El laberinto de los recuerdos / DelMare






SINOPSIS:
Todos hemos deseado en algún momento olvidar aquello que nos aqueja, pero ¿qué pasaría si eso implica olvidar a quien más amas? Esta historia habla de mi querida nieta, aquella luz de mi vida que fue perdiéndose en el laberinto de su mente del cual no pudo salir.
CAPÍTULO I
Alguna vez han deseado olvidar todo que al abrir los ojos no sepan ni su nombre.
De ser así permítanme contarles una historia que tal vez los haga cambiar de opinión.
De niña solía tomar té de canela junto a mi abuela, ella solía cantar entre cada sorbo. Cantaba historias maravillosas que hacían de cinco minutos un eterno viaje al pasado sin retorno. Mi madre solía decir que la mente de mi querida abuela era un gran laberinto de recuerdos donde solo ella encontraba la salida.
Ahora sé que ella tenía razón, pues de las tantas veces que entré a aquel laberinto para rescatar a la abuela no salí victoriosa en ninguna. Cada que entraba a aquel laberinto deseaba jamás salir y al igual que ella perderme en cada parada del camión de los recuerdos. Más sabía que debía de ser fuerte por ella, así como ella alguna vez lo fue por mí.
Si les soy sincera no quería destruir a aquel laberinto y borrar cada paso juntas, pero de ella aprendí a soltar y sonreír a partir del dolor que puede ocasionar un adiós. Me lo enseñó de la manera más linda y amorosa que puede existir. Lo recuerdo también porque fue uno de los primeros momentos en el que sentí libertad y el truco está en gritar lo más alto posible mirando hacia el cielo, sacando todo lo que esté en el corazón y la mente. Gritar hasta lograr sacar el último aliento en forma de lágrima sin importar lo que venga después.
Así que todos los días subíamos juntas a la colina de lágrimas para gritar lo que a ambas nos atormentaba, pero todo cambió el día en que se marchó.
Resulta que mientras yo gritaba ella en el hospital agonizaba tal vez eso provocó que en un instante sintiera un profundo hueco en el pecho acompañado de pequeñas punciones que hacían difícil respirar y así me sigo sintiendo desde que ella ya no está.
Aún recuerdo lo último que grite por ambas:
“seré feliz y lucharé sin rendirme nunca para que donde quiera que estés te sientas orgullosa”
Aún recuerdo su blanco semblante, me destrozaba ver como sus mejillas color cereza se apagaban conforme pasaban los días y su mirada se apagaba como si de una vela se tratara.
La visitaba todas las tardes todas, preparaba su comida favorita aun sabiendo que al final quedaría intacta más en mi radica la esperanza que por mínimo que sea un bocadillo ella comiera. Al estar en su habitación verla postrada en aquella cama lo único que podía hacer era contarle todo lo que sucedía.
Se que ustedes probablemente piensen que la amaba y si así fue, así es, mejor dicho, pero en esos momentos solo trataba de enmendar mi error. Lamentablemente era demasiado tarde, nada podía devolverle su sonrisa y lo único que en ese momento deseaba era olvidar. Dejar de sentir aquel vacío abrumador, quitar el sentimiento de culpa y cambiar las filosas miradas de los demás. A veces me pregunto si no es suficiente con sentirme así y me pregunto si el morir así se siente.
CAPÍTULO II
Para ser sensata siento que estoy estancada en un pozo, tan frío que hace que a la primera pizca de luz desaparezca en un segundo. Tal vez no sepan de qué hablo o tal vez sí. Para que entiendan les diré, hablo de ese sentimiento de soledad que te invade aun con compañía, de la desesperación que causan aquellas voces que solo te hacen dudar más o mejor dicho de llorar hasta llegar al punto donde lo que te apasiona no te alegra ni por un segundo. De aquel sentimiento que te hace pensar
que no encajas en ninguna parte aunque lleves bastante tiempo ahí. Y así podría decirles muchas más cosas, pero para acortar diré que es sentir soledad y a la vez no sentir nada o desear no hacerlo.
Diciéndoles esto recordé la vez que mi abuela mirando las estrellas me dijo.
“Querida niña te contaré un secreto la vida es como un dulce de leche que al dejarlo con la persona equivocada o mucho tiempo en la lumbre se amarga, pero aun en amargura con los ingredientes correctos puede volverse a endulzar”
Y ahora que no está, sigo recorriendo el laberinto en busca de esos ingredientes.
Siendo sincera no sé porque sigo buscando si el tiempo se ha terminado y es momento de admitir que he fallado, no les miento quiero caer de rodillas y no levantarme jamás, sentir el tiempo pasar sobre mí, mientras caigo en un profundo sueño que haga que no despierte jamás. Pero no puedo rendirme, debo poder salvar la sin importar lo que cueste, sin importar el tiempo que me lleve.
Debo sacarla de aquí y regresar le su sonrisa, aquella sonrisa que simula un amanecer.
Saben siempre me gusto ver el sol nacer, los colores que en el cielo se postraban eran tan bellos que daban ganas de vivir, así que todos los días me paraba a las 5:00 de la mañana y subía a la colina de lágrimas para poder ver el amanecer, recuerdo aquel color rosa anaranjado que se iba diluyendo en aquel dulce azul del cielo. Siempre me dio tanta paz y tranquilidad que nunca pensé que llegaría el día en que los dejaría de ver. De haberlo sabido los habría disfrutado más tiempo.
A mi abuela le confesé que si yo llegara a perder algún sentido me gustaría que fuera la vista y ella solo se acercó a la ventana y de una manera tan dulce dijo.
“Observa el horizonte y mira el sol caer sobre el mar, si perdieras la vista no solo te perderías de esto sino te perderías de los amaneceres y anocheceres que hay en cada persona incluso en la
vida misma”
La mire con confusión como solía hacer cada vez que me daba una lección. Ella me miró, sonrió y a la par continúo diciendo.
“Las personas mi niña somos como el cielo esperando ser iluminados aun en horas tardías y al igual tenemos distintas formas de nacer, perecer y continuar.
No sólo puedes encontrar el amanecer entre las montañas sino también entre la sonrisa embonada en una persona amaba, puedes observar el atardecer en los ojos puros y brillantes de una persona cansada y el anochecer lo encuentras en aquella risa que oculta un llanto de una persona
destrozada”
Así mi querida niña si pierdes la vista, te estarás perdiendo de los colores de la vida, de los colores de cada persona.
Fue en ese momento donde entendí que no necesitaba ir cada mañana para ver el sol nacer mientras la viera a ella sonreír el sol nacería en cualquier lugar frente a mis ojos.
Ahora solo quiero que mi sol ilumine otras vidas y que sepa que halle una nueva manera de ver, es difícil lograrlo, pero así no solo ves los colores de la vida y de los demás, sino también los de uno mismo. Si eso pasa cuando vemos con el corazón, aprendes a distinguir entre amor y falsedad, entre lealtad y deslealtad, pero lo más importante comienzas a comprender que sin importar cómo estés, sin importar los problemas y el pasado que tengas, puedes amarte y amar.
Dando colores a miles de vidas en blanco y gris. Pero si quieren un consejo no permitan que sus colores se vayan solo por pintar a los demás. No permitan que les pase lo que me pasó a mí.
Por no ver los colores que mi alma ofrecía, alejé a quien quería. Y hoy que lo entendí me encuentro en un callejón sin salida.
Pero ahora no importa, lo que importa es llegar hasta ella y pedirle perdón, y decirle que me encuentro bien.
Cambiar aquellas últimas palabras que le grite por un te quiero, quitar las lágrimas que en ese momento salieron y poner en ellas pequeñas sonrisas. Digo pequeñas porque mi abuela decía que al llorar llega una pequeña hada que nos comienza a escuchar y mientras lo hace va tomando cada gota para darle de tomar a la pequeña flor de risas, por eso cuando lloramos llega un momento en donde solo queremos ver nuestro reflejo y darnos una sonrisa.
Cuando llega este momento quiere decir que aquella flor ha nacido y de ella obtendrás sonrisas gratis al llorar. Y decía que solo bastaba una lágrima para obtener un gran jardín alrededor del pecho.
Tal vez ahora sea aquella hada sembradora de flores en jardines hermosos o tal vez sea aquella sombra de amargura y tristeza que aparece en momentos de soledad. O solo tal vez me pueda convertir en un atardecer.
Saben si fuera un atardecer podría ver a la abuela todos los días y escuchar sus canciones aquellas canciones que suele cantar al tomar la canela, pero lo que no podría soportar ver es como todas las tardes coloca una taza enfrente la ventana esperando mi llegada. Ver como sus ojitos se llenan de lágrimas al recorrer la casa y no verme postrada a su lado. Ni tampoco puedo oír su voz en la montaña donde solíamos gritar. Es lo único que hace desde que no estoy me pide gritando que vuelva. Y llora tanto que aquel manantial seco ha vuelto a dar agua. Lo cierto es que, si he intentado regresar, en una ocasión le dije al viento que le dijera que la extrañaba y este así lo
hizo, tal vez piensen que no fue así, pero lo fue, cuando lo dijo la abuela se volvió a ver mi tumba y susurro yo también te extraño.
Al principio me costó creer que jamás la volvería a abrazar, que nunca más le diría te amo. Me costó creer que estaba muerta.
Aunque supongo que las cosas realmente no cambiaron, tanto en la escuela como en mi casa era un fantasma y ahora que morí eso se mantiene igual, salvo por la abuela que es la única que ha llorado mi muerte.
CAPÍTULO III
Saben pensaba que al morir la soledad se iría, no quiero decir que con eso se arreglaría los problemas porque está claro que no es así. Solo pensé que así estaría mejor. Ahora caigo en mi error
Tal vez no entiendan en qué punto de la historia morí o de qué manera pasé de estar con mi abuela en un hospital a ser un fantasma. Bueno para que lo entiendan mejor tendré que regresar un poco. Y regresaré al momento exacto en que el efecto mariposa comenzó.
Verán el día en que mi abuela agonizo, tuve un pequeño sobresalto con ella y todo por “madurar”
Aquel día mi abuela quiso que pasara la tarde con ella, quería contarme historias y oír el suave cantar de las olas del mar. Pero yo en ese momento lo único que tenía era coraje, no hacia ella sino hacia la vida mejor dicho hacia mí. Ojalá hubiera podido controlarme, pero no fue así lo que me llevo a gritarle a mi abuela que estaba harta de ella, que no era más una niña ni tampoco era una de sus intrépidas y absurdas amigas. Así que me dejará en paz de una vez por todas, le dije que si no podía entender la razón por la que siempre estaba con ella y que si era así se le diría letra por letra “LÁSTIMA” le dije es por eso que estoy contigo. Al oír esas palabras mi abuela se
dejó caer al piso y se tapó el rostro mientras lloraba, parecía una niña indefensa a quien le habrían quitado las esperanzas.
Y yo no pude hacer nada, en ese momento bajo mi madre y me miró como hace tiempo no lo hacía, me miró con ojos de odio. Se acercó a mi abuela y la abrazo, yo sin decir nada solo opté por salir y subir la montaña de lágrimas.
En ese momento me sentí como un monstruo, no dejaba de pensar en lo que había dicho. Y es que cada palabra es cierta, aunque claro está que no eran para mi abuela sino para mí.
Trate de soportar las lágrimas y pensar en las palabras correctas para un perdón, después de una hora logré encontrarlas y me di la vuelta para bajar la montaña, más quede paralizada al ver a mi madre parada atrás de árbol de cerezos, se acercó lentamente y al tenerme de frente furiosa me dijo:
“No cabe duda que sigues siendo una inútil, incapaz de madurar. Podrías explicarme porque le has dicho tanta estupidez a la abuela, sabes que mejor no lo hagas. No quiero oír ni una sola palabra tuya, niña malcriada. Pero de una vez te lo digo de hoy en adelante trabajarás para poder comer y dormir bajo mi techo de lo contrario puedes visitar a tu padre en el infierno.
Ha se me olvidaba también debes pagar hasta el último centavo que genere la abuela que por cierto justamente en este momento debe estar a punto de morir. Y tú que decías amarla tanto serás su propia asesina”
Al escuchar las palabras de mi madre no pude soportarlo más, me hundí en llanto y desesperación. Deseaba con todas mis fuerzas golpear a mi madre y no, no hablo de golpes sino de palabras. Pero no lo valía y hacer eso solo me aseguraría perder a la abuela para siempre.
Lo único que hice fue respirar profundamente y correr, en ese momento solo deseaba tener alas y llegar a su lado. Cuando al fin pude llegar al hospital comencé a hiperventilar y sentir que la habitación giraba, supongo que después de eso me desmaye porque no recuerdo absolutamente
nada. Solo recuerdo haberme despertado en la cama del hospital conectado al suero, delante de mi había una enfermera que en ese momento me tomaba los signos mientras preguntaba si todo estaba bien.
Pero lo único que hacía era preguntar por mi abuela, después de tanta insistencia me llevó por fin a verla y antes de salir de la habitación me pidió que guardara silencio ya que estaba grave.
Cuando la vi postrada en la cama, conectada a aquel aparato que cuenta tus latidos, comencé a llorar sin parar. No podía dejar de sentir una opresión en el pecho.
Pero tuve que soportarlo y pasarme aquel nudo en la garganta, para pedirle perdón. Le dije que lo lamentaba, que jamás podría perdonarme por decirle todo lo que pensaba. También le dije que entendía y respetaba si ella no quería volverme a hablar ni ver pero que por favor viviera, que abriera esos bellos ojitos y saliera de esa cama bailando aquel danzón que tanto le gusta.
Salí de la habitación vuelta un mar de lágrimas, pensando en todo lo ocurrido esa tarde. De repente comencé a oír a esa pequeña pero penetrante voz, diciendo una y otra vez:
“No te canses de ser miserable, porque eso eres. Solo mírate eres la peor escoria en el mundo, personas como tú no deberían existir.
Solo imagina a las miles de personas que les haría bien saber que estás muerta, el gran benefició que tu obtendrás de todos modos siempre has sido solo una sombra”
Esa palabra “solo una sombra” retumbaba en mi cabeza todo el tiempo probablemente se deba a que es verdad, la única persona que me notaba era mi abuela y ahora cabía la probabilidad de que ella ya no estuviera.
Cuando me dejaron salir del hospital fui corriendo a preparar el guiso preferido de la abuela, pues la doctora me había comentado que ya iba poco a poco despertando. Sinceramente me daba miedo y pánico en lo que mi abuela diría al verme. Pero no me importaba en ese momento solo quería decirle por fin lo lamento, así tal vez las voces en mi cabeza cesarán.
Al llegar al hospital pude ver como mi madre salía hecha furia de aquel lugar y al verme lo único que hizo fue matarme con la mirada como en los últimos meses que mi abuela estuvo internada. Pase a recepción y pedí permiso para pasar a su habitación, cuando vi las mejillas de mi abuela color cereza retomando su color, sentí emoción y nostalgia, pero fue el sentimiento de culpa el que me gobernó, sin quererlo baje la cabeza y me dispuse a servirle, en esos instantes un profundo silencio invadía la habitación. Como si de dos extrañas se tratasen, pero lo entendía después de todo era por mi causa que ella estuviera así.
Hasta que dije una palabra, aunque estas no fueron las mejores; tomé la charola en manos y le dije comprendo tu enfado, no pienso obligarte a hablarme y mucho menos a perdonarme, solo te pido que comas esto, sé que te gusta y lo he preparado con sumo cuidado y cariño, aunque después de lo sucedido te cueste creerlo.
Sin más le deje la charola y al estar a punto de irme me jalo del brazo, solo nos quedamos viendo por unos segundos como si del primer encuentro se tratara. Así fue hasta que me pidió que me sentara y lamiéndose los labios comenzó a decir:
“Querida cuántas veces te he dicho que no agaches la cabeza sin importar tu acción, oh es acaso que ves a los árboles agacharse al no dar frutos. Ellos no se agachan no porque no puedan sino, porque saben que la vida tiene etapas de riqueza y de sequías, así que se enorgullecen de sus sequías porque saben que están creciendo y que si toda la vida dieran frutos llegaría el día en el que estuvieran viejos y arrumbados”
Tu mi niña eres un árbol llorón con sus hojas hacia abajo aún en abundancia, aun con su belleza pasa desapercibido entre la gente, pero al escuchar un río fluir entre aquellas perlas del rostro van corriendo para refugiarse en él.
Pocas somos las personas que conocen el origen de aquel árbol, somos pocos quien lo admiran en silencio y somos pocas las que entienden porque su larga melena cubre tan bello tronco. Así pasó contigo princesa y así en su momento pasó conmigo.
Querida niña eres tú quien conoce sus flores y los matizales que te rodean, yo solo soy aquel jardinero que riega tus raíces para que tú las comprendas. Más te has decidido sembrarte alrededor de un profundo lago, donde la única capaz de sacarte de ahí eres tú misma.
No permitas que la soledad y tristeza gobiernen en ti, levanta la cabeza y sigue adelante, aprendiendo de tus errores porque solo así querida niña aprenderás a vivir y madurar. Hoy sé que arrepentida estás, lo veo en tus ojos llenos de soledad, no te culpes por lo que me ha pasado. Tú solo buscabas expresarte y al ser joven las emociones pueden ser nuestras peores enemigas al no entenderlas o nuestras mejores amigas al aceptarlas. Pero tranquila que trataré de ser tu guía, solo ya no estarás y por lo pasado no te preocupes, que fueron palabras echadas al viento.
Al terminar de hablar la abuela no me dejó decir ni una palabra, solo me abrazó y al instante comencé a llorar, pero esta vez sentía tranquilidad y seguridad. Ella me apartó con ternura y dijo “Huele muy bien, qué esperamos para comer”
Sin más se dispuso a comer, mientras yo sólo la admiraba sin dejar de pensar en la persona tan sabía que es y en todo lo que tuvo que pasar para que así fuera, me preguntaba si algún día yo llegaría a ser o así, pero la pregunta que más retumbaba en mi cabeza era, ¿qué pasaría si un día ya no está? ¿Qué haría sin ella, sin sus consejos? ¿Cómo me sentiría al perderla?
Lo que no pensé es que obtendría aquellas respuestas tan rápido…
CAPÍTULO IV
Al terminar la visita de la abuela, me dirigí a un pequeño manantial y me sumergí entre sus cascadas, tratando de ocultar en ellas mis lágrimas. El estar en aquel manantial me daba tranquilidad pues fui ahí donde la abuela por primera vez me dio uno de sus sabios consejos, el cual decía algo así:
“Mira mi niña con atención aquellas cascadas que, aunque no lo parezca en su caída llevan más que sólo agua”
En ellas llevan penas y deseos de las personas cansadas y hartas de la vida, solo quieren deshacerse de aquello que las agobia, según dicen que así su andar se vuelve más ligero, pero esto mi niña solo son mentiras. Mentiras que te dicen para verte hundido en lo más profundo de aquella cascada.
Querida te diré uno de los tantos secretos de la vida; “Aun llevando solo una hoja podrás sentir que cargas un costal lleno de piedras o viceversa, esto depende de cómo afrontes las cosas, los aprendizajes que te lleves y la actitud que des”
Este mi niña es un secreto de la vida y depende de ti encontrar los demás
En el momento que me dijo esas palabras no las entendía, hasta que al igual que tantos también quise hacer mi andar más ligero. Pero tristemente la vida no funciona así.
No puedes ir eligiendo que vivir y que no, se imaginan si tuviéramos un catálogo para elegir dónde fallar o que es lo que queremos que nos pase. Las calles estarían repletas de cosas buenas y de ninguna lección verdadera. Estoy segura que todos optarán por ser perfectos, ¿pero no es
acaso que ya lo somos? Sé que la mayoría cambiaría su vida o un momento exacto en el pasado poniendo como excusa que así estarían mejor, pero como saberlo, digo al final cambiarías todo lo bueno como lo malo y ni siquiera sabrías cómo llegaste ahí.
Saben creo que los errores son parte de la perfección de cada persona porque al igual que las estrellas somos distintos y tenemos etapas de brillo y oscuridad de distinta manera, tal vez es algo que todos necesitamos entender.
Si les soy sincera ahora que estoy muerta, me doy cuenta que si me dieran la oportunidad de empezar de cero, haría todo exactamente igual y no porque haya tenido una vida llena de alegría sino porque aprendí, reí, lloré, en pocas palabras disfrute tanto como pude. Y si cambiara algo probablemente esta historia no existiera.
CAPÍTULO V
Después de 10 meses al fin podría tener a mi abuela devuelta, planeé recogerla del hospital con un gran ramo de flores, pero sin quererlo mis planes cambiaron por completo.
Verán en estos últimos meses mi memoria me ha fallado, todo empezó con pequeños despistes y después las cosas en mi mente parecían realmente distintas a la realidad. Pero no le di importancia porque pensaba que era debido a la falta de sueño, pero el día en que mi abuela salió del hospital, olvidé por completo todo.
Salí de mi casa y me quedé parada más de media hora tratando de recordar para donde ir, lo mismo me pasó en la florería y en la entrada del hospital. Estaba tan despistada que cuando mi abuela se me acercó corrí hacia un oficial y le dije que ella me quería secuestrar, le grité una y otra vez que me ayudara. Por suerte el oficial me conocía y trato de tranquilizarme, pero en mi
mente todo estaba confuso así que comencé a gritar como loca, hasta que por fin un médico me coloco un sedante.
La verdad no sé cuánto tiempo estuve dormida, solo sé que al despertar vi a mi abuela y sentí un gran alivio, quería abrazarla, pero solo me dispuse a preguntar el cómo había logrado llegar ahí. Ella me miró con confusión y me dijo, tranquila mi niña todo estará bien. En eso el doctor entró y viéndome preguntó: ¿todo bien? asentí con la cabeza mientras me sentaba lentamente.
El doctor se quedó un rato en silencio hasta que preguntó si padecía de psicosis a lo que dije que no, fue entonces cuando comenzó a hablar sobre el Alzheimer realmente no entendía por qué mencionaba todo esto, hasta que mencionó que había la probabilidad de que lo padeciera. Me confesó que llamó a mi madre y le hizo algunas preguntas y por lo que pasó en la entrada del hospital, la posibilidad de que lo tuviera era realmente grande. Así que me mandó a hacer unos estudios y con el psicólogo para valorar y diagnosticarme correctamente.
En esos momentos no me sentía aterrada ni me preocupaba, quiero decir que la mayorías de veces el médico se equivocaba y él mismo lo había dicho era una posibilidad. Pero aun así no dije ni una sola palabra de camino a casa y al llegar pasé lo que restaba del día encerrada en mi habitación.
A la mañana siguiente fui a hacerme los estudios y después pasé todo el día en el manantial.
Estaba sumergida en mis pensamientos hasta que escuche la voz de la abuela.
“aquí estás mi niña te he estado buscando por todas partes, dime cariño ¿te encuentras bien?"
No supe lo mal que estaba hasta que ella lo preguntó, pero no podía responder tenía miedo y tristeza. Así que solo la mire a los ojos esperando que ella lo supiera todo con una sola mirada.
Ella al verme me abrazó y lo único que hice en ese momento fue aferrarme a ella. Aún abrazadas comenzó a decir;
“No hay que temer mi niña, tal vez habrá cosas que tu mente ya no te recuerde, pero en el corazón todo ahí seguirá, yo seguiré aquí para ti, aunque ni mi nombre recuerdes. Aquel atardecer seguirá ahí para que lo disfrutes, aquella colina seguirá solo para que vallas a gritar o a llorar como lo haces en este manantial"
En ese momento las lágrimas comenzaron a salir de mi rostro y le dije que no quería olvidar, no quería perderla a ella porque aunque estuviera para mí sería solo una extraña y aquellos momentos se irían con el viento, le confesé que me aterraba perder todo hasta el punto de volverme a sentir sola, le dije que no quería olvidar las veces que gritamos juntas o las veces que me cantaba cuando veíamos canela, pero sobre todo no quería olvidar sus palabras ni olvidar que ella era la persona a la que amaba. Ella estuvo a punto de soltarse de aquel abrazo como solía hacer para darme una lección, pero la detuve y le dije que solo dejará que me aferra a ella por última vez.
Ella se quedó abrazada conmigo mientras comenzó a decir;
“Pequeña sin importar que sientas no recordar nada de lo ocurrido, pequeños fragmentos estarán en tu mente al verme, al visitar cada punto donde sentiste alegría. No temas que aun sin saber tu propio nombre, sabrás en un abrazo que te quiero”
Nos quedamos hasta tarde en la orilla del manantial recordando anécdotas del pasado, perdiéndonos en un laberinto sin fin de recuerdos. Traté de disfrutar el momento, pero algo en mi deseaba parar el tiempo y así evitar lo que ya estaba escrito.
Antes de que el sol cayera tomé la mano de mi abuela y la forcé a correr como si su vida dependiera de ello, gritando preguntó a dónde vamos mientras yo solo le decía que era una sorpresa. Cuando estuvimos a punto de llegar le pedí que cerrará los ojos y confiara en mí, sin dudarlo ella hizo lo que le pedí y la ayude a subir la colina de lágrimas y la pare frente a una hermosa banca de banca de madera tallada a mano con una pequeña leyenda que decía;
“Mientras la briza fresca caiga te seguiré amando”
Le pedí a mi abuela que abriera los ojos y mientras ella admiraba aquella banca, yo le iba diciendo que en los últimos meses todas las tardes me la pasaba tallando y armando aquella banca para que cuando ella saliera del hospital pasábamos las tardes juntas viendo el sol caer, acompañándolo de aquel rico té de canela. Ella sonrió y me miró con lágrimas en sus ojos, aquellos ojos que me revelaron el miedo que ella sentía al pensar que me perdería.
Me senté y le hice señas de que se sentara a mi lado, como cuando ella hacía cuando yo era niña. Ella se limpió algunas lágrimas que se le escaparon de aquellas lindas perlas verdes. Antes de que dijera algo le señale el cielo, mostrándole una hermosa aurora boreal que iba naciendo en ese momento supe las respuestas a aquellas preguntas que hace 10 meses surgieron. Así que miré a la abuela y le dije:
“Sabes el día que fui a verte al hospital me quedé pensando en qué pasaría si tú ya no estás, el cómo me sentiría y después de lo que pasó el día que saliste, obtuve la respuesta a cada una de mis interrogantes. Ahora sé que me sentí perdida porque había olvidado a mi guía, me sentiré vacía sin poder recordar cada una de tus palabras y tendré miedo, miedo de afrontar una realidad en donde tu no estés. Se que te he contado varias veces que desearía olvidar todo lo malo, que hubo días en los que deseaba empezar de cero, pero no hay este precio. Si hoy pudiera hacer un
trato con el tiempo acortaría mi vida de ser necesario con tal de que no me quite aquellos recuerdos donde estoy contigo, porque de todas las personas que pueden existir en el mundo eres la única con la que compartiría miles de atardeceres”
Antes de que este día termine y de que para mañana que la posibilidad de no recordar nada, quiero decirte que no debes de temer. Porque sin importar donde estés, siempre te voy a querer. Por eso grabe esa leyenda en la banca para que, al estar aquí, sientas mi compañía y cuando el viento te acaricie la mejilla seré yo que desde lejos te diré te quiero.
Abuela siempre te has preocupado y visto por mí y sé que, aunque no lo digas ahora estás más preocupada que antes, pero no lo estés, tienes que tener la certeza que estaré bien aun olvidando todo, verás que el tiempo será nuestro aliado para tener un nuevo comienzo, tal vez para mí ya no, pero tú aún puedes seguir y ser fuerte por ambas, llegar a las estrellas y contarme tus hazañas. Y aunque no te recuerde, sé que, al ver un atardecer, aunque sea por minutos, podré sentir pequeños extractos de nuestros momentos juntas.
Le limpie con delicadeza las lágrimas a mi abuela y le dije que recordara que el tiempo puede ser nuestro mejor amigo o enemigo dependiendo de cómo lo aproveches y en nuestro caso ha sido el mejor amigo y ella la mejor compañera de viaje que pude haber tenido.
CAPÍTULO VI
A primera hora del día mi abuela llamó a la puerta para irnos al hospital, pero cuando abrió yo solo me cubrí con una sábana en un rincón mientras temblaba de pies a cabeza, ella se acercó y con ternura quito la sabana, alzo mi cabeza y noto que mis ojos se hundían en el miedo. Con voz temblorosa me preguntó si sabía quién era, negué con la cabeza y solo se dispuso a abrazarme
podía sentir sus frías lágrimas caer en mí nunca y puedo jurar que por un instante oí el lento caminar de su corazón.
Se alejó de mí y me dijo, tranquila conmigo esta segura, pero necesito que me acompañes a un lugar. Asentí y me puse lo que creo en ese momento eran mis zapatos.
Saben que a pesar de no recordarla al verla a los ojos seguía sintiendo tranquilidad, podía sentir seguridad con ella. Tal vez lo que sentía era amor…
Cuando llegamos con el doctor confirmó que padecía de Alzheimer y era demasiado tarde para hacer algo, al parecer ya llevaba más de un año con él y lo estaban haciendo pasar como efectos del insomnio. Dijo que lamentaba lo que me estaba pasando pero que no recomendaba ningún tratamiento, que lo recomendaba era la aceptación.
Salimos del hospital y nos dirigimos a mi casa, estando ahí me quedé en mi habitación mientras mi abuela platicaba con mi madre. El tiempo en la habitación me pareció eterno, me la pase buscando una y otra vez alguna foto o un diario que me dijera quien era y si las personas a mí alrededor realmente eran mi familia.
Hasta que sin querer tiré un libro y de él cayeron dos cartas, la primera decía para la abuela y en la segunda decía; “piensa bien lo que harás, tal vez ahora no lo recuerdes, pero sin saberlo dejaste ir las cosas y las personas que te motivaban seguir, ahora que la olvidaste a ella, no te queda nada y tal vez no sea la mejor decisión, pero sé que no quieres que la abuela quede
atrapada contigo en un laberinto sin salida…”
Cuando estaba a punto de acabar de leer aquella nota que me había dejado, escuche un grito de mi madre tan fuerte que hizo que bajara de un solo salto, pero no me hizo falta la memoria para recordar su mirada fría y vacía que siempre ponía al verme. Solo que estabas me sentía como una
niña de cinco años buscando solo amor y su mirada al decirme lo contrario hizo que me soltara a llorar y que saliera corriendo en busca de un refugio.
Siendo sincera no supe a donde dirigirme solo sé que corrí sin rumbo hasta llegar a la avenida principal, al estar ahí no me fije y basto solo una llanta para acabar con mi vida. Aún tengo grabados pequeños fragmentos de ese momento, pero lo que más recuerdo fue el momento en el que vi el rostro de mi abuela por última vez, le dije entre palabras cortadas lo siento mientras intentaba darle aquella carta llena de sangre.
Cuando mi cuerpo llegó al hospital fue directo a la morgue, ahí el médico explicó que morí minutos después del impacto.
Ha pasado una semana desde mi muerte y mi abuela aun no lee la carta, solo se la ha pasado evitando la realidad, hace unos días sirvió dos tazas de canela, colocando una en la ventana y comenzó a llamarme una y otra vez. Lo dejó de hacer hasta que de sus ojos gotearon pequeñas lágrimas hasta que se convirtieron en cascadas.
No soporto verla así y el saber que no puedo hacer absolutamente nada me frustra, lo único que puedo hacer es esperar que lea aquella carta, tal vez así llegue mi momento de partida. Creo que por fin ha llegado el momento en que la leerá. Hoy ha salido antes de caer el sol y se ha dirigido a la colina de lágrimas.
Espero que al leerla me deje ir y que sepa que su niña adorada siempre la amara…
CAPÍTULO VII
No puedo creer que después de tanto tiempo vuelva a subir esta colina, pero ahora sola. Pero no puedo, no tengo fuerzas para dejarla ir, más sé que es lo correcto porque yo misma le enseñe a liberar a las aves cuando su viaje debe de comenzar.
Tomé una gran bocanada de aire y me senté a leer sus últimas palabras;
“Querido atardecer he de confesar que he pensado en tirar todo por la borda, dejar que la marea consuma hasta la última gota de mí, quise ser fuerte y seguir adelante pero ya no pude, trate de luchar contra mí misma y aplazar más el tiempo. Pero me rendí, me rendí en el momento que te desconocí. Te puedo jurar que lo intente de miles de formas, pero simplemente agote todas mis fuerzas. Y no te lo niego querido amanecer quise acabar con todo antes de tiempo, pero no pude hacerlo porque cada vez que lo intentaba veía tus ojos verdes tornarse de un gris opaco, así que decidí vivir, aunque perdiera los tesoros que construimos juntas”
Querido amanecer tal vez esta sea la última vez que diga te quiero, más espero que jamás la olvides y sin importar lo que pase siempre ilumines con tu bello resplandor. aquel cielo de color azul.
P.D: al reverso de esta carta encontraras los secretos de la vida que he descubierto en mi corto camino
Quise llorar al terminar la carta, pero en vez de eso grité; “adiós mi querida niña vuela alto, pero regresa para ver caer el sol, no te preocupes mi niña adorada que yo he de estar bien. ¡TE AMO TANTO! Jamás lo olvides. Al instante sentí una pequeña briza acariciándome la cara, me gusta pensar que era ella diciéndome por fin Adiós.
ALGUNOS SECRETOS DE LA VIDA
- El tiempo es tu aliado no lo desperdicies
- Rompe el silencio de tus emociones y permite que ellas vuelen muy alto en un gran grito
- Los errores son quienes te hacen crecer
- Permite dejar ir, sin importar cuanta duela
- Da una sonrisa para que se te devuelva
- Tú haces más ligera o pesada la carga
- Una buena actitud lo cambia todo
- No sabes lo que mañana pueda ocurrir, así que hoy di todo lo que sientes o piensas
- Las personas no son un espejo, jamás te desquites con ellas
- Está bien pedir perdón a quien amas
- Las cosas que pasan no son tu culpa, así que no cargues con pesos extra
- No dejes tus sueños y problemas eso no hará tu carga más ligera
- No construyas muros entre las personas y tú
- Ve tu belleza para enseñarles la suya a los demás
- Aprecia hasta el más detalle más pequeño que te dan tus sentidos
- Sin importar que tan difícil sean las cosas siempre opta por vivir
- Jamás desees olvidar algo o alguien
- Aprender que querer y aceptar las oportunidades y problemas que te da la vida
- No siempre lo más complejo es difícil
- El amor es capaz de quitar hasta la más grande amargura
- Basta solo una mirada de la persona correcta para estar segura
- No solo las personas dan paz
- No vacíes los colores de tu vida por pintar la de alguien más
- Siempre se capaz de perdonar
- La vida pasa rápido, jamás dejes de soñar
- Las personas no solo viven en fotografías sino también atreves de recuerdos
- Basta solo una persona para darle luz al cielo, tú puedes ser esa persona
- Un abrazo es capaz de cambiar el día
- Hay distintas formas de decir te quiero, jamás dejes de decirlo
- Observa bien a tu alrededor y verás que alguien te quiere
Pero lo más importante es ser capaz de perderte en un laberinto de recuerdos por la persona que amas.
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Sobre nosotros
Soñamos con crear una biblioteca digital que reúna las mejores historias en un solo lugar. Así nació Indream, una plataforma premium que ofrece obras de literatura clásica y contemporánea de autores de todo el mundo. En un entorno saturado de información visual, hemos optado por un diseño de portadas minimalistas, utilizando 10 colores distintos según su género principal. Todas, cuidadosamente seleccionadas y editadas por nuestro equipo editorial. Navega por nuestras categorías y elige tu próxima gran historia en Indream.
Comentarios
Anonimo:
Me sentí muy identificada con la trama... me hizo extrañar a los que ya no están.