digo para molestarte, sin embargo, dijiste que me ayudarías, estoy apostando por un desconocido y dejando que se acerque a mi, por lo que a cambio también quisiera que confiaras en mí, Masao... —contestó alegremente mientras yo la miraba casi resignado.

Ella lentamente comenzó a caminar, aún se notaba estaba algo apenada por todo, por lo que aún estaba algo tambaleante, pero luego de unos pasos se detuvo y volvió a mirarme. Me sorprendió lo fuerte que era y lo fácil que le resultó pasar del llanto a una risa...

«Hacerme responsable…» pensé mientras también comencé a caminar tras ella.

Quiero ayudarla, pero lo cierto es que... No sé cómo. Pero algo tengo claro, no dejaré que caiga donde estoy.

 Capítulo 8: Humilde fortaleza

Antes tenía amigos o mejor dicho "amigos" pero las decepciones pasadas me hicieron comprender que cuando uno está abajo; lo más bajo, es cuando te das cuenta que estás solo y es ahí cuando te toca escalar sin ayuda de nadie...

Sin embargo, y a pesar de todo, no estuve realmente solo... Entre todas las personas que conocí antes de que todo se fuera a la mierda, hubo alguien que seguía allí, pero había decidido que, si quería empezar de nuevo, lo mejor sería borrar todo mi pasado y alejarme de todo.

Como dije anteriormente, ninguna persona tenía color ni forma para mí, salvo ciertas personas que, en contra de mi voluntad, tomaron más importancia en mi vida sin que yo lo notara. Pero la pregunta que se me vino a la mente fue: ¿Por qué?¿Por qué me debería importar? ¿acaso yo permití que sucediera? ¿Existirá una manera de revertirlo?

¿Realmente quiero revertir eso?

Luego de platicar con Annaisha, hice lo que prometí: Ayudarla.

Al menos con algo pequeño en un principio, así que luego de ir a buscar a su pequeña hermana, las acompañe a comprar unas cosas para la cena de esa noche, le ayudé con las bolsas y luego la acompañé a casa, por otra parte, Emiko-chan seguía con eso de "Acosador onii-chan", creo que ni siquiera sabía el significado de esas palabras...

Luego Emiko-chan quería que me quedara a cenar y Anna a pesar de que me conocía bastante poco, también iba acceder a esa idea. Pensar que tomarían esa confianza conmigo me sorprendió, sin embargo decidí que lo mejor sería volver a mi casa y mantener mi distancia, así que me disculpé y me retiré antes de que volviera a insistir.

Quería hacer las cosas lo más fríamente posible, sé que ahora suena contradictorio, pero tenía mis motivos para pensar así, además… Ya que sabía cómo acabaría todo si me acercaba demasiado...

Ya en casa, seguí dándole vueltas al problema en cuestión, le dije que le ayudaría, que encontraría una solución, pero continuaba pensando en cómo y sinceramente no se me ocurría una solución a un problema que no comprendía del todo, así que llegué a una conclusión: para poder entender el motivo, es necesario saber cuál es el origen del problema, y por fin encontrar un hilo del cual jalar. Annaisha me había dado una tarea bastante complicada… Aunque en realidad, me la di yo mismo y eso es lo que más me molestaba...

No me percate como fue que se me pasó la noche, pero el sol ya estaba en lo alto antes de darme cuenta. Así que decidí levantarme y luego de una ducha rápida, hice algo que no hacía hace mucho: mirarme en el espejo. No suelo darle importancia a mi apariencia, pero aquel día me dio por observarme allí y ver, al menos, si me veía decente y aparentaba ser una persona como mínimo.

Mi cabello negro estába más desordenado que de costumbre y me costaba ordenarlo, además en el reflejo vi que, bajo mis cansados ojos azules, heredados por parte de mi madre, se asomaban una inusales ojeras, más grandes de las que yo recordaba...

«No creo que sea por no dormir lo suficiente... Si lo que más hago es dormir cuando tengo tiempo...» Pensé, mientras iba en dirección al armario a colocarme el uniforme. Terminé de vestirme, tomé un café algo cargado para poder despertar y me dispuse a partir en dirección a la preparatoria.


Aquel día tocaba clases de educación física, mi peor enemigo... No porque sea débil o algo así, simplemente en las clases de educación física los ejercicios por general son en parejas o grupos, y lo que menos quería era hablar con alguien. Además de tener que ser compañero de ejercicio con alguien que es un total desconocido para ti, y hacer como si fuéramos amigos o algo así, era algo de lo que prefería pasar. Lo peor es que era media mañana y el efecto del café ya se estaba pasando por lo que el sueño comenzaba a hacer acto de presencia...

Así que, en vista de la situación, camino a la clase, decidí que era buena idea escabullirme al armario de balones y descansar para poder estar mejor en las siguientes clases.

—¡Muy buenos días, jóvenes!

Saludó una voz bastante fuerte y con mucha más energía que cualquiera de los presentes. Era Kurosawa Sora, pero le gustaba que le llamaran simplemente Sora-sensei, él siempre tenía más energías que cualquiera de la preparatoria Además, otra característica de él, es que  jamás se quitaba sus lentes oscuros. En esa ocasión llevaba un conveniente chándal de educación física, color verde oscuro, con unas líneas blancas por la parte superior de sus brazos, también acostumbraba llevar su peinado hacia atrás con uno que otro cabello saliendo de su frente y sienes, además de un pequeño y leve copete en su cabellera negra. Sora-sensei es un tipo que siempre se le ve alegre por lo que era común que una sonrisa adorne su rostro, lo que hace que la gente por alguna razón confié en él.

En lo personal, los lentes me producían desconfianza, aunque no había hablado con él antes ni nada por el estilo así que era solo prejuicio mío, por otra parte, se notaba que estaba lleno de energía a diferencia de mi...

Comencé a escabullirme entre los alumnos...

—¡El día de hoy tendremos algo más que simples ejercicios para levantar el alma y también los bíceps! —exclamó Sora-Sensei mientras hacía poses de fisicoculturismo—. Como ustedes saben, la vi-da es una sola y es lo más preciado que tenemos y ustedes jóvenes son el fu-tu-ro de nuestro mundo, así que son como pequeños tesoros y gemas que deben ser cuidadas, para eso deberán cuidar de su cuerpo y mente, por lo que hoy traje un nuevo batido nu-tri-ti-vo, hoy es jueves así que según mi calendario toca pro-te-i-nas.

Debo agregar que cada vez que hablaba en sílabas hacía una pose de fisicoculturista extraña como para resaltar... Supongo...

«Día de batidos...» pensé  mientras sentía como mi estómago comenzaba a dolerme.

Siempre que hacía clases inventaba algún batido que está basado en algún día de la semana según su "calendario personal" como lo llama él, que según sea el día tocaba proteínas, carbohidratos, antioxidantes, etc...

No sé qué le pondrá al batido, pero cuando lo llevaba nunca tenía un color agradable...

«Será mejor apresurarme, ¿porqué el armario se ve tan lejos hoy? debe ser por lo cansado que estoy...»

—¡Joven Nishimura! —exclamó una voz detrás de mí. 

Volteé para darme cuenta que Sora-sensei estaba detrás de mí con una pose extraña de físico culturista y una enorme sonrisa. Sora-sensei era un tipo fortachón y le gustaba presumir de ello, además tenía una presencia imponente.

«Estoy seguro haber visto un "stand" detrás de él...»

—Joven Nishimura, no estarás pensando en escapar... ¿O sí...? —sugirió mientras se acercaba y se bajaba las gafas para mirarme con unos ojos marrones oscuros.

Sentí que toda la clase me miraba, algunos incluso se reían, a pesar de intentar ocultarlo.

—Sensei... el día de hoy no me siento bien, en realidad quería ir a la enfermeri-

—¡Con mayor razón necesitas de mi ayuda! —me interrumpió antes de terminar de hablar—. No dejaré que un joven como tu se pierda su propia juventud, deberías estar esforzándote en disfrutar la vida misma, ven te daré un poco del ba-ti-do especial de hoy...

Cuando finalizó, fue a un costado del campo donde estábamos, donde tenía su bolso y de él sacó una botella de plástico enorme con un líquido algo espeso en su interior, el cual era de un color... Verde caqui.... ¿O era verde moco? Sea como fuere, no parecía agradable.

Se acercó, entonces, con un vaso enorme de este “ba-ti-do” especial que él sirvió.

—Lamento tener que darte tan poco, pero recuerda que hay que dejar para el resto de la clase —comentó para luego voltear a mirar al resto de la clase—. ¡Recuerden, jóvenes: compartir es importante y nos hará mejores personas!

«¿¿Qué es poco?? ¡Este vaso es casi del tamaño de mi cabeza!»

Todos estaban mirándome, fue cuando por un lado vi a Yuki-san quien estaba dándome ánimos con unos gestos demasiado adorables... Tenía su larga cabellera tomada con un moño medio y bajo la camiseta blanca ocultaba una delantera algo considerable...

«Yuki-san me está apoyando… no debo rendirme, un hombre sabe cuándo debe actuar y enfrentar su destino...»

Por el otro extremo entre el trío de siempre, se encontraba el chico j-pop, mirando indiferente el triste espectáculo, al otro extremo se encontraba rockstar quién reía burlescamente, y entre ellos estaba la pelirroja que me miraba con una cara seria y algo molesta, y allí junto a ella, se encontraba Annaisha quien miraba a la delegada algo preocupada, cuando se percató que la miraba me sonrió amablemente y me dió ánimos en silencio.

«También tiene el pelo tomado, creo que definitivamente encontraron un punto débil...»

Estaba seguro de haber escuchado "la cabalgata de las Valkirias" de Richard Wagner en mi cabeza mientras me disponía a beber el susodicho líquido...

Debo agregar que… SABÍA HORRIBLE .

Sentí también, que mi cerebro se adormecía más todavía...

Pero tan pronto como terminé de beber sentí como un calor recorría mi cuerpo y como lentamente comenzaba a recobrar fuerzas mientras el cansancio desaparecía por completo.  

—¿A que no es  bueno mi batido especial? Le puse todo lo que el cuerpo necesita para poder funcionar perfectamente —comentó Sora-sensei, a la vez que se cruzaba de brazos me sonreía confiadamente—. Dime, joven Nishimura ¿cómo te sientes?

—Me siento... Bien, de hecho, estoy lleno de energías ¡Gracias, sensei!

Y así una vez que aquella “prueba” finalizó, comenzaron las clases de educación física y Sora-sensei nos instó a hacer calentamientos, algunos no tenía problemas porque eran solos, pero los que eran en parejas tuve más problemas, ya que los demás estaban todos ocupados con sus amigos, pero Sora-sensei me terminó ayudando a estirar la espalda, no sin antes casi romperme un par de vértebras.

—¡Joven Nishimura! tus músculos no están acostumbrados, por eso te duele cuando no debería, pero al menos por ahora estarás bien —comentó Sora-sensei antes de mandarnos a todos a correr.

A penas dio la orden de hacer tres vueltas al campo sentía como mi cuerpo volvía a tener energías, las cuales usé para poder correr como el viento.Y así fue hasta que de pronto vi como trotaba cerca de mi, Yukimura Manami, y junto a ella sus dos grandes “motivos” por las cuales la vi en primer lugar.

Pero al momento en que la vi, por culpa, aparté la mirada inmediatamente y decidí quedarme más atrás, para no verla directamente.

«Soy un maldito pervertido, no puedo mirar a Yukimura-san así…»

Pensé mientras luchaba contra mi propia culpa. Sin embargo, algo llamó mi atención y es que muchos de los chicos que claramente eran más rápidos que ella o yo, y al llegar junto a ella, todos terminaban desacelerando y mirando hacia otro lado con vergüenza o culpa en su rostro.

Gracias al batido especial de Sora-sensei tenía energía de sobra, por lo que me mantuve al trote constante sin problemas. Al menos es lo que sentí antes ver cómo el mundo se volvía negro y mis piernas pierdieron fuerzas, lo último que vi, era el pavimento en dirección a mi rostro.    

                       Capítulo 9: Hilos de los cuales jalar

Lenta y lánguidamente abrí los ojos, llevé mi mano a mi rostro y cuando la aparté vi un techo que no reconocí de inmediato, al parecer no había estado allí antes.

—Despertaste, Nishimura-san —mencionó una voz suave de una mujer mayor—. ¿Sabes dónde estás?

Lentamente me incorporé y logré sentarme en la cama la cual era de sábanas blancas y almohada ídem. Al lado derecho de la cama, se encontraba una hermosa mujer de cabello negro, el cuál tenía tomado con un moño en forma de tomate y mágicamente sujetado con un par de palillos. Su ojos negros eran inquisitivos, pero amables, además de que llevaba unas pequeñas gafas, de marcos rojos, traía puesta una bata blanca, jeans celeste y un chaleco marrón. En conjunto con su tez blanca y en contraste con su cabello la hacía parecer una hermosa geisha, un ejemplo de belleza japonesa.

—Eh... ¿En el cielo? —respondí aún medio dormido.

—Je, je... Creo que estás mejor —agregó la mujer mientras sonreía, al parecer volví a pensar en voz alta—. Estás en la enfermería de la escuela Nishimura-kun, te desmayaste por cansancio y por esforzarte demás, y para tu tranquilidad, aparte de una pequeña contusión en la cabeza producto de la caída, no tienes nada más.

Eso explicaba el pequeño parche en la sien izquierda.

«Ese batido...» Pensé mientras la enfermera me acercaba un vaso con agua.

—Lamento lo sucedido Sensei… —dije mientras recibía aquel vaso.

—Kobayashi Amaya —se presentaba mientras revisaba unos documentos que tenía entre sus manos—. Y tú eres Nishimura Masao, ¿no? Es extraño verte por aquí Nishimura-kun ¿Me podrías decir que recuerdas?

Bebí un poco de agua antes de responder.

—Nada grave Kobayashi-sensei, solo que no dormí bien ayer y Sora-Sensei intentó ayudarme con un...

—Un batido especial... O mejor dicho su BA-TI-DO especial, ¿no? —agregó mientras intentaba imitar las poses de Sora-sensei, de hecho, eso se vio muy tierno de parte de ella.

Soltó un suspiro junto con una sonrisa al finalizar, luego se acercó nuevamente y recibió el vaso de mi parte. 

—Kurosawa-sensei lo explicó cuando te trajo hacia aquí, tiene muy buenas intenciones y es un buen profesor, algo extraño... Pero buen profesor, al fin y al cabo. Solo que no siempre se da cuenta que, lo que le funciona a él, no necesariamente funciona con los demás.

Al parecer Kobayashi-Sensei conoce mejor a Sora-sensei y no me extraña ya que ambos pertenecen a la escuela donde trabajan. Kobayashi-sensei se dirigió a dejar dicho vaso a un mesón de metal frente a mí y continuó:

—Dudo que Kurosawa-sensei vuelva a ofrecerte otro de sus batidos por algún tiempo, pero si lo vuelve a hacer, no le digas que sabe mal o algo así, solo recházalo educadamente. Se verá imponente, pero es muy sensible a ciertas cosas.

—Gracias Kobayashi-sensei.

—No te preocupes, si bien, también soy una profesora, puedes hablar conmigo en cualquier momento ¿sí? —volteando hacia a mi, con una amable sonrisa.

—De acuerdo... 

Kobayashi-sensei es muy madura y bella, no pude evitar sonrojarme ante ello, algo que por supuesto ella se percató.

—Eres más tierno de lo que pareces a simple vista —comentó regalándome una sonrisa juguetona—. Descansa un poco más ¿de acuerdo? cuando te sientas mejor vuelve a clases.

Al finalizar, se dirigió a la puerta de la enfermería con la intención de retirarse y al abrirla se logró ver la figura de Sora-sensei quien estaba justo detrás de esta, saludó con una pequeña reverencia a Kobayashi-sensei se acercó hasta donde yo estaba, sus lentes oscuros impedían ver sus ojos, pero se notaba que se sentía culpable.

—Joven Nishimura... Lo siento mucho, fue mi culpa por darte ese poderoso batido, olvidé que los jóvenes tienen otro tipo de resistencia… —se disculpó con un rostro más serio de lo habitual.

«No sé qué tipo de resistencia tenemos nosotros, pero cualquiera hubiera muerto con tal adefesio de batido»

—No moleste mucho al paciente Kurosawa-sensei, Nishimura-kun necesita recuperarse para ir a sus clases —comentó Kobayashi-sensei mientras nos regalaba otra sonrisa.

—¡No-- No era mi intención molestarlo, solo quería saber como estaba! —se excusaba Sora-sensei, extrañamente nervioso, luego volteó en mi dirección y con otra reverencia continuó—. ¡Lamento mucho haberte causado problemas, joven Nishimura!

Me di cuenta que Kobayashi-sensei me miraba sonriente, para luego guiñarme un ojo.

—No se preocupe, Sora-sensei —comenté algo cansado— no fue su culpa.

—Bien, yo debo retirarme, debo ir a hacer un papeleo a la dirección —comentaba la enfermera dando media vuelta y despidiéndose con su mano—. Nos vemos luego, Nishimura-kun, Sora-sensei.

—¡HASTA LUEGO KOBAYASHI-SENSEI, GRACIAS POR SU LABOR! —exclamó Sora-sensei mientras se ponía en posición firme y hacía una reverencia de noventa grados.

Justo después de verla salir, se asomó por la puerta mientras sonríe feliz al verla partir.

«Interesante...»  pensé, hasta que...

—Me pregunto cuando se le declarará… —comenté nuevamente en voz alta.

Sora-sensei volteó, me miró serio y cerró la puerta detrás de él...

«¡Demonios!... Otra vez pensé en voz alta... ¡Definitivamente debo arreglar eso!»

Vi que se acercaba amenazante, su figura imponente estaba justo enfrente de mí y me miraba con un rostro demasiado serio.

«¡El "stand" aquí viene!» pensé nervioso, mientras veía a Sora-sensei acercándose más.

Se acercó al costado izquierdo de mi cama, luego se inclinó hasta la altura de mis ojos y allí, justo cuando pensé que vendría algún ataque de su stand, exclamó:

—¡¿Crees que tengo posibilidad?! He estado pensando en miles de formas, pero no me decido por ninguna, he ideado una invitación a ver las estrellas mientras la sostengo en mis bíceps pero no sé si le gustara la idea... Nishimura-kun tu eres joven y sé que tienes ideas más frescas para algo así ¡Qué me aconsejas?!

Es impresionante como la imagen mental de una persona puede irse directamente a la basura en un solo instante. Quedé estupefacto por un momento, me costó reaccionar antes de darme cuenta que aún me miraba esperanzado.

—Lo primero que debe hacer es evitar hacer algo como esto frente a otras personas... Se puede mal interpretar...

—¡TIENES RAZÓN! —decía mientras se alejaba un poco, levantaba sus lentes para dejarlos sobre su frente y se sentaba en una silla contigua a mi cama—. Y dime... ¿crees que tengo posibilidades con Kobayashi-sensei?

Lo miré por un momento intentando procesar lo que me acaba de decir, no estaba seguro de que hablara en serio.

—¿Qué le hace pensar que yo sabría algo así? —respondí fríamente.

—Vamos, debes estar acostumbrado a las citas y esas cosas a tu edad, ¿no? ¡JA, JA!

Volví a mirarlo sin reacción alguna, esperando que comprenda mi silencio.

—Oh... Lo siento.... Es que siempre que te veo estás con alguna que otra chica,  pensé que estarías más enterado de las cosas de "moda" en lo que se lleva en los jóvenes...

Debió haberme visto conversando con la delegada Yukimura o Annaisha en algún momento. Son las únicas que se me venían a la mente.

—Se lo pregunta a la persona más a la "moda" de la preparatoria... —respondí de manera sarcástica.

Pero Sora-sensei solo me miraba, como esperando algo más. Por lo que liberé un suspiro de resignación y agregué:

—Lo cierto es que, si bien he tenido novia, no podría llamarlo un logro como tal...

—¡¿En serio, Nishimura-san?! ¡Es decir que sabes cómo conquistar a una chica!

—Sensei... Creo que esto no es algo que deba hablar conmigo, créame, si quiere conquistar a una chica la última persona que debería buscar es a mí.

Noté la decepción de Sora-sensei en su rostro.

—Entiendo, Nishimura-san... Lamento molestarte con estas cosas de viejos como yo...

—Sin embargo... —agregué, llevándome mi mano derecha hacia mi rostro—. Lo único que puedo decir al respecto, es que a las chicas no creo que les guste algo tan exagerado cómo un paseo sobre sus… bíceps…

Sentí como una pequeña jaqueca se hacía presente y es que me taladraba el cerebro aquella estúpida posibilidad de que alguien considerara eso una cita.

—Por otra parte, lo mejor que puede hacer es platicar con ella, averiguar que le gusta y sobre todo, ser usted mismo —finalicé, recordando unas palabras de mi pasado. 

Sin embargo, Sora-sensei me miró sorprendido, para luego esbozar una sonrisa y exclamar:

—¡Vaya! ¡Pero sí que sabes de estos temas! —me felicitaba dándome palmadas firmes en mi espalda, con su mano izquierda. 

«En realidad, solo repetí un consejo que me dio una amiga hace un tiempo..

Recordé entonces algunos momentos de mi anterior preparatoria, fragmentos de recuerdos imborrables se me venían a la cabeza, mientras recordaba esa cadena desastrosa de sucesos y que acabaron como un camino de dominó.

De pronto evoqué una conversación de un momento en concreto:

"... Sabes que esta sociedad es algo hipócrita, siempre tratan de guardar las apariencias y es muy difícil conseguir una respuesta totalmente sincera, si quieres una, tienes que acorralarla o escapara apenas tenga oportunidad"  

Comentaba una chica de cabellos negros de reflejos purpuras y con una voz suave.

"Eso es un pensamiento algo cruel si te pones a pensarlo..."  Respondía un yo del pasado un poco ingenuo y más feliz.

"je, je, je... siempre tan tierno y correcto, es algo que me siempre me ha gustado de ti".

Decía aquella figura sin rostro de manera juguetona.

"No juegues conmigo... " Recuerdo que me sonrojaba con facilidad.

"lo sé, tú ya tienes dueña..." finalizó pensativa.

Recordé en aquellas palabras, algo que tenía sentido y me hizo pensar en el problema de Annaisha...

—¿Joven Nishimura, estás bien? —la voz de Sora-sensei hizo que volviera al presente.

—Sí, lo estoy, disculpe solo que acabo de encontrar... El hilo del cual jalar...

—¿Hilo? —preguntó para luego colocarse de pie, con la intención de ir hacia la puerta—. Quizás aún estás algo atontado por la caída, creo que me queda un poco de mi batido, solo debo ir a buscarlo y...

—¡NO! —respondí exaltado y moviendo mis manos con la intención de detenerlo—. No hace falta, estoy bien, en serio solo estoy algo cansado je, je, je...

Dije mientras trataba de recuperar mi tranquilidad y mostrar una sonrisa y aunque fue falsa fue suficiente.

—¡Entiendo, joven Nishimura! —exclamó con confianza y se colocó ambas manos en su cintura—. Tú solo descansa, ya terminaremos nuestra conversación de asesoramiento romántico! ¡JA, JA, JA!

Agregó Sora-sensei para luego dirigirse hacia la puerta de la enfermería de manera alegre. Y al abrirla, una figura femenina casi se cae con la apertura de esta.

—¡Ah! —exclamó aquella figura en el pórtico de la puerta corrediza e intentando mantener el equilibrio para no caer—. Bu… Buen día Sora-sensei...

Era Fujioka Annaisha, quien estaba sonriendo avergonzada y al parecer estaba justo entrando cuando el sensei abrió la puerta.

—¡Oh! Hola, señorita Fujioka —saludó Sora-sensei con la misma energía que lo caracteriza—. ¿Vienes a ver cómo está el joven Nishimura? 

Preguntó, para luego dar un paso hacia atrás y permitir que Fujioka ingresara.

—Sí… aquella caída fue algo fuerte y…

—Ah… ¡La juventud es algo maravilloso! —comentó Sora-sensei interrumpiendo a Fujioka, quien miraba confundida a nuestro profesor—. Ese compañerismo y amistad es sencillamente acogedor ¡Siempre digo que las mejores amistades se forjan en esta etapa de la vida!

Comentaba mientras hacía sus poses de fisicoculturismo.

—¡Trata de descansar, joven Nishimura! ¡Cuídalo bien, señorita Fujioka!

Agregaba mientras salía de la habitación. Cerrando la puerta detrás de él y dejándonos solos.

Fujioka me miraba algo confundida.

—Fujioka-san, ¿estás bien?

Su mirada perdida me preocupaba, era la misma del tren.

—¿No que ibas a llamarme Annaisha? o Anna... Y si, estoy bien... Solo vine a ver como estabas, la caída que tuviste se vio algo grave —comentó mientras se acercaba un poco y me miraba directamente a los ojos.

—¿Ah? Sí-- Si, estoy bien, disculpa por preocuparte... «¿por qué me pone nervioso que me mire así?» Pensaba mientras esos ojos verdes se posaban en mi.

Luego de unos segundos ella sonrió y más relajada agregó:

—Por supuesto que me preocupo de mi acosador personal.

—Acosa... —me interrumpí, tratando de mantener la compostura—. Se supone que habíamos dejado claro eso, ¿no?

Sin embargo, ella me miraba con la misma sonrisa, pero luego vi como lentamente volvía a la seriedad.

—Lo sé, pero tomando en cuenta lo que sucedió ayer… —comentó vi como su rostro se tornaba algo sonrojado y se me venía a la mente la conversación en la pequeña estación de tren.

Y sus lágrimas...

Su cara estaba roja, se entiende...Que te vea llorar alguien que acabas de conocer es algo vergonzoso…

—Sí, yo…

—En realidad, lo decía por Emiko —comentó acercándose otro poco hacia mi y con una sonrisa cálida—. Me preguntó por ti esta mañana y lo hizo preguntando por Acosador Onii-chan, intentaré que deje de decirlo.

—A Emiko-chan se lo perdono ¿pero a ti? —respondí algo molesto.

—Es que es divertido ver tus reacciones.

—¡¿Desde cuándo soy tu juguete para divertirte?!

Fujioka reía un poco antes de que quedara mirando, algo seria.

—¿Masao-kun…? ¿Puedo preguntarte algo?

Me preguntó Fujioka, sosteniendo ambas manos en su regazo, claramente se nota algo preocupada… Sin embargo, la abrupta apertura de la puerta interrumpió ese pequeño momento de tensión.

—¡¿Nishi-kun, estás bien?! —Exclamó Yukimura-san, quien venía algo exaltada.

—¿Nishi-kun? —preguntó Fujioka confundida, no sé si por la situación o porque me llamó "Nishi".

—¿Yukimura-san? ¿Por qué tanto apuro? —pregunté confundido y sorprendido a la vez, mientras veía que acercaba a mi cama, ignorando a Fujioka.

—Lo siento, es que estaba preocupada por tu salud, creí que te había pasado algo peor luego que te cayeras así en la clase... ¡Oh no, te heriste la cabeza! —exclamó preocupada mientras se acercaba peligrosamente a mí y su rostro quedaba muy cerca del mío.

—Es... Estoy bien, ¡en serio! —respondí apartando su curiosa y bella mirada y tratando de disimular mi nerviosismo.  «¡Esto no es bueno!»

Traté de mantener la compostura ante tal situación, la cual me sorprendió bastante, ya que me demostró que Yukimura-san estaba muy preocupada.

Fue cuando Yukimura-san se percató por fin Fujioka-san nos miraba sorprendida, tratando de asimilar lo que ocurría. 

—¡Oh! Lo... Lo siento mucho, no sabía que Fujioka-san estaba aquí... S-Si hubiera sabido, habría esperado un poco más... —reaccionó avergonzada, nerviosa y disculpándose mientras hacía una reverencia con ambas manos tomadas en su regazo—. ¡Lamento mucho interrumpir!

—¡No, está bien Yukimura-san, no interrumpes nada! —respondió Annaisha mientras trataba de calmarla.

—Le... ¡Les pido disculpas, trataré de volver cuando hayan terminado de platicar! —insistía con la intención de retirarse.

—Yuki... Yukimura-san, Annaisha sabe que tú estabas preocupada por ella así que no hace falta ocultarlo —explicaba mientras intentaba calmarla a la vez que me acercaba al borde de la cama con la intención de levantarme.

Mientras lo hacía ví que ambas evitaban la mirada de la otra, algo avergonzada.

—Lo-- Lo siento, Fujioka-san —se disculpó nuevamente Yukimura-san con ambas manos en el pecho, por fin notaba su faceta algo tímida—. Lamento ser tan entrometida, so- solo me preocupaba que estuvieras bien, co-como delegada de la clase, es mi responsabilidad que todos estén bien...

—Yukimura-san está bien, me alegró mucho saber que no soy invisible para los demás… —comentó Fujioka para luego voltear a verme con una sonrisa.

—Fu... ¡Fujioka-san, no importa que problemas tengas recuerda que siempre puedes contar conmigo, para mí tampoco eres invisible! —agregó Yukimura con una determinación que hasta a mí me sorprendió.

—Gracias Yukimura-san, de verdad... —respondió Annaisha con sinceridad.

—¡No es nada, es más me ayudan aprender a mi también! —mencionó emocionada.

Ambos nos miramos confundidos respecto aquel comentario, sin embargo Yukimura-san solo nos sonrió amablemente y continuó:

—Solo quiero ayudarte, si necesitas algo, recuerda que además de ser la delegada de la clase, también… ¡también puedo ser tu amiga!

—De acuerdo, Yukimura-san. 

—Puedes llamarme Yuki —agregó Yukimura con una enorme sonrisa— ¡Solo cuenta conmigo!

De nuevo, Yukimura mostraba ser todo lo contrario a lo que mencionaba; para nada era tímida.  Por otra parte, creo que acababa de ver el nacimiento de una amistad.

 Capítulo 10: Ocurrencia planeada

Luego de salir de la enfermería, le pedí a Yukimura-san poder hablar a solas con ella, esperaba alguna reacción de Fujioka, pero en cambio solo dijo "entonces me adelantaré a clases..." con una sonrisa algo forzada, quizás pensó algo mal de ello, pero no tenía tiempo para darle más vueltas al asunto, en cambio Yukimura-san estaba esperándome atenta a lo que tenía que decir.

Las clases pasaron normalmente y sin problemas, pero apenas finalizaron tome mis cosas y salí lo más rápido que pude, estaba seguro que Fujioka se percató de ello, quizás esperaba que le mencionara algo al respecto a su problema, pero precisamente por eso es que lo hacía y para que funcionara debía hacerlo solo.

Así que, siguiendo mi plan, me dirigí al casillero de zapatos, mientras recordaba la conversación con Yukimura-san:

Habíamos salido hace unos momentos de la enfermería, Fujioka se acababa de ir cuando me interrumpió:

—¡Quedamos en que me llamarías Yuki! —dijo la delegada con las mejillas infladas, además de una falsa y muy tierna cara de enojo.

—¿Yuki...san, podrías prestar atención a lo que te dije? —respondí algo cansado ya que aún me sentía mareado por la caída—. ¿Además qué pasó con tu timidez?

—¿Timidez...? —miró confundida, sin embargo, no respondió y solo me hizo otra pregunta—. ¿Te refieres a la dirección del trabajo del padre de Fujioka-san? Podría conseguirlo con algún profesor, pero no sé si será contra las reglas...

—Es lo único que se me ocurre para poder ayudar a Annai... Fujioka-san —respondí tratando de disimular.

—En la enfermería también la llamaste por su nombre, eso significa que son muy cercanos, ¿no? —preguntó inocente.

Me sorprendió ver a Yukimura-san hacer ese tipo de preguntas y también el cómo lo hizo. Fue... Diferente... No sabría cómo explicarlo, pero no le di más importancia y simplemente traté de continuar:

—No necesariamente, solo.... Es algo complicado, pero no es lo que imaginas...

—¡Está bien Nishi-kun, me haré cargo del problema, tu solo confía en mí! —finalizó con una sonrisa amable y gran determinación. Además de ignorar totalmente lo que acaba de decirle. 

Definitivamente Yukimura-san representaba para mí, un total misterio en su manera de pensar.

Volví a aquel presente y al abrir mi casillero me encontré un sobre que contenía un papel con una dirección en el centro de la ciudad anotado en él.

y junto con ello, una nota:

"Mucha suerte n_n"

Y con esas dos palabras me sentí más inspirado para hacer mi plan... Y aunque no era nada complicado, si era algo arriesgado, pero no se me ocurría otra manera.

                  Capítulo 11: Al encuentro de un monarca

Luego de salir a la preparatoria, partí raudo a la estación de trenes  que quedaba no muy lejos y allí,  me subí a uno en dirección al centro de la ciudad, un lugar que, a decir verdad, no iba muy a menudo.

Mi destino quedaba en el lado oeste de la ciudad, el lado con más edificios de empresas, bancos y oficinas varias. Si bien aún era relativamente temprano, el sol ya se había ido hace unos minutos atrás y las luces de la ciudad ajetreada ya se habían hecho presente.

Por otra parte, una extraña sensación de "deja vu" tuve al llegar allí, me di cuenta que el lugar y edificio en cuestión me parecía conocido...

Un edificio de unos 20 pisos, con ventanas que parecen espejos gigantes y una entrada ominosa. En conjunto da el mensaje de: "tú no perteneces aquí, lárgate".

Una extraña sensación me envolvió al ver ese edificio... sentí que ya había estado allí antes, pero no sabría decir cuándo...

Por otra parte, no tengo idea de cómo es mi "objetivo", físicamente hablando, solo sabía que era de mediana edad y cabello castaño oscuro, además de su nombre y apellido, por lo que solo con esos datos me dirigí a la entrada del edificio.

Al entrar por el enorme pórtico con puertas de vidrio me recibía un salón con luces colgantes, de paredes y piso blanco monótono, frente a mí, había un mesón de madera oscura brillante y detrás de él una persona que en comparación al mesón se veía pequeña.

—Buenas tardes ¿En qué puedo ayudarle? —preguntó una mujer de unos 25 años, de tez clara, cabello negro tomado en un moño de tomate y vestida con un bastante formal traje de dos piezas color negro y camisa blanca.

—Ejem... Buenas tardes, ¿sabe si aquí trabaja el señor Fujioka, Katsuo Fujioka...?

Mi pregunta es recibida con sorpresa de parte de la señorita, quien antes estaba escribiendo algo en su pequeño ordenador.

Ella entonces dejó de hacer aquello para, mirarme con más atención.

—¿Quién busca al señor Fujioka? —me preguntó la señorita,  ya volviendo a la normalidad.

—Nishimura Masao, Soy... un amigo de su hija y le traigo un mensaje… —contesté  tratando de sonar seguro, ya que hasta ese momento no había pensado en una excusa.

—El señor Fujioka no recibe a nadie sin previa cita, si gusta puede dejar su nom... —la señorita es interrumpida por el "DING" del ascensor de color metalico a mi izquierda, del cual salía un hombre con un traje formal de color gris algo brillante, corbata negra y camisa ídem. Caminaba raudo hacia la salida, y a su andar dejaba claro quién era. Llamaba la atención; se notaba que era alguien importante.

De pronto la señorita me hizo una seña para que me acerque:

—Él es el señor Fujioka, si quieres hablar con él hazlo ahora —me dijo en voz baja mientras sonreía de manera juguetona—. Pero no digas lo que yo te dije.

«Menuda suerte...»

Hice caso a la señorita, no sin antes agradecer su ayuda, por lo que partí rápidamente en dirección al tipo de traje. Al parecer estaba a punto de ingresar a un vehículo negro de cuatro puertas cuando me acerqué. Bastante moderno, debo decir, no tengo mucho conocimiento de los automóviles, pero ese se veía bastante lujoso.

—¡Señor Fujioka, buenas tardes! —saludaba mientras llegaba a su lado, al parecer estaba a punto de encender un cigarrillo.

El hombre de traje era de mi misma altura y me miró de arriba abajo, intentando entender por qué un estudiante de preparatoria lo interrumpía en su momento a solas con su cigarrillo.

—¿Quién demonios eres? —me preguntó algo prepotente.

<<Sabía que pasaría esto, estos tipos siempre piensan más en ellos que en el resto, pero debo mantener la calma>> pensé mientras me aclaraba la garganta.

—Nishimura Masao, mucho gusto señor Fujioka —me presenté haciendo una pequeña reverencia —. Soy un compañero de clases de la misma preparatoria de su hija, Fujioka Annaisha-san.

—¿Nishimura...? Satoru mencionó que su hijo estudia en la misma preparatoria que mi hija... ¿Acaso eres él? —mencionó con sorpresa. 

Fue cuándo aquella sensación de "deja vu" cobró sentido al recordar de donde me parecía conocido el lugar y sobre todo este edificio.

—Sí, Satoru Nishimura es mi padre, también trabaja aquí...

   Capítulo 12: Monarca destronado

Satoru Nishimura, uno de los jefes importantes de aquella empresa de comercio internacional, creo que es algún tipo de jefe de sección o gerente de algo, no estaba seguro ya que la última vez que fui a su trabajo fue cuando tenía unos diez años, y tampoco presté mucha atención a su trabajo que digamos, ver gente tan arreglada y saludándose con sus sonrisas "prefabricadas" era algo desagradable y me daban ganas de salir corriendo, no sé cómo mi padre puede aguantar un ambiente así, aunque quien a decir verdad no es que el rua mucho también, tampoco estoy muy seguro, realmente nunca lo llegué a conocer como se debería.

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Al escuchar quien soy la actitud del padre de Annaisha cambio e incluso apagó su cigarrillo.

—¡Joven Nishimura! disculpa mi rudeza, si hubiera sabido quién eras desde un principio no te hubiera tratado así —exclamó mientras me sonríe de manera muy falsa—. ¿Y dime, en que te puedo ayudar?

Fruncí un poco el ceño al presenciar su hipocresía, sin embargo, tragué mi asco y me concentré en lo que había ido.

—Es sobre su hija... —respondí algo dudoso, realmente no se me había ocurrido cómo tratar todo hasta llegar aquí, así que decidí hacer lo que mejor se me da.

Respiré hondo y pronuncié las dichosas palabras:

—Con el debido respeto, Fujioka-san, su hija está sufriendo por culpa de su egoísmo, debe hacer algo para aclarar los problemas, al menos hacerle saber que no estará sola, independiente de que si no ama a su esposa.

Mencioné esas palabras con determinación, a la vez que me daba cuenta que el rostro de Fujioka-san se deformaba de un rostro con una sonrisa hipócrita a uno totalmente enfadado.

—¿De qué demonios estás hablando? —preguntó enfurecido.

Volví a dudar nuevamente, pero cuando recordé el rostro triste de Annaisha, decidí que no había vuelta atrás. 

—Solo soy un compañero de clases que vio cómo su hija hace lo hasta lo imposible para sacar adelante a su hermana y a su madre... 

Vi como Fujioka-san se acercaba de manera amenazante, hasta invadir mi espacio personal y mirándome fijamente me amenazó:

—Será mejor que esto sea una broma, porque si no lo es, te aseguro que te arrepentirás.

—Fujioka-san por favor, estoy hablando en serio. Su esposa está en el hospital con un severo cuadro depresivo —insistí tratando de hacer entender al cada vez más enojado padre de Annaisha—. Sé que usted ama a sus hijas y no permitirá que se hundan, sé que si platican lo necesario podrían llegar a una solución...

—¡¿Qué sabes tú de mí?! —preguntó totalmente furioso, mientras acercaba su mano derecha a su bolsillo interno de su chaqueta, sacó su encendedor de metal, encendió otro cigarrillo y le dio una calada—. Te diré una cosa, niño: el mundo de afuera no es como te lo pintan las películas o videojuegos que a ustedes tanto les gustan, si quieres sobrevivir en el mundo profesional debes hacer sacrificios y este trabajo los exige, así que decidí que primero estaría yo antes que cualquiera...

Fujioka-san soltó el humo que retenía en su boca y se acercó:

—¿Quedó claro?

Me costó reaccionar ante tal afirmación ya que en realidad no me esperaba una respuesta así de directa y más concretamente ver como alguien está tan podrido por dentro y sobre todo, darme cuenta que hay gente con ese nivel de egoísmo.

—¿Y en qué parte de su trabajo entra una mujer como sustituto de su esposa? —arremetí de manera automática, a ese punto sólo escupía lo que realmente pensaba—. Si va a engañar a su esposa, al menos asegúrese de que los platos rotos no los pague su hija ¡Ella no tiene la culpa de que usted sea un total egoísta!

—¡¿Quién demonios te crees para hablarme así?! —exclamó furioso, mientras se acercaba un más—, vuelves a hablarme así y te aseguro que pasarás la noche en un calabozo y echarás tu futuro por la borda... Tienes suerte de que seas hijo de un compañero de trabajo porque si no fuera así, ya habría llamado a la policía —finalizó Fujioka-san amenazante ante mis palabras, dando media vuelta en dirección a su automóvil.

Creo que esa fue la gota que rebalsó el vaso. Realmente no pensaba que existiera gente así, siempre pensé que había un motivo detrás de todo, algo un poco más profundo y no tan básico.

«Había olvidado lo despreciable y egoísta que es la gente...»

Sin darme cuenta mi mano se había convertido en un puño y mi intención era estrellarlo en su rostro.

—¡¿Anna?! ¡¿Qué haces aquí?! —Exclamó el padre sorprendido. 

Giro en dirección donde Fujioka-san miraba y ahí parada a mi izquierda a unos cuantos metros de nosotros ví a Annaisha quien estaba con su mano derecha en su pecho, mirándome sorprendida.

«Demonios, casi olvido el por qué estoy aquí, si no fuera por Annaisha me hubiera metido en un grave problema»

El padre de Annaisha se acercó a ella, pero en cuanto él dio un paso, ella dio otro hacia atrás.

—No tengo nada que hablar contigo... —sentenció Annaisha. Su rostro muestra una determinación que no había visto antes en ella.

—Annaisha, yo... —El padre trató de decir algo, pero fue interrumpido por su hija.

—No hace falta... Ya ha dicho suficiente —finalizó Annaisha dando media vuelta, mientras sujetaba su bolso escolar con ambas manos en su hombro derecho, dejando con las palabras en su boca a su padre.

Ví como este quedaba paralizado ante su hija, creo que lo que menos se esperaba era verla a ella y mucho menos una reacción así, por lo que no pudo hacer mucho y sinceramente no creo que tenga el derecho de hacer algo al respecto. «Justo como esperaba...»

           Capítulo 13: Remanentes de una pequeña batalla

La noche, las luces, los automóviles que raudos pasaban junto a nosotros, iluminándonos cuando se acercaban y dejándonos en oscuridad una vez se alejaban. 

Veía caminar a Annaisha mientras la seguía desde unos metros detrás de ella. No había pronunciado ni una sola palabra desde que dejamos atrás a su padre. Estaba inquieto mientras la seguía, sentía que si no hacía algo se iba a desmoronar en cualquier momento, por lo que me adelanté un poco hasta llegar más cerca y declaré:

—Lo siento —dije por fin, rompiendo aquel incómodo silencio.

—Así que por esta razón te fuiste sin decir nada después de clases... —comentó sin dejar de mirar hacia adelante.

No veía su rostro,  pero estaba seguro que no estaba bien y que casi caminaba por inercia.

—¿Sabes? A pesar de todo, no lo odio, realmente nunca fue un padre muy presente, siempre estaba primero en su trabajo así que nunca llegué a quererlo totalmente como lo haría una hija a un padre... Por lo mismo no puedo odiar lo que no quiero del todo, pero... —Vi su espalda temblar y como ella comenzaba a sollozar ligeramente, haciendo lo posible por aguantar las lágrimas que brotaban de sus ojos—. Pero… sigue siendo mi padre... ¿No?

Annaisha volteó, vi como me miraba con sus ojos verdes junto a una triste sonrisa, a la vez que una pequeña lágrima recorría su mejilla izquierda. 

«Demonios, la hice llorar nuevamente» pensé mientras la miraba preocupado e inmediatamente intenté cambiar el rumbo de la conversación:

—¿Cómo supiste que estaba aquí? ¿acaso me seguiste?

Su mirada cambió por un segundo, y luego se tornó más alegre, acompañada por una ligera sonrisa. 

—Aprendí del mejor ¿no crees? —comentó mientras se llevaba sus manos a sus ojos, intentando secar sus obtusas lágrimas.

Creo que mi pregunta produjo el efecto que esperaba y terminé evitando que volviera a llorar del todo...

—Creo que por hoy te dejaré llamarme Acosador-san... ¡Pero no te acostumbres! —agregué mientras me percataba que ella volvía a reír.

—Por eso Emiko pregunta por ti, dice que la haces reír.

—Como dije antes: a Emiko-chan se lo perdono pero a ti... Solo aprovecha el día de perdón que te doy, porque mañana espero que dejes de llamarme así.

—De acuerdo... Acosador-san —asintió soltando una pequeña carcajada.

—No hagas que me arrepienta...

Continué acompañando a Annaisha mientras caminaba detrás de ella, no tenía intenciones de adelantarle, sentía que era mi responsabilidad y no estaba seguro cómo se sentía realmente por lo que caminaba a su ritmo mientras pensaba en mi "fracaso" para poder ayudarla. 

Realmente esperaba que al menos si enfrentaba a su padre y les restregaba las cosas en su cara lograría hacerlo entender, o al menos hacerle reflexionar un poco, pero no sabía que sería alguien con un ego lo suficientemente grande como para hacerse una coraza que lo protegiera de la realidad.

Por otra parte, me sorprendió lo fuerte que es Annaisha y lo fácil que fue para ella reponerse de la escena que presenció, como bien dijo: "no puede odiar algo que no se quiere del todo" aun así, sé que debe guardar dolor en su corazón...

«Se lo duro que eso...»

Annaisha guardaba silencio y continúa caminando, hasta que de pronto se detuvo y volteó en mi dirección:

—Masao-kun, debo ir al hospital a visitar a mi madre... ¿Te puedo pedir un favor?

—Dije que te ayudaría en lo que necesites, ¿no? —contesté de manera automática.

—¿Podrías ir a buscar a Emiko por mí? —preguntó mientras se detenía y me miraba a los ojos.

—¿Estás segura? —pregunté algo preocupado—. No soy un familiar ni nada ¿estará bien?

—No te preocupes, llamaré a la escuela y le diré que vas tú en mi lugar, sé que entenderán —agregó mientras sonreía amablemente.

No estaba seguro realmente de aquella idea, Emiko-chan la había visto una sola vez, en su casa, y que Annaisha haya tenido esa confianza conmigo, me… intimidaba.

—Entiendo, si ese es el caso,  claro que puedo hacerlo —accedí, luego de pensarlo un momento.

—Genial, nos encontraremos en casa ¿de acuerdo? —vi como ella sacaba su móvil de su bolso escolar azul—. Vamos a intercambiar números para así poder comunicarnos mejor y por si alguno de los dos necesita ayuda...

Preguntó sosteniendo su móvil con ambas manos, tapándose la boca con él, además me percaté como sus mejillas se tornaban ligeramente rojas.

Caí en la cuenta entonces que, salvo mi padre y madre, no tenía el número de móvil de nadie más, por lo que su petición también fue algo sorpresiva.

Además cuándo me fuí de mi anterior preparatoria, lo primero que hice fue eliminar mi anterior móvil. 

—Claro, ¿por qué no? —respondí mientras sacaba el mío de mi bolsillo izquierdo de mi pantalón —. Pero no te preocupes por mí, yo no necesito ayuda.

«Realmente no me importa compartir mi número de teléfono, solo espero que no me llene de mensajes o llamadas a distintas horas... espera, ¿por qué tendría que hacerlo? ¿Eso no es lo que hacen las parejas?»

Pensar en eso hizo que me comenzara a doler el estómago.

—¿Masao-kun estás bien? —preguntó Annaisha un poco preocupada.

—Pensándolo mejor no creo que haga falta, en cualquier caso, estaré esperando cerca de casa... —Dije aclarándome la garganta.

—Masao-kun, recuerda que estoy hablando de mi hermana y no quiero que le pase nada, confío en ti, pero nunca se puede saber lo que puede pasar de camino a casa...

Ciertas imágenes vuelven a mi mente, lo que hizo que mi corazón comenzara a doler, una presión en mi pecho lentamente comenzó a hacer presencia...

Llevé mi mano derecha a la altura de mi corazón mientras sacaba mi celular, y anotaba rápidamente su correo electrónico y su número de móvil en el mío. Un "cling" nos avisa que hemos intercambiado contactos.

—¿Masao... kun, estas bien? No quiero que me malinterpretes si no quieres está bien, solo lo decía por preocupación por mi hermana y por ti...

Aclaró Annaisha cuando terminamos el intercambio de datos.

—No es eso... —expliqué con la mirada en la nada, respiré hondo y exhalé el aire... Volvía a estar bien—. Solo estaba pensando que tienes razón, iré a buscar a Emiko-chan entonces.

Y antes de que Annaisha dijera algo, me adelanté y comencé a caminar lo más rápido que pude, no quiero que insistiera por muy buenas intenciones que tuviera...

Además, aún había algo que debía hacer, ya que faltaba la segunda parte de mi plan.   

                         Capítulo 14: Pequeña guerrera

"Yo pienso, yo pienso que tú piensas, yo pienso que tú piensas que yo pienso".

Esta amalgama de palabras redundantes se le conoce como la "teoría de la mente" y son etapas que se demuestran al momento de que somos conscientes de nuestros propios pensamientos y darnos cuenta que los demás tienen el suyo propio, esto se demuestra desde niño y esta habilidad cognitiva comienza a dar señales de luz cuando comenzamos a mentir...

Las mentiras son parte intrínseca de nuestra naturaleza como seres humanos, así mismo, existen varios tipos de mentiras, entre ellas:

La mentira piadosa: aquella que se hacen a otras personas para su bien y así evitar que enfrente la realidad.

Y la mentira maliciosa: aquella que es cuando engañamos a alguien para así obtener algún beneficio.

Como mencioné antes, acostumbro a leer algún que otro artículo sobre psicología en internet. Siempre me ha interesado, en parte, el pensamiento humano y este último artículo me llamó la atención...

Aunque creo que mi misantropía se disparó más todavía luego de lo sucedido hace meses atrás, me seguía llamando la atención la psicología...

Dicho esto, es cuando me di cuenta de que todos y cada uno de los seres humanos mienten sin excepciones, yo incluido por supuesto, sería muy pedante y farsante de mi parte si dijera que no...

¿Pero por qué estas ideas justo ahora? Pues precisamente es lo que esperaba del padre de Annaisha cuando lo encaré, esperaba que mintiera y de hecho lo hizo, el problema fue que no lo hizo como esperaba ya que no es excusó en algo parecido a "ya no la amo" o algo así, si no que lo hizo culpando al trabajo como su motivo principal y escondiéndose detrás de su "coraza" de egoísmo y egocentrismo. Lo que no esperaba él, al menos, es que justo en ese instante apareciera su hija y con su mera presencia en el momento, le diera el golpe de realidad que necesitaba...

En cambio, lo que yo no esperaba, era que ella fuera tan fuerte y madura...

Creo que Annaisha me ha sorprendido más de lo que creía...

El sol ya se había ido y solo quedaban las luces de las calles.

Luego de intercambiar números con Annaisha, me había puesto en marcha para ir a buscar a Emiko-chan.

—Buenas tardes —saludó la encargada de los alumnos al verme llegar—. ¿Viene a buscar a un alumno?

—Sí, vengo de parte de Fujioka Annaisha… —contesté algo inseguro.

—¿Me puede enseñar su identificación de estudiante?

—Claro —asentí mientras sacaba mi identificación de mi billetera y se la enseñaba a la encargada, quien era casi de la misma altura que Annaisha, pero su cabello era negro, y se notaba mucho mas adulta.

—Ah, si. Su hermana dijo que vendría usted en su lugar. Iré a buscar a Emiko-chan.

Dicho aquello, entró a la primaria, y al paso de unos minutos vi salir a la misma encargada, solo que traía tomada de la mano a Emiko-chan. Quién llevaba una abrigadora chaqueta roja y falda ídem.

—¡Acosador Onii-chan! —me saludó, una vez se percató de mi, para luego emprender una carrera hasta donde estaba.

—¡¿Cómo dijo?! —exclamó la encargada al escuchar a Emiko-chan.

—¡A- Acusador! —respondí nervioso.

—¿Ah?

—Me llama así desde que acusé a alguien en el tren cuando no pagó el pasaje. Je, je.

—¿¿Eeeh??

Mi excusa había sido lo suficientemente mala como para al menos confundir a la encargada y darme tiempo de escapar del lugar

—¡Muchas gracias,  adiós!

Dicho eso, sujeté a la también confundida Emiko-chan de su mano y caminé lo más rápido que pude para así desaparecer del rango de visión de la encargada. 

Al rato me detuve y encaré a Emiko-chan:

—¡No me llames así! —le reprimí enojado, también me di cuenta que algunas personas de alrededor alcanzaron a escuchar me miraron con cara de asco y sorpresa—. ¡Menos aquí!

—¿Por qué? —me preguntó Emiko-chan con una inocencia que me desesperaba, además su pregunta era una que no podía responder, así como así, no sin quedar como verdadero acosador.

—Emiko-chan ¿Qué tal si cuando estemos en la calle solo me llamas por mi nombre? Es Masao ¿Recuerdas?

—Ma... ¿Masou?

—Masao.

—¿Maoû...? —Me causaba gracia como su rostro hacía muecas mientras intentaba pronunciar mi nombre, creo que nunca lo había escuchado.

«Sin embargo, no tiene ningún problema con la palabra "acosador" que a mi parecer es más difícil de pronunciar... ¿Y ahora soy el rey demonio

—¿Emiko-chan que tal si conversamos esto camino a casa? Tu hermana debe estar en camino ya... —mencioné poniéndome en marcha.

En cuanto nombré a su hermana Emiko comenzó a saltar frente a mí y dejó de pensar en mi nombre.

—¡Debemos darnos prisa entonces! —exclamó Emiko-chan con energía mientras me tomaba de la mano y me arrastraba feliz— ¿Anna nee-chan fue a ver a mamá?

—Si, así que debemos darnos prisa para que puedas llegar a tiempo para cenar —agregué, tratando de distraerla.

—Me pregunto cuándo mejorará Mamá y cuándo volverá Papá...

Cuando mencionó a sus padres vi como su rostro alegre cambiaba y poco a poco se volvía triste y pensativo...

—Pronto, Emiko-chan, pronto volverán a casa para jugar contigo —traté de subirle el ánimo, pero soy pésimo haciéndolo, así que intenté apurar el paso para llegar a casa.

—Yo creo que Mamá y Papá no se quieren y por eso no han vuelto... —declaró con un rostro triste y a la vez pensativo.

Por otra parte, en cuanto dijo esas palabras, quedé sorprendido por lo perspicaz que es.

«La inocencia de los niños...»

—¿Por qué dices eso? —pregunté intrigado.

—Porque cuando papá se fue de viaje, yo estaba en la cocina viendo desde la puerta a escondidas y vi como Papá y Mamá no se despidieron como siempre lo hacían...

—Sé que tu Mamá y tu Papá te quieren y mucho, por eso están dando su mejor esfuerzo —dije casi sin pensar en ello.

—¿Eso crees, Acosador Onii-chan? ¿Mamá y Papá se están esforzando? —contestó con un poco más de energía—. ¡Entonces también me esforzaré para cuando los vuelva a ver, recibirlos con una sonrisa más grande que cualquiera!

«Creo que Annaisha y Emiko-chan tienen la misma fuerza y determinación, es bueno saber eso…»

—¡Tú también deberías esforzarte y practicar tu sonrisa! —me replicó la pequeña, por lo que la miré confundido.

—¿De qué hablas, Emiko-Chan?

—Casi nunca sonríes, pero cuando lo haces, lo haces con los ojos serios, deberías practicar más tu sonrisa —agregaba mientras colocaba sus dedos índices en sus mejillas mientras me enseña su sonrisa—. Así ¿Lo ves?

Volví a mirarla sorprendido por tal declaración y realmente no sabía qué responder realmente, sé que siempre tengo cara de enojado y creí que podía simular bien mi estado de ánimo, pero creo que a sus ojos no lograba hacerlo, también recordé que, según dicen, los niños no mienten, al menos no como los adultos...

—Será mejor que practique más entonces... ¿Me enseñarás cómo hacerlo bien? —pregunté siguiéndole el juego.

—¡Claro que sí! déjamelo a mí Acosa... —se interrumpió cuando se dio cuenta que la miré serio—. Mou... Ma... ¿Masou?

Emiko-chan me miraba con su rostro preocupada, casi como pidiendo ayuda, ya que claramente no podía pronunciar mi nombre, por lo que finalmente dije:

—¿Qué tal si simplemente me dices "Ma"?

—Ma… ¿Ma Onii-chan? ¡Me gusta cómo suena! Y no suena tan complicado como... Mou...Mosau...

—Tranquila ya entendí, no es necesario que sigas, Emiko-chan —la detuve antes de que siguiera sufriendo por culpa de mi nombre.

                   Capítulo 15: Retribución agradecida

La primaria de Emiko no quedaba muy lejos y solo estaba a una estación de trenes de distancia, por lo que no tardamos mucho en llegar a su hogar.

Afortunadamente, Annaisha nos estaba esperando en la puerta de su casa, al parecer había llegado unos minutos antes ya que tenía la puerta abierta y había encendido las luces de la casa, al parecer su visita a su madre fue corta, por otra parte, una vez que Emiko avistó a su hermana  ella comenzó a correr en su dirección.

—¡Anna Nee-chan! ¿Fuiste a ver a mamá? ¿Sabes cuándo volverá? —preguntaba Emiko-chan de manera feliz y enérgica una vez había llegado hasta ella.

Annaisha se veía un poco mejor luego de ver a su madre, ni pareciera que hace aproximadamente una hora atrás, casi lloró por culpa de su padre y, por ende, culpa mía...

—¡Así es Emiko, fui a verla esta tarde y se está sintiendo un poco mejor! —respondió Annaisha, con entusiasmo, cosa que me sorprendió también.

—¡Mamá se siente mejor! —exclamó Emiko-chan mientras movía los brazos demostrando su alegría.

—¿Emiko, por qué no entras a casa? Ya te preparé el agua para que puedas tomar un baño, necesito hablar un poco con Acosador Onii-chan.

—Anna nee-san, ahora es Ma onii-chan —replicó Emiko para luego acercarse a la puerta de su casa y desde allí despedirse con la mano—, ¡Adiós, Ma Onii-chan buenas noches! —y así desaparecer al interior de su casa.

—¿Ma Onii-chan? —preguntó Annaisha mientras me miraba extrañada en mi dirección.

—Es una larga historia...Solo dejemos en que no es buena idea que una niña ande por la calle llamándome "Acosador" aunque se oiga tierno de su parte, sobre todo con el "Onii-chan".

—Tu eres la única persona que encontraría tierno que una niña te diga "acosador" —acotó Annaisha, mientras me miraba con una sonrisa burlesca.

—¿En serio comenzaremos aquí con eso? —pregunté algo molesto, sé que no lo decía en serio y solo lo hacía para molestarme.

—¡Ja, ja, ja! ¡Lo siento Masao-kun, es que tu rostro fue muy cómico! —agregó mientras Annaisha continuaba riendo.

—Eeh... ¿Estás bien...? —pregunté, algo confundido por verla tan alegre de repente.

—Si.... Gracias, Masao... —respondió mientras se secaba las lágrimas producto de su risa—. Hacía tiempo que no me reía de esta manera.

—No tengo problema con que te rías, el problema es que es a costa mía...

—Lo siento, no volverá a ocurrir —se disculpaba Annaisha, mientras juntaba sus manos pidiéndome

Pidiéndome disculpas y cerrándome un ojo.

—No te creo... Será mejor que me vaya, se está haciendo algo tarde para ustedes —agregué dándome la media vuelta para poder retirarme.

—¡Masao-kun! —Escuché la voz de Annaisha detrás de mí, por lo que me gire a ver que necesitaba—. Gracias por todo, Masao-kun.

—No hace falta...

—Aun así... Quería decírtelo y también preguntarte... Masao ¿por qué me ayudas? —preguntó algo preocupada.

—Te lo dije antes ¿no? —contesté a la vez que me acercaba un poco—. Yukimura-san me pidió…

—Eso lo sé es que… ¿De verdad es solo eso?

Su pregunta era una que yo ya me había planteado anteriormente, sin embargo, aunque creí haber llegado a una respuesta, no estaba seguro de si era la correcta… Por otra parte, y llegado a ese punto, realmente no sabía si debía continuar, ya que realmente no quería acercarme demasiado y aunque era contradictorio, también era necesario...

—Lo hago porque quiero —sentencié por fin, mirándola fijamente.

—Eso ya me lo dijiste —replicó Annaisha de manera casi automática—. Lo que quiero saber es ¿por qué? ¿por qué harías todo esto por mí...? ¡No es que no lo aprecie, al contrario! Es que...Antes de esto, nosotros no habíamos conversado y no teníamos ninguna relación, salvo de compañero de clases...Y siento que has hecho mucho por mí y yo no he podido agradecerte lo suficiente.

Annaisha se notaba ansiosa y algo sonrojada...

—Annaisha, yo...

Súbitamente mi conversación con Annaisha fue interrumpida por el sonido y vibración de mi teléfono celular, y al sacar el aparato del mi bolsillo derecho de mi chaqueta color azul marino, me percaté que la pantalla de éste mostraba un nombre que me costó un pequeño instante asimilar, no porque no le conociera, más bien lo contrario...

—Discúlpame, debo contestar... —dije mientras daba media vuelta.

 Alcancé a ver como Annaisha asentía con la cabeza, por la mirada de preocupación que me dedicó al hacerlo, entendí que mi expresión no era la mejor y con razón, durante la llamada mi interlocutor me dedicó unas palabras no muy agradables. Mientras lo escuchaba traté de recordar cuándo fue la última vez que lo vi en persona... De hecho, creo que salvo aquella vez... no recordaba más allá, solo eran llamadas telefónicas con muchos monosílabos y nada más, sin embargo, mis acciones terminaron asociándolo sin querer y su llamado de alguna manera u otra lo esperaba, solo que no tan pronto.

—¿Todo bien, Masao? —preguntó Annaisha preocupada, mientras yo terminaba de colgar, luego de finalizar la conversación.

—Si...solo que creo que deberé buscar un trabajo lo más pronto posible... —respondí soltando un suspiro de cansancio.

—¿Eh? ¿Y eso por qué? —preguntó Annaisha mientras su rostro se volvía cada vez más preocupado.

—Tranquila, todo está bien...

—Ni se te ocurra mentirme —me interrumpió Annaisha algo molesta—. Recuerda que te dije que te ayudaría también si lo necesitabas...

—En serio, no es nada... —Su mirada me intimidó un poco ya que en ella se mostraba una determinación que rara vez vi en alguien.

«¿Por qué me pone nervioso sus ojos...?» Pensé mientras Annaisha continuaba mirándome con aquellos preciosos ojos verdes, los cuales me presionaron a confesar...

—Era mi padre... —declaré por fin, sentí como si un peso de encima me sacara—. Dijo que no debí haber molestado a un compañero de trabajo con algo así y menos tratándolo de la forma que lo hice, así que dejará de enviarme dinero hasta fin de año, dijo que debo aprender y tomar conciencia de mis actos.

—¡¿Qué?! —reaccionó Annaisha levantando la voz antes de que se la tapara con su mano y mirara hacia adentro para asegurarse de que Emiko-chan no había escuchado, entendí que no quisiera preocuparle con los problemas de los mayores.

—Todo esto es mi culpa... —comentó pensativa.

—Por esa razón no quería decirte, sabía que te culparías de esto... —repliqué mientras me restregaba la cara con mi mano derecha—. Annaisha esto no es tu culpa ¿de acuerdo? además es algo de lo que de todas formas iba a hacer, así que no hay problema.

—Aun así, por mi culpa la relación con tu padre ha empeorado... —insistió Annaisha mientras me percataba como su semblante se tornaba triste, de verdad se preocupaba.

—Oye... —le llamé dando un paso, acortando la distancia entre los dos—. La relación con mi padre no ha sido la mejor desde hace un tiempo, si bien estamos algo distanciados… esto es algo de lo que había de esperar, así que no te culpes...

—Entonces déjame hacer algo por ti —propuso levantando su mirada para cruzarse con la mía.

—¿Algo por mí? —pregunté confundido—. ¿De qué hablas? ya te dije que no necesito que hagas nada por mí.

—Mañana es sábado, así que no tenemos preparatoria y tengo entendido que no estás en ningún club escolar ¿no es así?

—¿Qué?

—Tengo una idea, tú solo espera ¿sí? —mencionaba Annaisha guiñando un ojo, para luego dar media vuelta con la intención de ingresar a su hogar—. ¡Nos vemos mañana Masao, descansa!

Y así Annaisha cerró la puerta de su hogar, dejándome más que confundido.

«¿Cómo que, nos veremos mañana? es decir… ¿De verdad nos veremos mañana? ¿y como...?»

Y así, me retiré del lugar haciéndome más y más preguntas, hasta el punto de perder el sentido de ellas..

  Capítulo 16: Familia improvisada

Esa noche, luego de volver a casa y acostarme en mi cama, quedé pensativo...

Sobre lo que sucedió con el padre de Annaisha, sobre como Emiko-chan Intuía lo que estaba ocurriendo con sus padres y también como Annaisha ha ido cambiando, si bien no ha sido mucho, desde que la vi antes de ir a ver a su madre, hasta que volví con su hermana a casa, la vi más… viva. Y al parecer se debía a que realmente su madre se estaba sintiendo un poco mejor, y eso por supuesto que la debió afectar positivamente. «Si esto sigue así creo que podré adelantar el último paso y dar por finalizada mi labor…» Pensaba mientras miraba el techo de aquella habitación oscura. «Como si esto fuera algún tipo de trabajo...»

Pero recuerdo los motivos por el cual decidí involucrarme y sin darme cuenta terminé acercándome peligrosamente...

Por otro lado, mientras más conocía a Annaisha más curiosidad me daba, ya que a ratos demostraba una personalidad que es digna de admirar...

«Sea como fuere.... No es bueno para mí...»

No sé en qué momento me quede dormido, solo que el sonido del timbre melódico de la puerta me recordó que ya era de día, las cortinas convenientemente oscuras de mi habitación de estudiante me impedían ver la luz del día completamente, pero aun así se colaban por los bordes de la cortina lo suficiente como para iluminar suavemente el lugar.

Me incorporé somnoliento en dirección a la puerta de entrada de mi departamento de estudiante, el cual consistía en un espacio de 8 tatamis de estilo occidental; tenía todo lo necesario para un departamento relativamente económico, es decir:

Un pequeño Genkan donde dejar los zapatos, también un Oshiire de dos niveles donde guardar un Futón en el caso de llegar visitas, nunca lo usé utilizado por razones obvias, además de un pequeño escritorio donde tenía el ordenador, la mesa central donde casi nunca comía, un baño cerca de la entrada y por último la cocina, pasando esta última.

Llegué por fin frente a la puerta de entrada. La imagen que ví por el ojo de la misma fue suficiente para despertar completamente...

—¿Annaisha? —Reaccioné sorprendido, para luego apresurarme a abrir la puerta—, H-Hola… ¿Qué haces aquí?

—¡Anna nee-chan, Ma onii-chan aún estaba durmiendo! —Era Emiko-chan que traía un pequeño y abrigador suéter color marrón y una adorable falda roja, además de una pequeña y conveniente bufanda también roja, lo que me recordó que el invierno estaba por llegar...

Y estaba, por supuesto, con mucha más energía que yo.

—Lamento venir así, sin aviso, pero si te decía que venía te ibas a negar... —se justificaba Annaisha quien traía un hermoso suéter blanco algo ancho y de mangas largas que solo deja ver la punta de los dedos, una también abrigadora bufanda ancha y celeste con rayas azules, una falda a tablas negra que llegaba de manera justa al muslo y además de unas convenientes pantis negras y botines ídem.

Al ver esa imagen de Annaisha me di cuenta que es bastante bella, es decir ya lo sabía, pero en ese momento resaltaba más. Cuando la vi, me percaté que tenía unas proporciones justas de una modelo de ropa juvenil y como estaba vestida daba un aire de delicadeza femenina...

Creo que quedé con la boca abierta, porque me percaté que me sonreía avergonzada y algo sonrojada.

—S-Sí sabías que me iba a negar ¿por qué lo hiciste de todas formas? —Respondí apartando la mirada, tratando de disimular mi nerviosismo.

—Te dije que quería compensarte por lo que has hecho por mí... Por nosotras —aclaró Annaisha, para luego levantar con ambas manos una bolsa con verduras e ingredientes varios—. Así que se me ocurrió que podría prepararte el almuerzo, aunque sea el día de hoy

—Anna nee-chan cocina muy bien ¿Sabes? —agregó Emiko-chan mientras me miraba sonriendo.

—De todas formas, podrías haberme llamado... Por cierto ¿cómo supiste donde vivía?

—Eeeh... Le pregunté a Yukimura-san... por ser la delegada de clases, tiene la dirección e información de los alumnos de la clase... —respondió a la vez que bajaba la mirada, con algo de vergüenza.

«Yuki... Estoy empezando a creer que tus acciones son dignas de una doble agente», pensé mientras se me venía a la mente una imagen de la delegada con un traje ajustado negro, típico de una espía de las películas americanas...

Trato de despejarme esas imágenes que nada me ayudarían en ese momento, mientras me restregaba los ojos con mi mano derecha. Por otro lado, pensaba que, tomando en cuenta que Emiko-chan también está allí, sería muy malo para ella...

—Realmente no me molesta que vengan, al contrario... Muchas gracias por la preocupación Anna… —declaré por fin, intentando ser un poco más consciente con aquellas visitas. 

Vi cómo se dibujaba una sonrisa enorme en el rostro de Annaisha. La cual me sorprendió un poco verla tan alegre.

Y dicho aquello, ingresaron a mi departamento, les dije que tomaran asiento y se pusieran cómodas mientras me cambiaba de ropa en el baño y me daba una ducha rápida.

El día anterior me había quedado dormido con el uniforme de la preparatoria puesto o al menos la camisa y pantalón escolar, así que las dejé pasar mientras me desaparecía en el baño.

Al terminar de asearme y colocarme una pollera mangas largas color azul noche y unos jeans negros, me dirijí a la habitación central,  Annaisha estaba sentada viendo la televisión junto a Emiko, al verlas sonriendo y riendo por el programa de humor que emitían a esta hora, me pareció ver una agradable escena familiar y tomando en cuenta que aquel día había amanecido algo nublado y frío, era una escena muy acogedora de ver.

«Quizás sea hora de colorar el Kotatsu»

Me acerqué al refrigerador para sacar un jugo de naranja, para luego ir por un par de vasos a la cocina y volver para servirles respectivamente.

—Muchas gracias, Masao —dijo Annaisha recibiendo el vaso de mi bandeja.

Mientras me acercaba a Emiko-chan, me di cuenta que cada vez veía menos y comenzaba a dolerme la cabeza.

—Annaisha ¿podrías darle el vaso a Emiko-chan por mí? —dije dejando la bandeja en la mesa color caoba junto a la cual estaban sentadas ambas—. Voy a buscar mis gafas, cada vez estoy viendo menos...

Annaisha volvió a verme de manera rápida y se quedó mirando sorprendida.

—¿Qué...? —pregunté, para luego acercarme al escritorio donde siempre las dejaba.

—¿Usas gafas?

—Sí... —respondí mientras me colocaba las gafas de marco negro.

—¿Ma onii-chan con gafas? —preguntó Emiko-chan ya distraída de la televisión.

—¿Por qué se sorprenden? son solo gafas... —pregunté algo confundido y sin darle importancia a la situación.

—No sabía que usabas gafas, además te ves... Diferente... —mencionó Annaisha sorprendida me miraba de arriba abajo, como si intentara reconocerme.

—Normalmente utilizo lentillas de contacto, pero cuando estoy en casa solo utilizo gafas...

—¡Ma onii-chan se ve bien con gafas! ¿A que si, Anna nee-chan? —Emiko-chan sonreía alegremente mientras se apoyaba en la mesa.

—¿Qué...Qué les parece si cocinamos? —propuso Annaisha algo sonrojada.

—¿Y qué es lo que haremos? —pregunté, apoyándola en la decisión.

—¡Hoy cocinaremos curry porque básicamente es lo que mejor me se me da! —Respondió Annaisha, mientras se dirigía a la cocina, para una vez allí, sacar los ingredientes de la bolsa y los colocarlos en el mesón.

Así que la seguí y en silencio comencé a pelar unas cebollas a su lado, mientras lo hacía, me di cuenta de que Annaisha me miraba.

—¿Qué? —pregunté sin dejar de mirar la cebolla que, por cierto, esta se resistía a pelarse.

—¿Sabes cocinar Masao? —me preguntó curiosa, sin dejar de hacer lo suyo también.

—Luego de vivir el primer mes solo en base a solamente fideos instantáneos, me di cuenta que si quería vivir bien, debería aprender a cocinar, no fue muy difícil buscar recetas en Internet, así que luego de un par de intentos logré hacer algo decente. Además, las clases de economía del hogar ayudan bastante si le prestas atención  —respondí algo orgulloso.

—Ya veo —asintió Annaisha mientras encendía la cocina para hervir agua—. Es muy raro ver un chico de mi edad que sepa cocinar, eso es bueno si vives solo… ah, por cierto...

La miré para prestar atención a su siguiente pregunta, pero me percaté que se acercó a mi oído y con su mano izquierda cerca de su boca, para evitar que Emiko-chan la escuchara.

—Qué... ¿Qué pasa? —pregunté confundido, mientras trataba de disimular mi nerviosismo por tenerla tan cerca.

—Escondiste tus... Ya sabes... ¿Revistas? —preguntó Annaisha en voz baja, muy sonrojada y seria.

—¡¿Aah?! —exclamé sorprendido, pero luego bajé la voz para que Emiko-chan no escuchara nuestra conversación—. ¡Yo no tengo esas cosas! «al menos no en revistas...» pensé mientras miraba mi ordenador.

—¡Masao, no me mal entiendas! Estás en tu derecho si quieres, pero considerando que Emiko está aquí, sería muy problemático si por casualidad encuentra una... —Se disculpaba Annaisha con su rostro rojo.

—Annaisha... No tengo nada de eso, pero lo entiendo, así que no te preocupes —declaré, sonrojado, pero ya sin ningún tipo de resistencia.

Luego de esa extraña conversación, Annaisha me dijo amablemente que quería hacerse cargo del curry ella sola, por lo que me aparté para encargarme de la ensalada y por último preparar la mesa, luego me quedé viendo televisión junto a Emiko-chan mientras Annaisha continuaba en la cocina.

Pasado un tiempo, me dirigí hacia la cocina luego de haber terminado de colocar los platos y palillos.

—Ya está lista la mesa Annai... —pero fui interrumpido por Annaisha que me recibía con un pequeño plato que contenía el curry en cuestión.

Sin decir nada y algo sonrojado, abrí la boca y recibí el caldo de la preparación.

—¿Qué tal? —Me preguntó, sonriendo orgullosa.

El sabor junto con la textura y el picor en la garganta estaba perfectamente equilibrado, hacía tiempo que no probaba un curry casero tan bueno, ni siquiera se podía comparar con el intento de cocina mío...

«Está a otro nivel»

Mientras disfrutaba de ese sabor digno de un manjar de los dioses, sin darme cuenta me había quedado mirando a Annaisha mientras cocinaba, verla así junto con su sonrisa, demostraba una tranquilidad y felicidad que no había visto antes en ella, es muy distinta a la imagen de Annaisha de la primera vez que la vi...

—¿Emiko qué sucede? —preguntó Annaisha ya que su hermana nos miraba impresionada, mientras su pequeña cabeza asomaba por el borde de la mesa donde estaba.

—Parecen una pareja de casados.

Sentí como casi devuelvo el curry junto con mi cena del día anterior al escuchar tal declaración de Emiko-chan, por lo que me atasqué y comencé a toser.

—¡¿AAH?! —Reaccionó Annaisha totalmente sonrojada, y al hacerlo dejó caer su cucharón con el que cocinaba y este iba en dirección al suelo.

Al ver esto solo atiné a agacharme rápidamente y tratar de atraparlo, mientras luchaba con mi tos, pero solo logré estrellar mi cabeza con algo duro enfrente de mí, mi reacción natural fue la de llevarme las manos a la cabeza frente al dolor punzante que me atacaba. Al abrir los ojos y alzar la vista ví que Annaisha estaba en la misma posición que la mía y con las manos también en su cabeza.

Y ya entre los dos el dichoso cucharón...

—¡ja, ja, ja! ¡Eso fue igual que en los programas de televisión! —exclamó Emiko-chan mientras reía fuertemente.

Acto seguido ví como Annaisha comenzaba a reír también.

—¡Ja, ja, ja! ¡Tienes razón, fue igual que en la televisión!

Verla así tan alegre y tranquila, solo un pensamiento se me vino a la mente:

«Ahora mismo me pareciera que de verdad somos una pareja de casados»

Y así luego de aquel lamentable espectáculo, ambos comenzamos a servir lo que vendría siendo el almuerzo del día domingo, hubo momentos donde Annaisha volvía a tener aquella mirada perdida, quizás pensaba que mientras ella estaba disfrutando de un almuerzo tranquilo, su madre se encontraba en el hospital.

Sin embargo y a pesar de todo, el almuerzo transcurrió tranquilo, por supuesto que el curry de Annaisha estaba perfecto, y hasta el día de hoy sigo soñando con aquel sabor.                                             

Luego durante la tarde pasamos platicando respecto a distintas cosas, Annaisha es una chica bastante aplicada ya que me ayudó también a resolver unos problemas de matemáticas que no lograba entender.

Al final del día y antes de que ambas se retiraran, propuse a Annaisha llevar a Emiko-chan para que viera a su madre y quizás así ayude en su recuperación, tomando en cuenta la situación de su madre, que de hecho se sentía un poco mejor. Ella accedió, pero me pidió que la acompañara, primero me negué pensando que sería un momento a solas y familiar, pero ella insistió...

Sin embargo, yo tenía mis propios planes, así que le dije que la acompañaría, pero que sea el día lunes después de clases, por supuesto que ella le pareció extraño que fuera específicamente ese día, pero luego me dijo algo que me dejó pensando...

"No hay problema Masao, sea cual sea el motivo, confió en ti"

Realmente no sabía qué pensar al respecto, ¿Acaso Annaisha sabía que tenía un plan? y sin embargo confiaba en mí...

«Me odiará después de esto, pero es necesario…El lunes será el día que solucionaremos esto y espero que todo salga bien…»

Capítulo 17: Ángel a la espera

Luego de pasar la noche algo inquieto, pensando lo que sería el día siguiente, me encontraba ya en la preparatoria sentado en mi puesto junto a la ventana, recostado sobre mis brazos encima de la mesa. Durante la hora de descanso solía escuchar música con mis audífonos y con el volumen suficiente como para distraerme, pero a su vez poder prestar atención en el caso que suceda algo a mi alrededor. Como dije era la hora del almuerzo y Annaisha nuevamente estaba con el trío de siempre. En serio, eran tan diferentes que a veces olvidaba que eran sus amigos...

—¡Así que le dije que por favor parara de hacer eso, no llegaría a ningún lado si solo se dedica a improvisar solos de la nada! —era el rockstar otra vez, y por supuesto, hablando más fuerte que cualquiera.

—Yo solo seguí el juego, al fin y al cabo, estaba tocando el bajo a lo mío... —agregó J-Pop algo cabizbajo.

—¿Estás bien, Hamasaki-kun? Te noto algo deprimido... —preguntó Annaisha mirando a su amigo de cabellera azabache.

—S-- ¡Si! ¡Si! Fujioka-san, no te preocupes estoy bien, jeje... —respondió este mientras fuerza una sonrisa.

Era increíble ver como Annaisha se preocupaba de sus amigos y estos no tenían idea de cómo se sentía ella, ni por lo que estaba pasando...

—¿Y qué tal tu, Fujioka? —preguntó la pelirroja, la cual llevaba su típica coleta de caballo, mientras se acercaba un poco a Annaisha.

—¿Ah? —reaccionó sorprendida esta última—. ¿Por qué preguntas?

—No lo sé... te ves distinta... —contestó la pelirroja mientras la inspeccionaba.

«Interesante...»pensé mientras miraba reojo al grupo «creo que esta chica es más perceptiva de lo que creí, sé a quién recurrir entonces...»

—Ahora que lo dices... ¡Sí que se ve distinta! —reaccionó sorprendido el rockstar al acercarse también a Fujioka, además de alertar casi a la clase entera—. ¡Ya me parecía que estaba más risueña, quizá de verdad está saliendo con alguien!

—Aki… ¿Por qué dices eso?—preguntó la pelirroja, volteando a ver al rubio—. Y si así fuera no es de nuestra incumbencia—, finalizó algo molesta.

—Tch… es solo un chiste… —gruñó el rockstar mientras apartaba la mirada de manera despectiva.

A su vez, me percaté que el J-pop miraba con preocupación a Fujioka, como esperando que ella dijera algo al respecto.

—No-- !No tengo ningún novio, Hayashi! ¡No es nada de eso! —se excusaba Annaisha mientras negaba con sus manos frente a ella y volvía a forzar una sonrisa.

Luego apartó la mirada algo nerviosa, fue cuando nuestras miradas se cruzaron por un segundo e inmediatamente ambos las apartamos, pasado unos segundos, volví a mirar al grupo para darme cuenta que aquel pequeño hecho no había pasado desapercibido para la pelirroja, quien me miraba de manera sorprendida y a la vez algo molesta por encima del hombro de Annaisha, sin que ésta se percatara...

No supe qué pensar al respecto, pero no tuve tiempo de pensar nada más, cuando un aroma a flores me distrajo.

—Nichi-kyun~ —una voz cantarina me llamó, levanté la mirada para encontrarme con los hermosos ojos de la delegada Yukimura, quien me miraba sonriendo un poco inclinada hacia mí y con las manos a su espalda...

—Qu- ¿Qué pasa? —pregunté incorporándome, mientras me quitaba los audífonos.

—¿Qué pasa con ese ánimo, Nishi-kun? —preguntó la delegada mientras inclinaba su cabeza un poco, demostrando su confusión—. ¿Todo bien?

Fue extraño, no sabía por qué no me emocioné como de costumbre al ver la imagen de la perfección hecha mujer. Pensando un poco, Yukimura siempre estaba atenta a algo.... Como los NPC en los videojuegos, aquellos que están esperando para darte alguna misión o algo así...

«¿Una máscara...?»

Sin embargo, me quité esa estúpida idea de mi cabeza, por una extraña razón sentí que era una falta de respeto pensar así de la delegada...

Aunque sea mentalmente y ella no lo supiera...

—¿Nishi-kun? —me volvió a llamar con su suave voz

—Sí... Disculpa,  es solo que estaba distraído...

—¿Distraído en que, Nishi-kun? ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar? —preguntó inclinándose un poco en mi dirección y dejando caer sobre su hombro derecho parte de su largo cabello castaño claro.

Mientras la miraba fijamente, de nuevo vi aquellos ojos rojizos que demostraban una curiosidad, algo diferente a los demás...

—De hecho, creo que me puedes ayudar en algo... —agregué y mientras me incorporaba completamente del asiento noté que sus ojos comenzaban a brillar.

—¡¿En serio?! —exclamó Yukimura, mientras sus manos se juntaban en su pecho y su rostro se acercaba al mío—. ¡¿En qué te puedo ayudar,  Nishi-kun?!

Me sorprendí por un segundo, pero luego comencé a platicarle sobre una idea que tenía en mente y mientras lo hacía, me di cuenta que cada vez me acostumbraba más a esos gestos y acciones suyas, como el hecho de invadir mi espacio personal cada tanto sin previo aviso, o que me mirara de manera fija con sus grandes ojos rojizos. No me molestaba, al contrario, es parte de su encanto.

—Lamento tener que recurrir a ti nuevamente, pero es el último favor que te pediré, te lo prometo —declaré por fin, dándome cuenta la cantidad de veces que le he pedido algo a la delegada.

—Nishi-kun no te preocupes, recuerda que te dije desde un principio que te ayudaría en lo que fuera necesario, además es por Fujioka-san así que con gusto lo haré, ¿De acuerdo? —asintió mientras me regalaba una sonrisa amable.

Me hubiera gustado haberla conocido antes...

 Capítulo 18: Reina sin trono

De acuerdo a lo planeado, me encontré con Annaisha en la salida de la preparatoria para acompañarle a ir a buscar a Emiko-chan, que según me dijo, ya le había contado que irían a ver a su madre luego de casi dos semanas sin verla. Lógicamente Emiko-chan se emocionó con la idea.

Luego de pasar a buscarla a su escuela, nos dirigimos rápidamente al hospital en el que se encontraba la madre de Annaisha. No nos tomó mucho tiempo llegar ya que esa vez pedimos un taxi para hacer el trayecto más rápido. Luego de ingresar al hospital nos dirigimos a la habitación donde estaba hospitalizada, la hora de visita estaba a punto de acabar, por lo que le dije a Annaisha que esperaría afuera mientras platicaban con Emiko.

Consideraba que no sería correcto que estuviera ahí dentro, era un tema que debían tratar en familia.

Pasó unos minutos mientras estaba sentado en una banca blanca del pasillo que estaba justo afuera de la habitación donde hace unos minutos atrás había ingresado Annaisha y su hermana. Hasta que, a mi izquierda, escuché unos pasos dirigirse hacia mi, los cuales se detuvieron justo frente a mi.

—¿Qué haces aquí...? —preguntó una voz proveniente del propietario de aquellos pasos. 

Levanté la mirada para ver quién preguntaba, y al hacerlo, me topé con el mismo padre de Annaisha quien me miraba confundido y algo cansado.

—Fujioka… san... —comenté mientras me levantaba de mi asiento, intentando adivinar cuáles eran sus intenciones.

—Tranquilo, vengo en paz... —mencionó mientras tomaba asiento en la misma banca donde estaba.

Me costó un poco reaccionar ante aquella persona que de alguna forma se veía muy diferente al pedante y egoísta padre de Annaisha, por lo que, lentamente, bajé la guardia y tomé asiento junto a él, al hacerlo me percaté que tenía una bolsa con algunas cosas como flores y una caja de bombones.

«¿En serio...?» pensé mientras sentía que aquel momento de silencio sentado junto a él se hacía eterno.

—¿Por qué no entra? Sus hijas están allí —le pregunté sin mirarlo.

—Lo sé, las vi entrar al hospital... Junto a ti... —me contestó casi sin ánimos.

Esa pequeña pausa en su respuesta me dio a entender lo que le preocupaba. Sin embargo, su siguiente pregunta me confirmó lo que sospechaba:

—¿Qué eres para Annaisha?

—¿En serio va a fingir ser un padre celoso con su hija justo ahora? —repliqué molesto, no me importó en lo más mínimo que sea mayor que yo o sea algún jefe de algún lugar importante, ese tipo había perdido todo respeto de parte mía, así que, acto seguido me dispuse a ponerme los audífonos y así ignorar con más facilidad cualquier tipo de réplica...

Pero pasado un tiempo, dicha réplica no llegaba.

Volteé a verlo, más que nada para cerciorarme de que efectivamente seguía ahí, pero solo vi a un hombre con la mirada perdida en el piso.

—¿Se encuentra bien...? —ni siquiera sé por qué pregunté eso, creo que fue por mera educación.

—Cuídala ¿si? —Su voz sonó muy baja, ni siquiera parecía ser el padre de Annaisha que conocí.

—¿Qué quiere decir? —pregunté, algo preocupado por ese cambio repentino en la forma de ser de él, pero no alcancé a recibir respuesta, ya que la puerta de la habitación frente a nosotros se abrió repentinamente.

—Padre... —Era Annaisha que nuevamente volvía a sorprendernos.

El padre de Annaisha, al verla, se levantó rápidamente del asiento, creo que con la intención de abrazarla, pero ella no tenía la intención de corresponderle y simplemente lo miraba con los brazos cruzados. Sin embargo, no mostraba enfado, solo estaba ahí, de pie junto a la puerta de la habitación.

El padre se quedó mirando a su hija por unos segundos, hasta que por fin Annaisha rompió su silencio: 

—¿Masao-kun puedes entrar un momento? Mi madre quiere conocerte y platicar contigo —dijo mientras me dedicaba una pequeña sonrisa—. Yo esperaré aquí afuera mientras...

—¿Estás segura? —pregunté preocupado, no me agradaba mucho la idea de dejar a los dos solos.

—Descuida, estaremos bien —respondió totalmente segura y aun con su amable sonrisa, mientras el padre nos miraba sorprendido intentando comprender la situación.

Por lo que, pasados unos segundos, accedí a su petición e ingresé a la habitación. Al entrar, miré alrededor y me di cuenta  que predominaban los colores claros y junto al arrebol de la tarde, tornaba la habitación de colores anaranjados, por otra parte, aún estaba algo nervioso por la situación, sin embargo, intenté lo mejor que pude para mantener la compostura.

—¡Ma Onii-chan! —me recibió una voz, para luego sentir unos pequeños brazos rodeándome por la cintura—, ¡ven, ven! —me invitó Emiko-chan, mientras me llevaba de la mano hacia el interior de la habitación. 

La habitación se veía bastante iluminada a pesar de que ya el sol se estaba poniendo, unos visillos blancos al fondo de la habitación se balanceaban suavemente con el viento que ingresaba por la ventana y justo frente a mi, una mujer sentada en una cama de sábanas blancas y cuyo cabello largo de un color castaño rojizo, caía sobre su hombro izquierdo.

—Masao-kun... Al fin te conozco —dijo aquella mujer quien me miraba con una sonrisa amable, su voz sonaba muy suave y tranquila—, por favor, siéntate aquí —señaló con su mano derecha una silla blanca a su costado derecho de la cama.

Me acerqué a la dicha silla y en completo silencio, tomé asiento, me di cuenta que bajo sus ojos color esmeraldas, se asomaban unas pequeñas ojeras.

—Mucho gusto, señora Fujioka, yo... —recuerdo que estaba algo nervioso, era cómo ver una versión adulta de Annaisha.

—Mis hijas me han hablado mucho de ti... —su voz sonaba algo débil, pero no tanto como para no ser escuchada—. Tenía curiosidad por el compañero de clases que a mi hija mayor le tenía con tan buenos ánimos. 

—Espero no ser una molestia… —agregué, aún nervioso y rígido en mi asiento.

—Para nada, al contrario,  debería agradecerte por ayudar a mi hija en estos momentos.

Se notaba que estaba cansada, no sabía cuánto tiempo realmente había pasado en aquel hospital,  pero no parecía ser una simple depresión. 

—En realidad… debo pedirte disculpas por haberte metido en todo esto… —agregó la madre de Annaisha—. Aunque es mi culpa que haya ocurrido en primer lugar...

—Lo hecho, hecho está —declaré, sin pensar demasiado. 

Ella me miró algo sorprendida y luego de una pequeña pausa, sonrió.

—Es verdad lo que mencionaba Anna de ti... Eres directo y sincero.

—No estoy seguro si realmente sea algo rescatable… —mencioné pensativo—. Sólo digo lo que pienso y muchas veces lo hago sin meditarlo mucho.

—Si tan solo hubiera tenido tu misma valentía antes… —agregó pensativa—. Agradezco mucho que hayas decidido estar ahí para Anna y Emiko mientras yo no estaba, has sido de mucha ayuda, más de lo que crees... —dijo mientras miraba a Emiko-chan quién luego de llevarme con su madre, estaba entre sus brazos.

—Aun así... No estoy seguro de que sea yo a quien deba decirle todo esto... —dije algo confundido también.

—Lo que quiero decir es que has hecho más que yo en estos momentos difíciles, Masao-kun... Recuerdo que cuando caí enferma, Anna siempre estaba algo decaída y aunque intentaba ocultarlo, se notaba que estaba cansada y sin ánimos, luego me percaté que cuando vino a visitarme un día, la logré ver con mejor ánimo y que se debía a que un compañero de clases se había dado cuenta de ello e intentó ayudarla...

Cuando mencionó aquello, me miró con preocupación, para luego mirar a Emiko-chan quien le devolvía la mirada a su madre, algo confundida.

—¿Mamá? —preguntó Emiko-chan a su madre, mientras la miraba aún más confundida que antes. 

—Emiko, ¿podrías ir con tu hermana un momento? —preguntó Fujioka-san a su hija, para luego dirigir su mirada amable hacia a mi—. Debo platicar algo de adultos con Masao-kun.

—Pero yo también quiero estar con mamá… —replicó triste Emiko-chan al ver que se separaría de su madre nuevamente.

—No será por mucho tiempo, bebé. Ven aquí. —llamó Fujioka-san a su hija, para que luego esta recibiera un fuerte abrazo de su madre.

Aquella demostración de cariño fue suficiente para Emiko, ya que luego de ello,  su tristeza había desaparecido, asintió con su cabeza y se retiró de la habitación. Una vez que había salido, Fujioka-san continuó:

—Annaisha me dijo que te había contado lo que realmente pasó…

—Si…

Luego de escuchar mi afirmación, Fujioka-san liberó un pequeño suspiro y continuó.

—Yo siempre soñé con tener una familia completa y el amor ideal y que este duraría para siempre… Katsuo  fue mi primer amor… Sin embargo, fue capaz de  cambiarme por la primera que vió, fue incluso capaz de dejar todo lo nuestro por esa mujer… 

Fruncí el ceño al escuchar esas palabras.

—El egoísmo tiene muchas formas... incluso se camufla como culpa... —comenté de manera pensativa.

Fujioka-san me miró con una mezcla de confusión y sorpresa. Y pasado unos segundos continué:

—Supongo que sé a qué se refiere... yo también creía en ese cuento de hadas como el amor... pero en lo que llevo de vida, he aprendido a no creer en las palabras bonitas solo por que las dijo quien te gustaba o en quien creías... Las mentiras se camuflan incluso como buenas intenciones...

Fujioka-san me miró nuevamente algo pensativa.

—Tu también tuviste que pasar por algo así... pero algo me dice que no solo tiene que ver con una chica que te rompió el corazón... ¿No es así?

Guardé silencio ante aquella declaración, miré hacia los lados tratando de ordenar mis ideas y a su vez tratando de que aquellos recuerdos no vinieran a mi, a atormentarme.

—Cuando uno cae... Lo mejor que puedes hacer es levantarte, siempre hay una razón para hacerlo, siempre, ya que al mundo no le importas si caes, este seguirá girando y no se detendrá a llorar contigo, así que la razón para levantarse la debe buscar uno mismo —agregué algo molesto—. Los adultos siempre nos hablan de que debemos seguir adelante, de que nuestros problemas no son la gran cosa... hasta que los viven ellos mismos. Es ahí, entonces, cuando importan ¿no?

Había sacado todas aquellos pensamientos de mi, sin mediar en las consecuencias y es que detestaba cuando alguien se derrumbaba así sin más, sin dar pelea al menos. Fue cuando caí en la cuenta de lo que había hecho, acababa de conocer a la madre de Annaisha y lo primero que hice fue sermonearle, un chico de preparatoria sermoneando a una mujer mayor...

Aunque recuerdo que no aparentaba ser demasiado mayor, se veía bastante joven para tener a una hija de mi edad...

Fujioka-san me miraba sorprendida hasta que ví como una pequeña lágrima corría por su mejilla derecha.

«Mierda... la cagué» pensé, pero no alcancé a decir nada más cuando ella misma fue quien tomó la palabra.

—Vaya… hasta donde he caído, que incluso un chico de la edad de mi hija tiene más determinación que yo…

—Fu-- Fujioka-san...

—Estoy decepcionada de mi misma... —me interrumpió—, no fui una madre responsable cuando mis hijas más lo necesitaban y gran parte del peso se lo llevó Anna... Cometí errores que se podrían haber evitado... —declaró la madre de Annaisha—. Tuve miedo y por eso actué con egoísmo, y producto de ello les traje problemas a todos los demás.

—Fujioka-san…

—Tranquilo, es… es solo que había olvidado lo que realmente tenía, y al ver nuevamente a mis hijas, me recordó el motivo por el que sigo viva, el motivo por el que debo luchar —comentó mientras miraba hacia la ventana, luego volvió a mirar hacia la puerta de la habitación—. Annaisha y Emiko son mi vida… y tú me lo acabas de recordar, me recordaste todo lo importante que aún me queda y también que no debo rendirme, Anna estaba luchando por mí y Emiko… y yo simplemente dejándome estar.

—Fujioka-san… —le llamé, ella volvió su mirada cansada hacia mí—. Creo que debo decirle esto antes de que le afecte de manera negativa... Su esposo está afuera platicando con Annaisha-san ahora mismo...

—Lo sé... yo lo llamé —declaró Mizuki-san, por lo que me sorprendí al escuchar eso.

—¿Está segura de esto...? —pregunté.

—Si... es necesario aclarar las cosas de una vez por todas. —dijo ya, con una seguridad que me recordó a la actitud de Annaisha—. Ya tenía planeado aclarar las cosas con ese hombre, solo que no estaba realmente segura.

—Lamento mucho lo que dije…

—No pasa nada, muchas veces debemos escuchar las palabras más jóvenes, además, el hecho que lo sean, no significa que no tengan razón… Muchas gracias, Masao-kun, necesitaba escuchar aquellas palabras. —finalizó con una amable sonrisa.  

—Será mejor que me vaya entonces… no quiero molestarla más… —dije levantándome de mi asiento.

—No eres ninguna molestia, y por favor… —al escuchar aquella pausa, miré en su dirección—. Por favor, sigue cuidando de Anna.

Al escuchar aquellas palabras me dispuse a salir de la habitación, no sin antes despedirme con una pequeña reverencia... Sin embargo, no dije nada más y salí de la habitación en silencio.

    Capítulo 19: Cruce de guerreros

Me di cuenta que hay cosas que siempre estarán fuera de mi control o mejor dicho fuera de mis expectativas, por mucho que me adelante a las situaciones...

Realmente no estaba seguro si lo que dijo era cierto, pero vi como sus ojos mostraban la misma determinación que su hija, al menos se había propuesto hacer algo. Hecho que fue impulsado por su hija que también estaba haciendo un cambio, pero no no fue gracias a mi, mi participación fue mínima y sólo tuve que hacer ciertas cosas que gatillaron otras...

De hecho había llegado a un punto en que no sabía qué hacer luego… Supongo que la teoría del caos hizo presencia.


Luego de salir de la habitación, Annaisha y Emiko ingresaron a ella junto a  su padre, mientras tanto me dirigí a la sala de espera de aquel hospital y en aquella sección de visitas, tomé asiento en una de las bancas y me dispuse a escuchar música con mis audífonos, pensando en todo lo ocurrido hasta ese momento. Quería retirarme luego de conversar con la madre de Annaisha, pero decidí que lo mejor sería quedarme allí por si acaso.

Todo estaba tranquilo, no sé cuánto tiempo había pasado, hasta que unos pies se posaron justo enfrente mío los cuales pertenecían a un hombre y una mujer.

Creo que no los escuché llegar por que estaba muy concentrado escuchando música, por lo que perdí contacto con la realidad, pero al alzar la vista me percaté que aquellos pies les pertenecen a dos personas en particular:

Una es la pelirroja, que me miraba sorprendida y algo molesta:

—¿Tu otra vez...? —dijo la pelirroja mientras estaba parada frente a mí sosteniendo su bolso escolar con su mano derecha.

—Nishimura... san ¿No? —preguntó la segunda persona que en realidad es el chico J-pop, quien, a diferencia de la pelirroja, no se mostraba molesto, sólo sorprendido de verme. 

Por otra parte, sólo asentí con un gruñido y moví la cabeza para saludar mientras me colocaba de pie, me sacaba los audífonos y me ponía a la altura de ellos.

Y en ese momento, que lograba verlos más de cerca, me di cuenta que el J-pop era más alto y delgado de lo que parecía y la pelirroja era un poco más pequeña que Annaisha y si bien tenía sus curvas, estas eran un poco más pequeñas, y no llegaba a las curvas perfectamente equilibradas de Annaisha y mucho menos a la perfección de Yukimura.

«Debería dejar de pensar en esas cosas, ni siquiera es un buen momento» Pensé mientras me percataba que el Rockstar no estaba por ningún lado. «ya veo... me esperaba algo así...»

—¿Qué haces aquí? —preguntó la pelirroja de manera molesta.

—Tranquila, Hayashi, supongo que está aquí por lo mismo que nosotros... —comentó J-Pop tratando de calmar a la pelirroja, la cual continuaba mirándome fijamente y con los puños cerrados.

—Oye, no tengo idea porque me odias y sinceramente también me da igual... —respondí también algo molesto—. Además el motivo de por qué estoy aquí, no debería importarte.

—¡Claro que me importa! ¿Acaso crees que no me he dado cuenta de cómo te has estado acercando a Fujioka? si le llega a pasar algo por tu culpa... —replicó la pelirroja, completamente molesta.

¡¿Ah?! ¿De qué hablas Hayashi? —preguntó confundido J-pop, mientras nos mira a mí y a la pelirroja como esperando que alguno le diera una respuesta.

—¿Y tú sabes por lo que está pasando siquiera? —pregunté desafiante—. Son sus amigos ¿no? ¡Pues demuéstrenlo!

Ambos me miraron sorprendidos, sobre todo j-pop, aunque la pelirroja continuaba molesta.

Reconozco que perdí la paciencia y que sinceramente no hacía falta ese último comentario, me bastaba con que hubiera llegado al menos la amiga de Annaisha.

La Pelirroja y yo nos miramos por unos segundos, hasta que oímos como unos pasos raudos se acercaban a nosotros para hacernos reaccionar.

-—¡¿Hayashi?! ¿Qué haces aquí? —preguntó Annaisha sorprendida.

—¡Fujioka! —pelirroja y J-pop se apresuraron a ir en su dirección—. ¡Nos dijeron que estabas aquí y que tu madre estaba enferma! Es... ¿Es verdad?

—¿Quién les dijo eso...? —preguntó Annaisha, mirando en mi dirección, y a pesar de que preguntó, en el fondo sabía que fui yo...

—Fue la delegada de la clase... —acotó el J-pop, avergonzandose de ello—. nos dijo también que estarías aquí hoy y que debíamos estar aquí para ti...

—Así que fue Yukimura-san… —comentó Annaisha algo pensativa.

—¿Salió todo bien? —pregunté mientras me acercaba, me percaté que J-pop y  Pelirroja voltearon en mi dirección, obviamente no sabían a qué me refería.

—Fujioka… san ¿De qué habla...? —preguntó el J-pop a Annaisha, temeroso de su respuesta.

Annaisha me miró y luego a sus dos amigos, claramente dudaba de hablarles de su problema. Por lo que, luego de tomar aire, quizás para armarse de valor, declaró:

—Mi Madre y mi Padre platicaron a solas... No pude estar presente en el momento, porque estaba con Emiko en el pasillo, pero luego me explicó mi madre sin que mi hermana se diera cuenta, que en su conversación con mi padre trataron de arreglar las cosas... —explicaba Annaisha mientras baja la mirada y se sostenía el brazo izquierdo con su mano derecha—. Luego de escuchar a mi padre, mi madre le dijo que las cosas ya no serían lo mismo y que lo mejor que pueden hacer es tratar de llevarse bien, seguir siendo una familia... Pero por separado. Mi padre no estaba totalmente de acuerdo y al parecer quería hacer como si nada hubiera pasado, pero mi madre le dijo: "Lo hecho, hecho está" por lo que luego acordaron que ambos estarían ahí por el bien de nosotras, pero se dieron a entender que no serían más una pareja...

J-pop y  Pelirroja observaban  a Annaisha sin decir nada, sólo su rostro de sorpresa era suficiente para dar a entender lo que sintieron. Un momento de silencio que se hizo a continuación.

El largo silencio pareciera que duró mucho más de lo que era, los tres amigos estaban en silencio, sin saber, quizás, que decir a continuación.  Por lo que decidí hacer algo al respecto.

—Y Emiko-chan ¿Cómo se lo tomó? —Pregunté rompiendo ese extraño silencio. 

Annaisha como si saliendo de un trance, me miró y contestó:

—¡Ah...! ¡E-- Emiko se lo tomó bastante bien! si bien en un principio no comprendía muy bien a que nos referíamos con ser una familia separada, Madre le habló de tal manera para que Emiko comprendiera y no se asustara ni nada por el estilo, de hecho, Emiko les dijo que sin importar lo que pasara ella va a sonreír por ellos y que cada vez que lo necesiten va a ayudarlos, luego de eso... Ambos se miraron y al parecer eso les dio esperanza de seguir adelante... —Annaisha esbozó una pequeña sonrisa antes de continuar—. Quien sabe quizás en algún futuro nuestra familia vuelva a estar en paz...

—Tus padres se están... ¿Separando? —preguntó el chico de cabello negro, observando apenado—. Fujioka...Yo... No sabía nada de esto... .

—Está bien… —respondió Annaisha al J-pop con una amable sonrisa—. Hamasaki-kun, no es tu culpa, para nada...

—Pe-- Pero, no es como si fuera algo fácil… —replicó J-pop, con preocupación. 

—No... No está bien... —replicó la pelirroja, rompiendo el silencio en el que se encontraba mientras miraba al piso y con sus ojos tapados por su cabello.

—Hayashi, no te preocupes está bien ¡En serio! —Annaisha se acercó preocupada a ella mientras, pelirroja continuaba con su mirada baja.

—¡No es verdad! ¡No está bien para nada! —Alzó la voz la pelirroja mientras se aleja de Annaisha dando un paso hacia atrás.

—Hayashi, cálmate... —acercándose hacia la pelirroja el J-pop intentaba calmar a su amiga colocando sus manos en los hombros de ella, pero ésta apartó  a su amigo y se alejó más dando otro paso hacia atrás.

—¿Hayashi...? —Annaisha intentó acercarse pero la pelirroja continuaba con su mirada en el piso, sus manos a sus costados y sus puños cerrados.

—¿Desde cuándo...? —murmuró la pelirroja—. ¿Desde cuándo has estado aguantando todo esto sola...?

—Hayashi...Te dije que no importa, está todo bien ahor...

—¡¡Maldición, Annaisha!! —la interrumpió, su eco se hizo sonar en el pasillo, de hecho, todos quedamos paralizados ante la pelirroja que había alzado la voz de esa manera sobre todo en un hospital, aunque claramente eso no le importó en lo más mínimo.

Luego de unos segundos, la pelirroja más calmada continuó:

—Has estado aguantando todo esto tú sola… Mientras nosotros te contábamos nuestros absurdos problemas... Y tú, aguantando todo con una sonrisa... —continúa por fin luego de una pausa.

Fue en ese momento cuando unas lágrimas hicieron aparición y comenzaron a caer por sus rojas mejillas.

—Y nosotros nos hacemos llamar tus amigos... ¿Crees que eso está bien? ¿Crees que eso es justo? —preguntó alzando la mirada, con su rostro rojo, acompañado de unas lágrimas silenciosas, una mezcla de tristeza y enojo… 

Me imaginaba cómo debía sentirse. 

El J-pop, incapaz de decir nada, sólo la miraba a su amiga, quizás intentando reconocerla. De hecho, para mí también fue una sorpresa verla así, no me esperaba una reacción así.

—¡No es justo, no lo es! ¡Yo dije que te ayudaría, que te protegería, que eras casi una hermana para mí! ¡Y ni siquiera fui capaz de deducir lo que te guardabas! —dijo Hayashi-san mientras ésta intentaba secar sus lágrimas que corrían a borbotones, eran lágrimas que no se podían contener… —¡Por qué, Annaisha! ¡Por qué no confiaste en mí y me lo dijiste! Por qu--

El llanto de Hayashi-san fue interrumpido por unos brazos que le rodeaban, intentando calmarla.

—Por qué eres mi amiga, alguien que también quiero proteger... —respondió Annaisha con una sonrisa.

Hayashi-san,  luego de su sorpresa por el abrazo de Annaisha, comenzó poco a poco a llorar con más fuerza mientras se hundía en el abrazo.

—¡No es justo...! Se supone-- Que quien te debe--  Cuidar soy yo —replicó Hayashi-san,  mientras el llanto apenas le dejaba hablar.

—¿Recuerdas cómo nos conocimos? —preguntó Annaisha separándose de su amiga y le miraba con una calmada sonrisa.

—Recuerdo--  que fue-- el año pasado-- —contestó Hayashi-san sollozando, para luego suavemente separarse de Annaisha y comenzar a secarse las lágrimas, ahora un poco más calmada—. Unos idiotas de un curso superior, te estaban acosando, en la salida de la preparatoria...

—Fue cuando llegaste y les diste una patada en el rostro al más alto, aún me sigo preguntando cómo hiciste para llegar tan alto... —agregó Annaisha alegre.

—Yo también… pero les dije que si se volvían a meter contigo, la próxima iba a su entrepierna... —acotó Hayashi-san mientras apartaba la mirada avergonzada.

—Desde esa vez que acordamos acompañarnos a la salida de clases para evitar problemas... —agregó Annaisha.

—Espera ¿fueron los tipos de tercero? ¿Esos que expulsaron por mal comportamiento? Entre otras cosas... —preguntó Hamasaki-san, que hasta el momento se había mantenido en silencio.

—Si, recuerdo que otras chicas también habían tenido problemas con ellos y los denunciaron a la preparatoria —acotó Annaisha mirando a su amigo—. Luego de eso Reiko y yo comenzamos a hablar más y sin darnos cuenta nos volvimos más cercanas y comenzamos a llevarnos mejor. Todo eso ocurrió a principios de este año. Menos mal que se fueron esos tipos, estaba muy nerviosa siempre que salía de clases... —finalizó Annaisha para luego soltar un suspiro de alivio.

—¡Por eso te prometí que te protegería como si fueras mi hermana pequeña! —agregó Hayashi-san mientras se pegaba a la mejilla de Annaisha mientras la abrazaba, para luego nuevamente separarse y avergonzada continuar—, Anna, lo siento... Debí haber estado para ti también ahora, no tengo derecho de llamarme tu amiga... 

—No digas eso, yo tuve la culpa por no decirte y no haberte confiado mis problemas... Pero es que no quería causarte más problemas de los que ya tienes... —insistió Annaisha, bajando la mirada algo apenada.

—Debí deducir que algo andaba mal desde que comenzaste a faltar a clases más seguido... —replicó Hayashi-san quien también bajaba la mirada.

—Reiko... —llamó Annaisha mientras levantaba su vista hacia a su amiga—. ¿Hace cuánto que no nos llamábamos por nuestros nombres como antes?

—Creo que desde principio de este año comenzamos a distanciarnos por distintos motivos... Lamento no haber tenido el tiempo necesario para ti... —Hayashi-san bajó la mirada de manera pensativa por un momento antes de volver a mirar a su amiga, esta vez con entusiasmo—, ¡Te prometo que a partir de ahora estaré más atenta y no dejaré que cargues tus problemas sola nunca más! —agregó por fin esta vez con una sonrisa en su rostro y sosteniendo las manos de Annaisha entre las suyas.

—¡Yo también prometo estar más atento para ti Fujioka-san, recuerda que también soy tu amigo y aunque esté metido en esto de mi grupo de rock no significa que no pueda prestar atención a mis amigos! ¿De acuerdo? —agregó Hamasaki-san quien también intentaba mostrar una sonrisa a su amiga.

—Hamasaki-kun, muchas gracias por preocuparte... —agradeció Annaisha con una amable sonrisa.

—¡Tu preocúpate por sacar el famoso single con el que llevas trabajando con Akihiko casi todo el año! —agregó Hayashi-san con mejores ánimos.

—Por cierto... ¿Dónde está Kawamura-kun? —preguntó Annaisha quien supongo se refería a Akihiko, es decir al Rockstar quién brillaba por su ausencia—. Pensé que estaría contigo...

—Respecto a eso... Creo que dijo que hoy tenía práctica con el grupo así que, no pudo venir… —contestó Hayashi-san, algo apenada por la falta de su amigo.

—¿Y no me dijo nada...? —preguntó confundido Hamasaki-san.

—Ya veo... —Annaisha se quedó pensativa al respecto, pero inmediatamente Hayashi-san le quitó importancia al asunto:

—¡Tranquila que estamos aquí y es lo importante! —dijo con una amplia sonrisa—. ¿Qué les parece si voy por algo de beber? vi una máquina de café en la entrada… Así podemos platicar más relajados ¿Que me dicen?

—¿Ah? si claro, yo quiero un café negro ¿Tú quieres algo Fuijoka-san? —preguntó Hamasaki-san pero no recibió respuesta ya que Annaisha estaba mirando hacia otro lado —¿Ocurre algo? 

—Masao… ¿Dónde se fue? —preguntó Annaisha mientras ésta miraba alrededor, buscándome.

—¿Masao...? ¿Te refieres a Nishimura? —preguntó Hayashi-san.

—¿Masao? D-- ¿Desde cuándo tienen esa confianza? —preguntó Hamasaki-san al percatarse que me llamaba por mi nombre.

—Ahora no Hamasaki... —le replicó Hayashi-san a J-pop, acto seguido se acercó a Annaisha—. No sé en qué momento desapareció... Lo siento.

En un momento de su conversación me había retirado del lugar, pero no muy lejos ya que estaba parado con las manos en los bolsillos literalmente a la vuelta de la esquina, doblando el pasillo, casi saliendo de la sala, lo suficientemente cerca como para escuchar la situación...

La cual había salido bastante bien.

Mientras me ponía los audífonos para escuchar música, tomé mis cosas y sin que se dieran cuenta, comencé a alejarme de la sala de espera, la cual afortunadamente a esa hora no había nadie, hasta por fin salir del hospital, había pasado el tiempo bastante rápido, ya que estaba oscuro... 

El invierno estaba cerca y se hacía sentir, porque una brisa fría acarició mi rostro, por lo que levanté el cuello de mi chaqueta de la preparatoria para poder abrigarme un poco más y sujeté el bolso escolar en mi hombro derecho y me encaminé hacia a mi hogar...

«Salió mejor de lo que esperaba...» pensé ya acercándome a la estación de trenes «Pero aún queda algo más que debo hacer... Algo más, por mí...»

 Capítulo 20: Princesa inquieta

Me pareció extraño no volver a ver a Masao luego de que encontré a mis amigos en el hospital, pensé que quizás había tenido un imprevisto y por esa razón se fue sin decir nada. Quería llamarle luego, pero tampoco estaba segura si fuera buena idea...

Por otra parte, mis amigos aún estaban preocupados de mí y mi problema, pero consideré que lo mejor sería guardar ciertos detalles que no hacía falta contar, no porque no confiara en ellos, es solo que creí que no era el momento ni el lugar para platicar. Así que luego de terminar el café me despedí de ellos y les dije que nos veríamos en la preparatoria.

Luego de ello, me dirigí a la habitación para tratar de compartir un poco más con mi madre y mientras caminaba hacia allá pensaba en el trabajo de medio tiempo de Reiko, sé que no me lo quiso decir para no preocuparme, pero sabía también que debería haber estado allí...

Solo esperaba que aquella visita no le causara más problemas...

Al llegar a la habitación de mi madre, el ambiente estaba un poco tenso, pero mucho mejor respecto a antes de salir. La única que estaba realmente bien era Emiko que continuaba con su alegre sonrisa:

—¡Anna nee-chan! —se acercó alegremente a abrazarme—. ¡Mamá dice que dentro de unos días podrá volver a casa!

Aquella noticia hizo que una sonrisa enorme se dibujara en mi rostro e inmediatamente me acerqué a mi madre.

—¿Madre, eso es verdad? —Pregunté emocionada.

—Si, como ya estoy comiendo bien y mi salud ha mejorado, el médico dijo que posiblemente pasado mañana me dé el alta médica.

Al escuchar eso, no aguanté las ganas de abalanzarme sobre mi madre y abrazarla con todas mis fuerzas, ella me correspondió el abrazo y puso su mano sobre mi cabeza mientras me acariciaba. Había pasado tiempo desde la última vez que la había abrazado y estaba tan contenta que volví a sentirme como una niña...

—Bueno, me alegro que las cosas mejoren... —comentó mi padre levantándose de la silla en la cual estaba sentado y se disponía a retirar.

—¡Papá! ¿Cuándo vuelves? —preguntó Emiko, quién había ido a su encuentro.

Mi padre nos miró a mí y a mi madre antes de contestar.

—Pronto, Emiko... Pronto... —contestó pensativo—, Adiós Emiko  —continuó dándole una palmada en la cabeza, para luego despedirse de mi madre.

—Adiós Mizuki...

—Adiós —contestó secamente mi madre, quien aún se veía algo molesta por todo.

Fue cuando mi padre se acercó a mí y me preguntó en voz baja:

—¿Puedo hablar contigo un momento?

—Claro, padre... —le contesté calmadamente, mientras mi madre tomaba de la mano a Emiko que se disponía a salir con nosotros también, de seguro tenía curiosidad de qué hablarían su padre y su hermana, pero mi madre entendió que era una conversación entre mi padre y yo.

Una vez afuera de la habitación caminamos un poco casi en la esquina del pasillo blanco y solitario de aquel hospital. Luego de una pausa, mi padre sacó un cigarrillo, olvidándose del lugar en el que se encontraba, miró aquel cigarrillo por un segundo y lo volvió a guardar. Se le veía nervioso y evitaba mirarme a los ojos.

—Lo-- Lo siento... —dijo luego de ese incómodo silencio.

—¿Por qué lo dice, padre? —pregunté algo confundida, mientras llevaba mi mano derecha cerca de mi corazón.

—Lo que dije antes, cuando me encontré con tu amigo... —mi padre cada tanto apartaba la mirada mientras se rascaba la cabeza con su mano izquierda, siempre hacía eso cuando estaba nervioso y en ese momento se le notaba mucho más—. Sólo espero que me perdones, no es algo que de verdad sienta...

Se sentía extraño escuchar y ver así a mi padre, no recordaba cuándo fue la última vez que fue sincero con nosotras, si es que alguna vez lo fue...

—Tenía rabia y sólo trataba de excusar mis falencias como padre... ¡Y lo débil que fui al conocer a esa mujer…! —exclamó mientras se acercaba un poco más antes de continuar—. Pero ya no estoy con ella... solo fue un encuentro y nada más...

Mi padre se encontraba cada vez más ansioso mientras trataba de hablar...

—Padre, yo...

—¡Pero al verte ahí parada mientras decía todas esas cosas horribles! Yo de verdad...  —mi padre cada vez estaba más nervioso y hacía gestos con sus manos como tratando de ordenar sus ideas

—Padre... —insistí nuevamente.

—¡De verdad me dio miedo perderte!

—¡Papá! —exclamé alzando la voz e interrumpiendo por fin sus excusas; tratando de detener esa corriente de ideas y emociones las cuales no le permitían escucharme. Recuerdo que algo así sentí cuando me sinceré con Masao en aquella estación de tren la primera vez... Y ahora que lo recuerdo pareciera que fue hace mucho tiempo.

Luego que lo interrumpí, padre me miró confundido, pero también algo expectante a lo que tenía que decir…

Era la primera vez que veía a mi padre así y también era extraño para mí, ya que tampoco recordaba haber tenido esa confianza para hablarle como entonces.

Tomé un poco de aire, quizás para poder alimentar mi fuerza, mientras aun sostenía mi mano en mi corazón y así lograr mantener la calma, si bien mi padre siempre había sido distante, y en retrospectiva creo que también tuve algo de culpa ya que cuando entré en secundaria y luego en preparatoria no había vuelto a hablar con él cómo cuando era niña... Pero por el mismo motivo es que debía hacerle frente y sobre todo,  dejar en claro mis sentimientos.

—¿Eso mismo le dijiste a mi madre? —pregunté firmemente, al hacerlo mi padre se me quedó mirando sorprendido, quizás intentando reconocerme, de hecho, ni yo misma lograba hacerlo —, ¿Si sentías todo eso por qué esperaste hasta ese momento para darte cuenta? ¿Acaso no te diste cuenta que también tengo sentimientos y que tus palabras me dolieron más que cualquier cosa antes? —declaré, mientras miraba desafiante a mi atónito padre.

Es verdad que me sentí realmente mal cuando mi padre dijo aquellas palabras, como si nosotros no valiéramos nada, recuerdo que tenía una mezcla de rabia y tristeza... Sin embargo, insisto en mis palabras:

No lo odio.

Sé que el camino no es el odio y eso, no es lo que Emiko necesitaba y mucho menos mi madre.

—Al único que debe convencer con sus palabras es a usted mismo… papá... —Sus ojos se cruzaron con los míos, buscando una respuesta —me refiero a que tiene que demostrar lo que dice con hechos, en vez de sólo palabras...

—Sé que fue horrible como te traté y no quiero hacerte más daño... —insistió algo ansioso, tratando de explicar.

Cerré mis ojos y negué con mi cabeza en silencio, no era eso lo que quería decirle, sin embargo, continué:

—Además, estaré bien, no estoy sola, tengo amigos que se preocupan por mi... —agregué sonriente con la intención de calmarlo, mientras se me venía a la mente Reiko y los demás... Y también Masao...

—Entiendo... —contestó mi padre luego de volver a mirar sus manos—. Tienes razón, debo demostrarlo con hechos para que puedan confiar en mí...

Mi padre continuaba pensativo, quería ayudarlo...

A pesar de todo... Seguía siendo mi padre...

Quizás mis amigos no estarían de acuerdo en mi manera de actuar, pero creo que entenderían si estuvieran en mi posición. Ya no quiero más dolor ni mucho menos rencores.

Aún quedaban muchas cosas que hablar y muchas más que confesar, pero por ese entonces lo mejor fue dejar las cosas así, hay cosas que solo el tiempo puede curar...

Luego de la conversación le dije que lo mejor, por ahora, es que se vaya, ya habrá tiempo para platicar, él accedió pero antes de irse me dejó en claro que cualquier cosa que necesitara, que lo llamara a su móvil.

Luego de ello intenté llamar a Masao para saber cómo estaba y preguntarle por qué se había ido sin decir nada, pero sólo salía el buzón de voz. No quise insistir para no molestarlo, así que pensé que lo mejor sería preguntarle al día siguiente, en clases.

Al día siguiente traté de hablarle en la hora de almuerzo, pero no logré verlo, intenté buscarlo, pero no lograba dar con él, lo mismo pasó a la hora de la salida...

El único momento que lograba verlo era en la hora de clases, pero en ese momento no podía acercarme ya que su puesto quedaba a unos seis puestos del mío, además siempre que iba en su búsqueda luego, o no lo encontraba, o ya se había ido...

Era extraño, ya que siempre estaba ansiosa por hablar con él, quería contarle la mejoría de mi Madre y también como mi padre intentaba arreglar las cosas.

«¿Me estará evitando?» Pensé luego de que al tercer día, había logrado dar con él cuándo iba entrando a la sala de clases... Pero simplemente me ignoró...

Vi que llevaba audífonos, así que lo más probable es que no me haya escuchado cuando le hablé.

Traté de preguntarle a Yukimura-san si sabía algo, pero me dijo que tampoco había tenido la oportunidad de hablar con él por culpa de las reuniones del consejo estudiantil.

«Quizás dije o hice algo malo y por culpa mía se enfadó...» pensé mientras estaba sentada en mi puesto en el salón de clases. Era una hora cercana a la salida así que se me ocurrió hacer algo para poder encontrarlo...

Cuando avisaron la salida con la característica melodía de la preparatoria, me apresuré a guardar mis cosas. Y mientras lo hacía se me acercó Hamasaki-kun:

—Fujioka-san ¿Estás bien?

—Sí ¿por qué preguntas? —contesté sin mirarlo mientras guardaba mis cosas rápidamente.

—Últimamente has estado algo… nerviosa y vi que siempre estás apresurada...

Fue cuando vi a Masao salir con su bolso escolar en su hombro por la puerta delantera del salón.

—Lo lamento, Hamasaki-kun, ahora mismo no puedo platicar, ¿podemos continuar mañana? —le dije poniendo mis manos juntas en señal de disculpa—, Lo siento ¿sí? ¡Hasta mañana! —dije despidiéndome con la mano mientras tomaba mi bolso escolar y me apresuraba en dirección a la salida del salón.

—De acuerdo... —alcance a escuchar mientras salía lo más rápido que podía para alcanzar a Masao el cual ya lo había perdido de vista.

No me gusta dejar a mis amigos así, luego de la conversación de aquella vez en el hospital, las cosas habían estado mejor con ellos, pero debía hacerlo si quería alcanzar a Masao, por lo que me propuse disculparme con él debidamente al día siguiente.

Me apresuré entonces para llegar a la salida de la preparatoria, esquivando un par de personas por las escaleras, una de ellas fue Yukimura-san que iba en dirección opuesta y que caminaba junto a otro alumno mucho más alto que ella,  de cabello negro y tez pálida, daba la impresión de ser alguien importante «¿quizás sea el presidente del consejo estudiantil? Creo que estos días están en reuniones» pensé dándome cuenta también que al parecer se dirigían hacia el mismo salón del consejo estudiantil.

—¡Yukimura-san! ¿Has visto a Masao-kun? —pregunté antes de continuar bajando las escaleras

—¡Fujioka-san! —reaccionó algo sorprendida, deteniéndose a mitad de la escalera mientras giraba para poder verme—. ¡Creo que logré verlo hace un momento, acaba de salir de la escuela en dirección hacia la estación de trenes!

—Manami, apresúrate. —demandó aquel estudiante, el cual al girarse logré ver que llevaba unas gafas al aire los cuáles ocultaban unos ojos negros extremadamente serios.

Yukimura-san no dijo nada y solo asintió con la cabeza, mientras volvía a encaminar su rumbo y se despedía con su mano y en silencio.

Nunca había visto ese chico antes, también pensé  que se debía a que no estaba muy al tanto de las actividades de la preparatoria las cuales siempre el consejo organizaba. Pero ese chico de alguna forma me causó una mala impresión...

Luego de mi encuentro con mi delegada de clases, me apresuré para tratar de alcanzar a Masao, ya que lo había perdido de vista.

No sabía por qué ese apremio por verlo, pero sentía que si no lograba dar con él y preguntarle directamente lo que ocurría no podría hacerlo luego. Así que luego de trotar una distancia considerable, logré verlo girar una esquina, por allí no había mucha gente ya que parecía ser un barrio residencial y no tampoco se divisaban vehículos cercanos.

—¡Masao-kun! —grité para llamar su atención y poder descansar del trote anterior.

Tenía mi respiración agitada, apoyé mis manos en mis rodillas un poco mientras recuperaba mi aliento, y me percaté que se detuvo a unos cinco metros de mí y me miraba por encima de su hombro, creo que intentaba darse cuenta quien lo llamaba.

—¡Masao-kun, por favor espera! —dije acercándome un par de pasos hacia él luego de incorporarme, Masao se dio media vuelta para verme completamente.

Él estaba parado con un rostro inexpresivo mientras sostenía su bolso escolar en su hombro izquierdo y su mano derecha en su bolsillo del pantalón.

No mencionó ni una sola palabra... Aquella imagen de él solo era comparable con un muro.

—Masao... ¿Estás bien? —pregunté algo confundida, dudé un poco al verlo parado ahí, sin decir nada—. Quería hablar contigo... Yo...

 Masao continuaba en silencio, solo mirándome... Pero no estaba enfadado, solo serio. Así que traté de hablarle nuevamente:

—Tra... ¡Traté de llamarte! Pero no contestabas... Quizás pensé que tenías algún problema y por eso no podías contestar... Incluso quería hablarte en clases, pero tampoco pude hacerlo...

Mencioné aquellas palabras, ansiosa frente a su indiferencia, en cambio su rostro no mostraba expresión alguna, sólo una mirada algo vacía... Me dio algo de miedo, sin embargo, insistí nuevamente dando otro paso hacía él mientras me llevaba ambas manos a mi corazón.

—Masao...Recuerda que somos amigos, si tienes algún problema por favor dímelo... ¿Sí? —Agregué tratando de esbozar una sonrisa, quería hacerle saber que de verdad me preocupaba.

—¿Quién dijo eso? —preguntó de manera seca, rompiendo su silencio.

—¿Qué? —reaccioné confundida, no sabía a qué se refería.

—¿Quién dijo que somos amigos?

—¿Ah? —reaccioné nuevamente, en una mezcla de confusión y sorpresa, no estaba segura que quería decir—. ¿De qué hablas Masao? somos amigos ¿recuerdas?

—¿Quién dijo eso? —volvió a preguntar—. Yo nunca dije que éramos amigos.

Sus palabras se oían extrañas, era como si estuviera hablando con otra persona... incluso consideré que de verdad me hubiera equivocado y este Masao era otro...

—Masao, no bromees con eso por favor, recuerda las cosas que pasamos... ¿Acaso olvidaste lo que me dijiste en la estación de trenes?

—No, lo he hecho, pero nunca dije que fuéramos amigos —contestó fríamente...

—Masao por favor, todo lo que te conté y las cosas que pasamos... Eso nos hace amigos ¿verdad? Además, recuerda que yo dije que te ayudaría si necesitabas ayuda... —volví a insistir nuevamente, sentía una imperante necesidad de hacerlo volver...

—¿Y yo acepté esa ayuda? —replicó.

Masao siempre ha sido alguien que no se sabe muy bien lo que piensa, , ni siquiera sabía qué pensar al respecto, pero no se parecía en nada al Masao que tenía enfrente...

—Entonces... ¿Por qué...?

—¿Por qué te ayudé? —contestó adelantándose a mi pregunta—. Creo que estaba aburrido.

—¿Ah? Entonces todo lo que hiciste por mí... ¿Era porque estabas aburrido? No... No es cierto, nadie hace este tipo de cosas solo porque "está aburrido".

Aseveré, quería respuestas, pero Masao, como si mi mente leyera, se encargaría de dármelas.

—Te diré la verdad… —agregó luego de un leve suspiro—. Desde un principio, fue idea mía que me siguieras cuando fui a ver a tu padre, quería que me vieras salir para generar interés en ti y de esa forma decidieras seguirme.

No comprendí, en un principio, a que se refería, al parecer hablaba de aquella vez cuando lo encontré a él y a mi padre platicando afuera de su oficina...

Fue entonces cuando me di cuenta:

—Querías que viera a mi padre y escuchara esas palabras de él...

—Tomando en cuenta lo que me dijiste de él y lo que había hecho, pensé que sería alguien egoísta y que de alguna forma u otra se excusaría con alguna tontería suya... —Acotó Masao mientras yo continuaba escuchándo incrédula.

—Pero ¿por qué?...

—Porque quería que vieras el tipo de persona que es y de esa forma cortaras relación con él... Era mucho más fácil que querer arreglar las cosas.

Masao continuaba inmóvil mientras decía aquellas palabras, mientras yo resistía las ganas de caer de rodillas...

—Así que por favor no insistas que somos amigos... Además, ya tienes verdaderos amigos, al menos por ahora...

—¿Verdaderos amigos? —pregunté nuevamente confundida.

—Los que se preocuparon por ti una vez que supieron de tu problema y fueron a verte al hospital... Me imagino que de verdad estaban preocupados por ti y no solo fue de fachada o algún intento de quedar bien contigo —agregó Masao quien mientras sonría de manera burlesca—. Yo que tú, elijo mejor a los amigos, si no fuera por Yukimura ni sabrían de tus problemas o mejor dicho de ti misma como una persona con sentimientos...

—¡Te equivocas! —Respondí enfadada.

Sus palabras se clavaban en mi pecho como si de puñales se trataran, sentía un dolor en él que impedía moverme, sin embargo, de algún modo encontré fuerzas para oponerme a él.

—Ellos tienen sus propios problemas y el hecho de que no supieran de los míos fue por decisión propia, no quería preocuparlos, no quería ser una molestia para ellos... Lo sé porque los conozco de mucho antes que tú y no tienes derecho a hablar así de ellos.

Fue ahí cuando me di cuenta... Quien no confiaba en ellos, era yo...

—Espera... Acaso... ¿Que fueran a verme al hospital, fue idea tuya también? —le pregunté a Masao quien me miraba tranquilo nuevamente.

—La única forma para que hablaras con ellos era acorralarte...

—Pero gracias a ello, ahora tengo mayor confianza con mis amigos... —sonreí por fin, un poco más tranquila—. Lo sabía...

—¿De qué hablas...? —preguntó Masao.

—No sé por qué razón estás haciendo esto, pero sé que no es verdad que no somos amigos... —declaré mirándolo a los ojos de manera desafiante mientras mantenía mi sonrisa.

—Te dije que no-- —mencionó Masao, para luego interrumpirse y corregir su frase—,  Tú ya no me necesitas y yo no te necesito —insistió, para luego darme la espalda, con la intención de retirarse.

Pero no dejaré que se vaya así como así, no luego que había logrado darme cuenta de lo que tramaba.

—¡Masao! —le grité antes de que se fuera, pero Masao me ignoró y continuó su andar.

—Mi padre se dio cuenta de su comportamiento y me pidió perdón y también a mi madre, se comprometió a trabajar en su actitud, si bien, falta mucho para poder confiar y ser una familia como tal otra vez, sé que con el tiempo se logrará salir adelante de alguna forma u otra.

Masao continuaba lentamente su camino sin mirarme, volví a colocar mi mano cerca de mi corazón y me acerqué un par de pasos hacia él:

—¡Y respecto a mis amigos, ellos ahora están más cercanos y también se comprometieron a estar ahí cuando los necesite y yo ser más abierta y confiar en ellos!

Sé que las intenciones de Masao no eran malas para hacer algo así, todo cuanto pasó era para este momento.

Lo que me recordó las veces que conversamos... Sobre todo, en aquel vagón de tren rodeados de gente, aquella vez fue la primera vez que un chico se me acercaba tanto, ambos estábamos nerviosos y sentía el calor de su pecho cerca de mí, cuando ocurrió, en un principio me asusté, pero en ese instante a pesar de que era la tercera vez que hablábamos, no sentí una mala intención de él, en ese pequeño momento me percaté también que era una persona cuyos ojos mostraban preocupación... y también dolor...

—Ahora recuerdo cuál fue la verdadera razón por la que querías ayudarme en un principio... —ví que aquellas palabras fueron suficiente para detenerle.

 Y ya que llamé su atención, continué:

—¿Recuerdas cuando platicamos en la estación de tren aquella noche?

Masao me miró por encima de su hombro, pero sus ojos no se lograban ver por su cabello.

—"No quiero que te conviertas en alguien como yo" —vi un atisbo de interés, intentó darse la media vuelta para mirarme, pero en su lugar sólo miró hacia adelante y continuó.

—¡Masao! —volví a gritarle, ya que él había aumentado nuestra distancia—. No sé qué fue lo que has tenido que pasar, lo que te llevó a ser quien eres ahora, de hecho, ni siquiera puedo decir que te conozco bien. Pero eso no significa que nosotros no podamos ser amigos, te dije que te ayudaría si lo necesitabas y eso lo decidí, porque sé que eres alguien que pide ayuda, tu viste lo que nadie más vio y tampoco quiero que pienses que eres invisible para los demás...

Masao continuaba caminando sin mirar atrás, estaba a punto de doblar la esquina por lo que tomo aire, pongo mis manos alrededor de mi boca y grité:

—¡Yo también quiero estar ahí para ti cuando lo necesites!

                

Capítulo 21: Los grilletes del héroe.

"Lo siento..."

Fueron las palabras que enunció aquella chica con tristeza, para luego dar media vuelta y alejarse lentamente de mi. Aquella chica era tan importante para mí… y en un solo instante, fue capaz de mandar todo al carajo sin importarle nada más. Recuerdo que luego de aquellas palabras mi mente había quedado en blanco, bloqueando incluso las lágrimas a punto de brotar.

Solo podía ver, como en una cadena de recuerdos rápidos, las imágenes de todo lo ocurrido y las cosas que me negué a ver por miedo. Miedo a enfrentar la realidad…

Las veces cuando quería tomarla de la mano y ella me la negaba con una sonrisa diciendo que estaba algo apresurada, cuando me dijo que se sentía enferma...

Recuerdo que solo quería cerrar los ojos y dormir... en un intento inútil de que todo lo ocurrido hubiera sido un sueño...

No sé cuánto tiempo había pasado, pero el cielo continuaba mostrando ese arrebol característico de un atardecer de primavera, por lo que cuando volví a abrir los ojos, estaba sentado en una banca en la cual solía hacerlo con ella... Aquella que tenía una buena vista a la ciudad y en la que nos quedábamos mirando ese atardecer que tanto le gustaba.

Aquella chica ya no estaba y solo quedaba yo, sentado mientras miraba mi mano derecha, la cual comenzaba a dolerme y de a poco comenzó a temblar.

Empuñé mi mano derecha en un intento de controlarla, mientras maldecía en mi interior por ser tan estúpido...

Un sonido proveniente de unos de mi bolsillo de mi pantalón me hizo reaccionar, al ver de dónde provenía me percate que era el móvil, el cual tenía varias llamadas perdidas de alguien llamado "Senpai" mientras lo veía dicha persona me vuelve a llamar...

Sus palabras que siguieron a continuación me hicieron reaccionar y salir de mi "letargo" solo hizo falta un par de palabras para volver a mi realidad:

"Suzume-chan"

Recordé que ese día la estuve llamando a su móvil el cual no contestó durante todo el día, tuve un mal presentimiento en un principio, pero luego pensé "seguro se le quedó en casa otra vez" y con el pasar del día le resté importancia. Además de lo ocurrido hace poco lo terminé por olvidar por completo...

la voz de mi interlocutora se escuchaba agitada y algo nerviosa, fue en eso cuando pronunció aquellas palabras:

"Es Suzume-chan... No logro encontrarla..."

Abrí los ojos, volví al presente... ya no estaba en ese atardecer primaveral, en su lugar el cielo muestra unas nubes amenazantes, el invierno estaba por venir y el frío de a poco comenzó a hacer acto de presencia...

Sentado entre una de las separaciones de las casas, entre mis piernas sostenía con mi mano izquierda mi temblorosa mano derecha, la cual continuaba doliendome...

La había tenido en mi bolsillo del pantalón mientras hablaba con Annaisha, todo esto mientras aún recordaba sus palabras:

"Yo también quiero estar ahí para ti cuando lo necesites..."

Empuñé mi mano derecha en un intento de detenerla y también por lo enfurecido que estaba...

Tengo rabia conmigo mismo por permitir que todo esto ocurriera…

Un dolor en mi pecho comienza a surgir mientras maldigo mis acciones:

—¡Demonios! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué tuve que explicarle todo en vez de simplemente ignorarla y seguir mi camino?!

Llevé mi mano temblorosa a mi pecho mientras el dolor se acrecentaba. Sentado en ese lugar, solo podía maldecir mi accionar, detesto cometer ese tipo de errores que claramente se podrían haber evitado. Me sentía frustrado y confundido.

El dolor en mi pecho cada vez se hacía más fuerte al punto de pensar que en cualquier momento mi corazón explotaría, dejando una mancha carmesí en su lugar...

—De nuevo este dolor... Había pasado un tiempo desde aquella vez... Quizá sea lo mejor... —pensaba mientras esbozaba una pequeña sonrisa sarcástica, como si con mi muerte se solucionaran todos mis problemas...

La ironía de todo es que no era la primera vez que consideraba tal acción...


—¿Hasta cuándo te quedarás ahí?

Pronunció una suave voz femenina, aquella que provenía de quién sabe dónde, hizo que volviera a abrir los ojos...

No sé cuánto tiempo había pasado pero el sol se había ido y solo quedaban las luces blancas iluminando la solitaria calle.

El aguantar el dolor en mi pecho me produjo un cansancio, el cual hizo que me durmiera sentado en el asfalto, me dolía el trasero y también mi espalda, quise abrir completamente los ojos, pero estos me ardían.

—Vamos, que está haciendo frío...

Insistió aquella voz, quise moverme, pero estaba algo entumecido por lo que solo pude incorporarme un poco antes de volver a llevarme mi mano derecha a mi pecho, sentí como si alguien hubiera metido su mano en mi corazón y lo estuviera apretando con fuerza, a eso se sumaba mi brazo izquierdo el cual también comenzaba a dolerme. Sin embargo, y a pesar de todo, volví a recordar mi conversación con Annaisha y mi frustración ante ello:

—Por qué demonios tuvo que pasar todo esto, hubiera sido más fácil no hacer nada... ¡Por qué demonios me duele!

—Porque tu naturaleza no es ésta... —respondió aquella voz.

Comencé a abrir los ojos completamente, y al hacerlo me percaté que la voz provenía de una figura que estaba de pie frente a mí. De a poco equella figura comezó a tomar forma y esta era la de una chica de cabello largo y negro con tonos violetas, unos ojos negros y alargados mostraban una mirada penetrante e intimidadora. Su piel era clara y tenía un uniforme compuesto de una chaqueta negra, un chaleco color crema, camisa blanca, falda blanca, unas pantimedias negras y zapatos escolares ídem, en conjunto con su figura de modelo era alguien que llamaba la atención, además su corbata azul me daba a entender que era una chica de un grado superior y por alguna extraña razón me parecía conocida.

Está de pie, mirándome con sus brazos cruzados y piernas juntas, mientras trataba de recordar de donde me parecía haber visto su uniforme escolar.

El dolor en mi pecho volvió a incrementarse, para luego ver como aquella chica acomodó su falda para poder inclinarse hasta que nuestros rostros quedaron a la misma altura.

—¿Quieres saber por qué te duele? —preguntó la chica de manera suave mientras me percataba que sus ojos se suavizaron al verme de cerca—. Porque tu naturaleza no es esta... 

Vi como lentamente sus manos se posaban en mi rostro para luego mencionar:

—Tu verdadera naturaleza es bondadosa y no puedes herir a alguien que no se lo merece...

Vi cómo su rostro se acercaba al mío hasta cerrar sus ojos y posar su frente junto a la mía...

—Y es algo que siempre me ha gustado de ti...

Sentí el calor de su frente y la suavidad de sus delicadas manos en mi rostro, de a poco, imágenes de mi pasado comenzaron a invadir mi mente y entre ellas una chica que siempre estuvo ahí...

—Ko-- ¿Kohana… senpai...?

Cuando mencioné su nombre la chica alejó su rostro del mío, me miró con los ojos abiertos y una sonrisa de regocijo mostró su rostro pálido mientras aún sostenía el mío entre sus manos.

—Maa-kun... ¡Al fin me reconociste!

—¿Qué haces aquí...? ¿Cómo me encontraste? —aún estaba algo cansado por todo y mi pecho aún dolía, pero de alguna forma logré levantarme, quitarme sus manos de mi rostro y pararme con ayuda del muro a mi izquierda.

Vi como me miraba, como si intentase reconocerme.

—Ya veo, así que es cierto... —murmuró mientras se incorporaba y terminaba de limpiar de manera casi elegante su falda escolar —Aquí vamos... Manami, tu delegada y yo, somos amigas de hace mucho tiempo y si bien nos separamos luego de secundaria, ambas continuamos platicando por internet y el LINE, fue cuando me contó que este año había llegado a su clase un alumno el cual era un chico solitario y frío, quien no conversaba con nadie... Cuando le pregunté cuál era su nombre me respondió: Nishimura Masao. No podía creer que te habías convertido en alguien así y desde entonces busqué la manera de tratar de verte...

Sus declaraciones solo empeoraron el dolor en mi pecho y mientras lo aguantaba no paraba de sorprenderme... Creo que alguna vez me habló respecto de una amiga que no veía hace mucho, pero seguían en contacto... Pero nunca me imaginé que sería la delegada Yukimura...

Fue entonces cuando caí en la cuenta... Si mal no recuerdo esta chica siempre está pensando un paso delante de todos, además aún recordaba sus palabras:

"... Sabes que esta sociedad es algo hipócrita, siempre tratan de guardar las apariencias y es muy difícil conseguir una respuesta totalmente sincera, si quieres una, tienes que acorralarla o escapara apenas tenga oportunidad"

Recuerdo que esas palabras habían salido de su boca unos días antes de... Ese día...

—Si Yukimura-san y tú se conocían desde antes y se comunicaban... Acaso que yo ayudara a Annaisha... —Pregunté aun sabiendo cuál sería su respuesta.

—No podía creer que el chico de buen corazón y que se preocupaba por sus amigos, aquel que me había hecho sentir especial… ese chico se había convertido en esto... —la chica niega con la cabeza mientras se lamenta—. Maa-kun, cómo es posible que luego de intentar ayudarla y conversar con ella y hacer tuyo sus problemas, simplemente quisieras desaparecer de su vida y hacer como si nada hubiera pasado... Si me hubieras dicho esas palabras a mi...

—Qué sabes tú de mí... Ni siquiera me conoces...

—No digas eso, sabes que te conozco y es por eso que le dije a Manami que te pidiera ayuda, porque sabía que en el fondo no te negarías —insistió mientras trataba de alejarme apoyándome en la pared de mi izquierda—. Yo siempre te he estado viendo y cuidando, Maa-kun... Incluso te ayudé cuando tenías problemas con Fumiko, a pesar de que sabías lo que sentía por ti... Siempre he estado ahí, incluso el día en que Suzume-cha...

—¡¡Ni se te ocurra continuar!! —contesté enfurecido—. No necesito que me recuerdes algo que carcome constantemente mi mente...

—¡Maa-kun, lo que estás haciendo no está bien! ¡No puedes estar escapando para siempre! ¡Lo ocurrido ese día no desaparecerá dejando todo atrás y olvidándote de él cómo intentaste hacer!

Sus palabras me pesaban porque tenían toda la razón, pero en ese entonces sabía que para empezar de nuevo tendría que dejar todo atrás... Sin embargo, eso no evitaba que me sintiera como una basura al respecto.

—¡No necesito que me cuides...! no soy alguien a quien valga la pena... observar...

El dolor en mi pecho llegó a un límite el cual a duras penas podía soportar, mis rodillas se doblaron y caí al piso, ya no las podía mover, mi brazo izquierdo, con el cual continuaba apoyándome en la pared me seguía doliendo.

Junto a eso sentí que perdía los sentidos y mi vista se nublaba, perdiendo las fuerzas mientras el dolor de mi pecho no me permitía respirar, junto a un sudor frío que recorría mi espalda...

—¿Maa-kun...? ¡Maa-kun! ¡DESPIERTA MAA-KUN! —Es lo último que logré escuchar de parte de mi amiga antes de que perdiera las fuerzas y no pudiera moverme, de a poco todo se volvió negro y su voz se volvía cada vez más lejana...

                       Capítulo 22: Tsukino Kohana

No sabía lo que le había ocurrido en un principio, de verdad me asusté cuando lo vi caer sobre sus rodillas y ver cómo su mirada se perdía en la nada.

Creo que fue la primera vez que tuve ese miedo incontrolable de perder a alguien en mi vida y ahora que estoy un poco más tranquila, estuve recordando cómo lo conocí y cómo fue que llegué a sentir algo más que amistad por él...

Yo siempre he sido una estudiante que podría considerarse... "prodigio" al menos es lo que siempre mis padres y profesores dicen de mí, ya que los estudios jamás han sido un problema para mí, siempre saco diez en los exámenes, así como también terminar en primer lugar en las calificaciones de la preparatoria, Debo aclarar también, que la preparatoria donde asisto es una de las mejores del país con un porcentaje de egresados y matriculados en universidades de renombre de manera exitosa, del casi 98 por ciento. Así que, gracias a mi estatus de alumno ejemplar y una estudiante con calificaciones sobresalientes, la gente me trata de una manera distinta a como lo hace el resto.

Y es algo que siempre detesté.

Las personas siempre me ven como si me tuvieran miedo y si me hablan, siempre en plan hipócrita a tal punto de darme la razón, aunque esté equivocada simplemente porque soy yo...

Supongo que por eso me agradó Fumiko, ya que, aunque siempre intentaba tratarme de manera correcta o mejor dicho natural, a ella nunca le funcionó. Fumiko y yo nos habíamos hecho amigas desde el principio de ese año, cuando llegó transferida de otra preparatoria y como es natural llamó la atención de todos al ser la chica nueva. A Fumiko la conocí cuando comenzamos a hablar en los descansos, de hecho, tiempo después, me confesó que siempre me veía escribiendo en mi laptop y que le llamó la atención lo concentrada que estaba y así según sus propias palabras, juntó valor y un buen día me habló. La manera tan distraída e inocente con la que se desenvolvía en un principio me molestó, a veces era tan inocente y confiada respecto a las personas que simplemente se dejaba llevar y no sabía qué hacer, al menos es lo que aparentaba... Entonces terminé tratando a Fumiko como la hermana pequeña que nunca tuve... Aunque, si bien era inocente en algunos aspectos, en lo que respecta a chicos... Debo decir que sabía más que yo...

Simplemente ese era un ámbito que yo desconocía.

Es algo vergonzoso, pero supongo que hasta una estudiante "prodigio" tiene derecho a sentirse atraída por alguien, sin embargo, los chicos no suelen hablarme... Al parecer también me tienen miedo.

Hasta que un día... Un chico de cabello negro y ojos azules se sentó justo enfrente mío en la cafetería, recuerdo que me miraba fijamente como intentando reconocerme...

«¿Lo conoceré de algún lado?» me preguntaba al ver que no apartaba la mirada de mi... Incluso me llegó a poner algo nerviosa, sus ojos eran realmente profundos.

Además, también estaba algo molesta, quería seguir escribiendo, pero este chico no apartaba la mirada...

—Si vas a seguir haciendo eso te reportaré a la dirección de la preparatoria como un acosador ¿Quedo claro? —declaré tranquila mientras miraba mi laptop.

—¿Ah? Lo siento, es que olvidé mis lentes de contacto en casa y estaba pensando cómo hacer para ir a buscarlos y volver sin que se den cuenta, y supongo que me distraje mirando a la nada... solo que no me percate que estabas tú ahí. Lo siento... je, je, je...

Su respuesta tan tranquila me avergonzó completamente ¿De verdad era tan egocéntrica como para pensar que estaba mirándome?

Por un instante también pensé que estaría mintiendo, pero se notaba que estaba haciendo un esfuerzo por enfocar la mirada. Así que aparte de mirarlo me sorprendí por un segundo. Me sacó una carcajada como no recordaba haberlo hecho antes.

Claramente atraje la atención de todos en la cafetería, ya que "la chica predilecta de todos" se estaba riendo. Yo era consciente de eso y en ese instante no me importó lo más mínimo. Dejé lo que estaba haciendo y me apoyé en la mesa para entrelazar mis dedos y colocar mis manos frente a mi boca, sonreía luego de su respuesta y ésta aún me seguía causando gracia.

—Lo siento, realmente no me percate de ello, es raro que la gente mire directamente a los ojos... pero si tienes problemas ¿Cómo hiciste para ver y poner atención en clases?

—No lo hice, de hecho, rara vez pongo atención en clases y si paso algún examen lo hago con lo que escuché en clases... La mayoría de las veces...

Contestó el chico de manera natural y sonriendo avergonzado.

Recuerdo que dicha respuesta causó otra carcajada en mí, luego me contó que, al no llevar los lentes de contactos, luego de un tiempo le comenzaba a doler la cabeza y que quería estar lo más tranquilo posible y al verme tan concertada pensó que sería buena idea estar sentado junto a alguien tranquilo también.

Siempre he tenido cierta facilidad para interpretar a las personas, ya sea el lenguaje corporal o los ojos y de esta manera saber que están pensando, al menos un poco y ciertamente, en ese entonces, el chico no estaba nervioso ante mi o si de alguna manera mi belleza lo hacía.

Sé que lo último sonó bastante pretencioso, pero también sé que atraigo más que el promedio y además que las miradas de los chicos siempre están en mi cada vez que pueden. Y aun así ninguno se atrevía a hablarme como lo hizo este chico y eso fue lo que me llamó la atención en primer lugar.

Recuerdo que al verlo me dio la impresión de que medía alrededor de 1,74 mts. Era un poco más alto que yo y su aspecto era de alguien que cuidaba de su apariencia y salud normalmente, no como esos chicos del club de deporte donde sus músculos son más grandes que su cabeza. Recuerdo que tenía las manos lo suficientemente robustas para un chico de su edad, además de que sus dedos eran largos, era delgado, pero poseía unos músculos que demostraban que, si bien no abundaba el ejercicio en su vida, era alguien activo y se preocupaba también de comer sano. Así que, si bien se podría decir en resumen que es un chico normal, pero para mí era algo más... Era distinto al resto y eso me lo demostró con el tiempo.

Fue así como una amistad nació de manera natural y silenciosa, él era un grado menor que yo, pero no fue impedimento para que de a poco me abriera hacia él y terminará contándole mi sueño en convertirme en una escritora de novelas ligeras, lo que no le conté fue que por más que escribía no lograba entender el único aspecto de mi novela que me faltaba: El amor.

Como era de esperarse también sabía de mí, de hecho, había escuchado que yo era la chica con mejores calificaciones de la preparatoria y como los demás profesores y alumnos "me respetaban".

—¿De verdad los demás te tratan de manera tan fría? —preguntó un día cualquiera, él estaba de pie mirando hacia el horizonte, cerca de la reja de protección de aquella azotea, en la cual habíamos adquirido la costumbre de ir para estar más tranquilos y poder concentrarme en mi novela mientras él me acompañaba, además de platicar sobre distintos temas por supuesto.

—¿Fría? ¿Qué quieres decir? —pregunté a la vez que terminaba de almorzar mientras estaba sentada en una banca que había allí y me preparaba para abrir el jugo que él muy amablemente me trajo.

—Digo, si te tratan de manera tan distante... ¿Acaso no saben que también eres humana y por lo mismo deberían tratarte de manera más amable? Hacen ver como si tener cerebro fuera algo por lo que temer... Además, al tratar así a una chica, deberían sentirse avergonzados.

La manera tan natural que mencionó esas palabras mientras daba media vuelta para mirarme a los ojos, me había sorprendido. Se notaba que no lo dijo en plan de conquista, simplemente las dijo.

—Por eso detesto a la gente a veces… —agregó con su mirada distante.

Eso fue extraño viniendo de él, sin embargo, fue algo que me impulsó a actuar... No quería que cayera en ese tipo de pensamientos. No estoy segura si fue en ese instante, pero si antes sentía algo por él, ese fue el momento por el que me había decidido.

Había leído que enamorarse es como lanzarse al vacío sin saber cómo vas a aterrizar o si saldrás sano y salvo, pero siempre que estaba con aquel chico me sentía muy cómoda y... A salvo. Y no hablo solo por su manera de ser conmigo, si no que también con los demás, siempre lo veía ayudando a sus compañeros de clases y profesores con una sonrisa amable y unos ojos audaces, pero cálidos.

—Kohana... —dije mientras dejaba a un lado el jugo el cual bebía, me colocaba de pie y arreglaba mi falda escolar. Trataba de aguantar mi nerviosismo, pero estaba decidida.

—¿Ah?

—Dejar que alguien, que no sea de tu familia, te llame por tu primer nombre es una muestra de confianza que solo se da en amigos cercanos o... Relaciones de pareja...

Claramente se notaba mi falta de experiencia en esos aspectos, lo más cercano era las novelas que leía y en ella muchas veces era el chico quien daba el primer paso, así que realmente no sabía cómo dar a entender mis sentimientos...

—¿Estás segura? pensé que ya lo éramos —preguntó de manera natural.

—¡¿Qué?! —pregunté totalmente nerviosa, no podía creer lo que escuchaba y realmente no sabía cómo reaccionar—. E... Entonces... ¿Te puedo llamar Maa...Kun?

Traté de mantener la calma, era la primera vez que me ocurría algo como esto y mientras jugaba con mis dedos a la altura de mi pecho, traté de mirarlo a los ojos... no sé qué es lo que me pasaba, no sabía que tenía esas manías y sobre todo que yo era capaz de reaccionar así...

Recuerdo que acortó un poco la distancia entre los dos, nuestros ojos se cruzaron y él mantuvo la mirada en los míos...

—Claro que puedes y si necesitas ayuda para tu novela o lo que sea... Puedes contar conmigo ¡Recuerda que para eso están los amigos!

—¿Eh?

—Bueno, igual es algo raro... Es la primera vez que me llaman así... Pero si eres tú, no tengo problemas. ¡Cuento contigo Kohana-senpai!

REALMENTE QUISE GOLPEARLO.

¡En serio, cómo es posible que juegue así con el corazón de una chica! Pero luego pensé que no era su culpa ya que yo no me di a entender bien... ¡Y eso era lo que más me molestaba! Recuerdo que quería dejar claro lo que sentía por él... Por lo que reuní el valor suficiente mientras recordaba un capítulo de una novela que había leído hace poco y traté de tomar una postura más "agresiva".

—¿Entonces, Ma... Maa-kun... Has... ¿Has besado a una chica antes? —pregunté mientras me acercaba de manera lenta y todo lo seductoramente posible que se me hubiera ocurrido, aunque realmente en ese instante y en el fondo me moría de vergüenza.

—¡¿Ah?! de... ¿de qué hablas?

Claramente había logrado ponerlo nervioso y por alguna razón me sentía cómoda haciéndolo, no sabía que tenía este "poder" sobre Maa-kun, a pesar de que también me moría de vergüenza, eso me dio más valor para continuar...

—Solo para que lo sepas, yo tampoco... Nunca he besado a nadie antes... ¿Quieres que averigüemos qué se siente... Juntos?

—Tsukino-Senpai... Yo...

Le propiné una mirada fulminante mientras me acercaba para poder dar a entender su error...

—Kohana...senpai... No creo que sea buena idea...  —confesó avergonzado mientras agachaba su mirada hacia a un costado. Esa era una faceta de él que no conocía y una totalmente adorable.

—Acaso... ¿No soy de tu tipo? —esa pregunta, aunque la mencioné de manera casi coqueta, en el fondo era algo que me preocupaba «¿y si de verdad no le gusto?» pensé.

—¡Para nada, al contrario! Senpai, debes saber que eres una chica muy bella y que podrías tener a cualquier chico que quisieras y no solo eso, eres alguien digno de admirar, por lo que jamás pienses que no eres el tipo de chica que le gustaría a alguien o no. De hecho, no deberías pensar en si puedes hacer lo que los demás esperan de ti ¡Eres tú quién debe pensar en si ellos te merecen o no! —Respondió, con una determinación y entusiasmo que me sorprendió.

Sentí como mi rostro se había puesto rojo y lo poco que estaba de salir humo de mis orejas de lo avergonzada que estaba... y también estaba feliz, incluso en ese entonces él estaba pensando en mí...

Quise acercarme un poco más, tenía unas ganas enormes de abrazarlo y decirle sin titubeos lo que sentía y pensaba de él...

Pero la vida es un titiritero caprichoso que juega contigo si le das la oportunidad.

Cuándo lentamente comenzaba a acercarme para alzar mis brazos y abrazarlo, de la puerta de entrada a la azotea de la preparatoria, una chica de cabellos marrones, hasta media espalda y una pequeña trenza por su costado izquierdo de su rostro, había aparecido por el pórtico. Sus ojos celestes nos miraron por un pequeño instante, acto seguido en una demostración que hasta el día de hoy considero totalmente territorial, se abalanzó sobre Maa-kun y posó sus labios en los de él, mientras ella se colgaba de su cuello. Ella era más pequeña que yo y por supuesto mucho más que Maa-kun. Era Inoue Fumiko... Mi “casi” hermana pequeña... Y llevaba su jersey de lana color miel como siempre, aquel que le hacía parecer más pequeña de lo que ya era.

—¡Fumiko, por qué haces eso de repente! ¿te das cuenta que no estamos solos? —preguntó Masao mientras me miraba avergonzado.

—¡Tenía unas ganas enormes de verte y como no contestabas el móvil me preocupé! luego recordé que siempre te juntas con Senpai en la azotea y por eso vine... ¡Oh! Hola Senpai ¿Sigues escribiendo tu novela? —preguntó la chica mientras bajaba del cuello de Maa-kun y posaba sus manos en el pecho de él.

Lo que acababa de ver me había dejado destrozada, no sabía qué pensar, de hecho creo que quedé paralizada por un segundo. Sin embargo, encontré fuerzas para reponerme y actuar de manera natural:

—No... Sabía que ustedes dos, estaban...

—¿Saliendo?, Senpai, no es algo que estemos diciendo a todo el mundo... Pero supongo que olvidé mencionarlo, je —Comentaba Fumiko mientras se daba un pequeño golpe en la cabeza con sus nudillos de la mano derecha, sacaba la lengua y cerraba un ojo, en demostración de una acción algo torpe.

—De hecho, eso era algo que quería comentarte hoy... Pero creo que no alcancé a hacerlo... —sonreía Maa-kun de manera avergonzada.

Luego de verlos y tratar de controlar mis emociones al ver tal descubrimiento, me llevé la mano izquierda a mi rostro mientras posaba mis dedos índice y pulgar en mis sienes en un intento de taparme los ojos y declaré:

—De tal palo, tal astilla. Ustedes dos son exactamente iguales de torpes.... Bueno supongo que hay excepciones a la regla y efectivamente los polos iguales se pueden atraer.

—Bueno, ¿qué puedo decir? las cosas se dieron por sí solas —agregó Maa-kun de manera algo preocupada.

—¿Y desde cuándo? —Pregunté desinteresada, pero temerosa en mi interior.

—Creo que comenzamos a hablar en el salón de clases unos días después de que me transfiriera a esta preparatoria, él me ayudó a resolver un problema que no lograba entender, lo encontré tan tierno y amable que desde entonces comenzó a... Llamarme la atención... pero creo que fue hace una semana, cuando me invitó a ver el atardecer a las afueras de la ciudad y comenzamos a salir ¡Fue muy romántico! —respondió Fumiko entusiasmada.

Sinceramente no estaba segura de que es lo que pensaba Fumiko en ese entonces, me sorprendió la facilidad con la que besó a Maa-kun frente a mi...

Acto seguido intentó llevarse a Masao de la mano mientras me sonreía.

—¡Vamos Masao, las clases están por comenzar!

—Maa-kun... —Murmuré mientras bajaba la mirada.

—¿Kohana-Senpai? —preguntó Masao de manera confundida y con clara preocupación.

—¿La llamas por su nombre? Mmm... eso no me lo esperaba ya que ni yo lo hago... —preguntó Fumiko a Maa-kun, mientras ponía su dedo índice de la mano derecha en su barbilla en un gesto pensativo.

—¡Bien! Solo puedo decir que les deseo lo mejor, ambos se merecen, así que por favor quiéranse y cuídense mucho ¿Sí? —Finalicé mientras tomaba mis cosas y me disponía a retirar, no sin antes detenerme un poco ante Maa-kun y decirle al oído:

—Lo del beso era verdad y no pretendo rendirme...

Dicho esto, me despedí de ambos y mientras bajaba las escaleras, no quise mirar atrás... Pero sentía como unas lágrimas tibias recorrían mis mejillas.

Aun así, a pesar de mi tristeza y dolor, lo que le había dicho a Maa-kun era verdad, no pretendo rendirme, pero una cosa había quedado clara para mí y era que Maa-kun estaría con ella, pero... ¿Quién estaría para Maa-kun?

A Fumiko la consideraba en ese entonces una amiga, pero aun así...

Quizás de verdad estoy siendo celosa y solo estoy buscando una excusa... Pero a pesar de todo, me dije a mi misma que no me entrometería en su relación y solo sería una observadora... Si no puedo vivir el amor... Entonces lo observaré y analizaré.

Es lo que pensaba en ese entonces...

Ha pasado el tiempo, mi corazón aun duele, mis sentimientos por Maa-kun siguen ahí, pero han madurado y solo quiero que realmente sea feliz...

La vida real es así... contradictoria, insegura, relativa, cambiante, caprichosa.

A veces solo somos algo pasajero en la vida de alguien más, un personaje secundario destinado para estar ahí para el protagonista...

Y así es como esto nos lleva donde estamos querido lector, Maa-kun está bien ahora. Lo que le ocurrió, según el doctor, fue algo parecido a una insuficiencia cardíaca, es decir... su corazón ha perdido fuerza...

Pero no pasó a mayores gracias a que estaba cerca y logré aplicar primeros auxilios mientras esperaba a la ambulancia, lamentablemente al parecer es algo que se lleva arrastrando desde antes...  aunque creo saber desde cuándo...

No sé qué fue lo que gatilló todo, si fue producto de lo vivido hasta ahora, todo lo que se guardó o todas las cosas que de golpe ocurrieron. Quizás el hecho de verme hizo que recordara cosas que sé que no quería hacer, pero era necesario para que él las supere...

Me da pena verlo así, Maa-kun era un chico muy preocupado por los demás. Y verlo así... Quiero ayudarlo, pero dije que sería una observadora, sin embargo, eso no me impide cuidarlo desde las sombras...

¿Aún hay preguntas en tu corazón no es así? Entiendo...

Sin embargo, no puedo responderlas ahora, ya que aún no es el momento, espero que comprendas...

Además, Maa-kun necesita recorrer este camino y si hace falta tropezar para volver a levantarse... que así sea. Pero tranquilo, no estará solo...

Al fin y al cabo... de eso se trata vivir ¿no?

¿Mm? Al parecer está despertando... 


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